TEXTO Y FOTOGRAFÍAS PABLO RUSSO
Volvió Los Arenales. Lo que fue el balneario público de acceso libre y gratuito, hoy convertido en barrio privado lindante al túnel subfluvial, regresó a la piel urbana de Paraná a través de intervenciones con pegatinas de fotos y frases recuperadas por el proyecto Urbanautas.
La cartelera publicitaria que recubre la obra del futuro shopping en el solar de la ex fábrica de fósforos, en la esquina de San Juan y San Lorenzo, amaneció el martes con viejas fotografías a color y citas de personas que recordaban ese rincón de la costa paranaense tan concurrido en los años noventa. En la serie de imágenes se puede ver, básicamente, gente disfrutando de la playa. Una mujer de remera roja con un niño de pantaloncitos blancos, sonríen al objetivo con los pies en el agua. Una gurisa de malla, recostada, parece dormir sobre el río en su orilla. Dos mujeres al sol, una en una reposera y otra en una lona, mientras dos chicos juegan con arena más atrás. Una pareja posa con una niña alzada en medio del arenal, con el Paraná de fondo. Estas apariciones, retratadas en décadas pasadas, tienen sobreimpreso el interrogante «¿De quién es el paisaje?» y la firma de Urbanautas. También el obrador cercano al Patito Sirirí presentó esta semana una pegatina de una foto en blanco y negro en la que dos personas sostienen una gran bandera con esa pregunta, sobre una barranca con vista al río como escenario.
De los recuerdos que afloraron en la exploración, el grupo eligió destacar -entre comillas y de forma anónima-: «La playa quedaba donde terminaba el mundo»; «Mi descubrimiento cabal de la playa más ancha que había fue ahí»; «En todos los casos implicaba una heladerita llena y Off»; «Sin dudas, me llevé de regreso en el rojo, el mejor atardecer del verano»; «Era como ir quemándose de a poco, dermis y epidermis de los pies»; «Todo estaba teñido de una atmósfera casi irreal, anaranjados, amarillos, ocres reflejando en el río»; «Nos sentíamos dueñxs de esa inmensidad».
Los obreros de la construcción del centro comercial siguen su rutina diaria a pocos metros de las publicidades intervenidas. Quienes caminan calle arriba hacia el centro o con dirección a Moreno y más allá, pueden resultar interpelados por estas representaciones visuales que cruzan arte y comunicación en relación a lo que alguna vez fue un espacio común. «La historia de la privatización de la playa de Los Arenales tiene ya 20 años. La recordamos porque es una forma de reponer su existencia. De preguntarnos en qué espacios nos reconocemos, cuáles están en peligro. De nombrar los lugares que amamos y los que no queremos perder» se pronunció en su Instagram el colectivo Urbanautas, autores de la iniciativa apoyada desde la Cooperativa Antílope. «La ciudad es un derecho. El paisaje, también», concluyeron.
El grupo había trabajado, en 2021, sobre las miradas de mujeres y disidencias que caminan por la ciudad partiendo de la premisa de que no todas las personas tienen el mismo acceso a zonas, horarios y seguridades. «Después de las preguntas de la primera etapa de este proyecto –¿quiénes tienen derecho a caminar por la ciudad?, ¿qué vemos cuando no tenemos miedo?– vino otra muy sensible a la identidad de esta ciudad-paisaje en la que vivimos: ¿quiénes tienen derecho al paisaje?, ¿cómo nos relacionamos con el espacio público que es, a la vez, entorno natural?», había comentado Urbanautas a 170 Escalones cuando la propuesta resultó seleccionado en la convocatoria FEICAC 2021. De esa indagación en las memorias individuales se fue conformando el presente relato de carácter colectivo, que habilitó este retorno fugaz de otros tiempos en los que al paisaje del río se llegaba por caminos comunes.