TEXTO PABLO RUSSO
FOTOGRAFÍAS PAULA KINDSVATER
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Parece que no pasa mucho cuando se hace de noche por calle Garrigó. Los negocios del barrio y los distintos rubros comerciales van cerrando sus puertas mientras el tránsito desde el centro de la ciudad pasa por las perpendiculares de Artigas y Almafuerte en el regreso a los suburbios del este paranaense. Pero desde hace poco más de un mes, dentro del galpón de un ex taller mecánico las cosas son diferentes. En el paisaje otoñal de la arboleda de esa arteria, detrás del portón del 749, un colectivo transfeminista de artistas está en plena ebullición de algo nuevo que va tomando forma: se trata de La Taller, un espacio de artes y oficios generado por iniciativa privada de Elena y Carola, dos amigas con inquietudes que se asociaron para compartir sus recursos y abrir el juego.
Hay gran actividad en el interior. Con música de fondo a cargo de Rocío García, recorren el espacio y sacan fotos Paula Kindsvater y Mariana Bolzán; por su parte, Reina Heels trabaja en una máquina de coser; más allá, una chica dibuja sobre un tablero y otras personas conversan alrededor de una mesa ratona en la que se posan ejemplares de la poesía completa de Alejandra Pizarnik, una colección de arte contemporáneo y una guía de técnicas, materiales y procesos de grabado e impresión. Con las paredes blancas que presentan algunas obras colgadas, la nave central perfectamente iluminada deriva en un trasfondo del que cuelga una hamaca paraguaya resguardada por un Gauchito Gil.
Las palabras y el buen vino corren a la par en una conversación coral con 170 Escalones. «La mayoría de las que estamos acá formamos parte de este colectivo que empezó a juntarse los miércoles, como una especie de peña, desde hace poco más de un mes, después de una convocatoria por Instagram a artistas mujeres que estuvieran interesadas», explica Elena. «Unas llamaron a otras y se fueron copando con la propuesta», agrega.
Son entre diez y quince artistas de diferentes disciplinas que conforman este núcleo inicial que ahora piensa en generar una especie de formulario para quienes quieran presentar proyectos y que estos sean decididos en forma colectiva. «Hay un hilo conductor entre la mayoría que tiene que ver con la idea de que hay un espacio habilitado donde algunas de las trabas tradicionales no existen. Trabas del patriarcado, de tener que disputar espacios con varones», comenta Elena. «También creo que hay un diálogo que estaba muy silenciado pero que se relaciona con las posibilidades de convergencias y encuentros transversales, puntos de contacto que pueden ser para un evento en particular o a largo plazo, pero que da la posibilidad de potenciarnos», añade.
Una de las líneas rectoras de La Taller es que les artistas utilizan gratuitamente el espacio, que no tienen que pagar por nada y que se les garantiza (las dos impulsoras lo hacen con su dinero) el sostenimiento del proceso en todo su devenir, con un acompañamiento en las necesidades materiales y de calidad. La perspectiva son las de un lugar libre para crear, hacer talleres, formarse y, a futuro, convocar público.
Como el colectivo que habita La Taller está en ciernes, por ahora se organizan espontáneamente para cada actividad: fotografía, dibujo, teatro, coser o pintar. El espacio es alquilado a un taller mecánico que se mudó al lado, de ahí la deriva del nombre.
Elena proyecta, en algún momento, comprar un terreno y construir un galpón con todas las comodidades y prestaciones. «Había empezado a dibujar en casa y el espacio me quedó chico. Hace rato que me rondaba la idea de hacer circular unos recursos que tenía disponibles; me pasa con los libros, por eso empecé un club de lectura hace un año. Y comencé entonces a buscar un lugar grande, cuando vi esto me pareció que lo tenía que compartir, que no podía ser para una sola persona. Vengo insistiendo mucho en que los movimientos transfeministas existen si hay una asignación concreta de recursos y me parecía que tenía que haber una decisión firme de mi parte en ese sentido: una asignación de recursos mía para otra gente, con la forma de un colectivo y una línea identitaria», señala. La cuestión de género, aclaran, no es excluyente. De hecho, hay un varón pintando durante la semana, que también construye bastidores.
«Sin el feminismo como modelo de movimiento transversal y de organización colectiva esto no sería posible. Es un resultado de la expresión de época. Copiamos ese modelo porque ya lo tenemos internalizado y es nuestra manera», sintetiza Mariana Bolzán. Desde este novedoso colectivo piensan que la vinculación con otras grupalidades con perspectiva de género se dará naturalmente.
Además tienen en mente cierta institucionalización cuando las circunstancias lo exijan, como para formalizar permisos. Hay, asimismo, un plan de comprar equipos importantes para los que creen que necesitarán algún tipo de subsidio o ayuda, que no necesariamente tiene que llegar del Estado. «Ya hemos tenido aportes para concretar algunas compras, gente que se copó con el proyecto, aunque la mayoría la hemos adquirido nosotras», aclara Elena. «Esto es una concreción de los vínculos de una red. Todas y todos carecemos de herramientas adecuadas y espacio para trabajar, tener la posibilidad de encontrarnos con tranquilidad en un lugar increíble nos une de verdad», opina Reina Heels.
La conversación deriva en los roles necesarios, en las formas de organizarse para que el colectivo funcione como tal; en encontrarle la vuelta de tuerca al contexto crítico; en tener dónde resguardarse, en las dificultades de intentar vivir del arte. Mientras se tratan también cuestiones prácticas, como las copias de las llaves que van circulando, llega el delivery de tartas, sube la música de fondo, se llenan las copas y se celebra esta naciente artística en Paraná.
Este es el manifiesto con el que este incipiente colectivo decide darse a conocer:
*Somos La Taller*
La Taller es un espacio de artes y oficios que brinda soporte material y espacial a las expresiones artísticas y a la producción de obra en fotografía, pintura, dibujo, costura, música, literatura, etc.
Nos mueve el deseo, el sentido de la grupalidad y la convicción de que las redes de apoyo son el modo de construir para garantizar el acceso, el disfrute y el desarrollo igualitario de quienes se dedican a las artes y los oficios.
*Nuestra búsqueda*
La Taller está abierta a todxs lxs artistas que deseen participar de un espacio autogestivo y colectivo con mirada transfeminista y de acogimiento amoroso a las disidencias.
Buscamos promover el trabajo artístico local a través de la formación en el manejo de máquinas y herramientas que contribuyan al quehacer artístico, al intercambio de saberes y a la posibilidad de generar vínculos con otros espacios de arte nacionales e internacionales para que el trabajo de les artistas circule y crezca.
*Cómo trabajamos*
En La Taller brindamos un espacio físico para la producción, exposición y difusión de la obra artística de cualquier índole, así como para la reunión y encuentro. Se trata de un lugar abierto tanto para habitarlo con continuidad y periodicidad, como para realizar actividades puntuales.
Los recursos materiales con que contamos pueden ser utilizados por quienes lo necesiten, sin costo alguno.
El beneficio económico por la venta o comercialización de la producción artística u obras de arte, le pertenece a les artistas.
La incorporación de obras a La Taller como adquisición son abonadas a sus artistas al precio que pauten.