TEXTO SOFÍA TABORDA
FOTOGRAFÍAS PABLO RUSSO
El emblemático edificio ubicado en la esquina de 9 de Julio y Enrique Carbó recibió la visita de un numeroso grupo dispuesto a colaborar con el Mural Colectivo Participativo que comenzó a tomar forma el sábado 20 de mayo. Esta actividad, enmarcada en el vigésimo quinto aniversario de la Asociación de Amigos de la Casa de la Cultura (AACCER), tuvo gran concurrencia pese al día gris y a las bajas temperaturas. La coordinación estuvo a cargo de Paraná Pinta, un grupo de muralistas de la ciudad que, de acuerdo a una de sus integrantes, Coty Carbone, está compuesto por siete personas y se caracteriza por tener una modalidad abierta para que cualquiera se involucre en las pintadas.
Bajo las indicaciones del artista plástico, Alejandro «Pájaro» Carreira, los pinceles se movían de acá para allá, cubriendo los primeros trazos del mural. La risa resonaba entre niños, jóvenes y abuelos, que eran los pintores designados para darle color a las paredes que fueron construidas en 2010, mientras que las otras más antiguas permanecían intactas para conservar el patrimonio histórico.
La Casa de la Cultura de Entre Ríos fue primero un hogar familiar, que comenzó a ser construido en 1887 en el entonces conocido Barrio de la Loma. Este proyecto a cargo de Bernardo Rígoli, un arquitecto-ingeniero de origen italiano, demoró dos años, que fue el lapso en el que su propietario, Juan Solari Vacarezza, viajó a Italia. Allí se casó con su esposa, Raquel Boggiano Bancalari, y luego regresó a la ciudad para instalarse en la vivienda ya terminada.
Su localización era estratégica porque por ahí se producía el ingreso y el egreso al casco urbano, además de que se encontraba a poca distancia de la Estación de Ferrocarril. El edificio posee una forma en «U» en relación a un patio principal. En cuanto a esta distribución, Graciela Tabares, que es parte de la Asociación de Amigos, contó: «había dos entradas, la de calle Enrique Carbó para la familia porque por allí se accedía a una hermosa escalera que llevaba a la planta alta, done vivían ellos, y la entrada de la ochava que era para el negocio. Sobre calle 9 de julio estaba el ingreso de los carros y los caballos». De acuerdo al libro Casa de la Cultura de Entre Ríos… A 25 años de su rescate de AACCER (2004), en la planta baja funcionaron un almacén de ramos generales, una fábrica de tabacos que era de Honorio Albornoz y la tintorería Tokio, de Soki Nohara.
La casa se puso a la venta en 1979 y desde ese momento tuvo a un grupo encabezado por el arquitecto Luis Félix Enría que iniciaron las gestiones para rescatarla. La última habitante, que fue la nieta de Solari Vacarezza, Zelmira Vuoto, permaneció allí hasta 1981 y después la propiedad pasó a manos de Alicia Juana Rufina Fernández de Corte y Marta Alicia Corte de Ascúa. En ese mismo año también se produjo la expropiación de la vivienda por parte del gobierno de facto de la provincia y el 17 de julio se la declaró «Joya de la Arquitectura de Utilidad Pública». La finalidad de preservarla era para posteriormente destinarla como Sede de la Casa de la Cultura de Entre Ríos. Según su página web, también se creó la primera Comisión Honoraria pro Casa de la Cultura, que buscaba «gestionar recursos para tareas de refacción y recuperación del inmueble». Dos años después comenzaron dichas obras, que buscaban respetar el estilo neoclásico italianizante del arquitecto Rígoli, que era típico de la época debido a la inmigración europea.
La obra se paralizó en 1986 por falta de recursos y los siguientes tres años sólo se abría para ocasiones especiales. Luego, en 1991 se llevaron a cabo algunas refacciones que permitieron usarla y se firmó un contrato de comodato entre el Estado provincial y el Centro de Artesanos de Paraná, un grupo autoconvocado con el objetivo de rescatar, promocionar y difundir las artesanías en la ciudad. Pero un suceso determinante ocurrió en 1998 cuando se realizó CasADe, una propuesta de tres jóvenes que, junto al auspicio de la Subsecretaría de Cultura de la provincia y el apoyo del Colegio de Arquitectos de Entre Ríos, sumaron actividades artísticas, de arquitectura y decoración que se expusieron en el espacio durante un mes.
En julio de ese año también se dio la Asamblea Constitutiva de la Asociación de Amigos de la Casa de la Cultura, cuya finalidad sigue siendo apoyar las actividades de la institución, ayudando a preservarla y mejorarla. «Hoy, la Comisión Directiva está compuesta por 15 miembros y está dividida en cinco secretarías», aseguró Tabares, que, además, fue parte de la defensa del edificio cuando aparecieron rumores de que este sería ocupado por oficinas estatales en 2001. «Se realizó un abrazo a la Casa para protegerla simbólicamente. Fue muy convocante e hizo eco en los medios y en la gente, fue así como seguramente se desechó ese proyecto», determinó.
A partir de 2011 comenzaron los trabajos de remodelación y construcción de nuevos espacios, intentando preservar la fachada histórica, y en 2013 se efectuó la refuncionalización de la Casa de la Cultura. Sebastián Bergalio, que cumplió funciones como director desde 2020 hasta mediados de mayo de este año, contó que las modalidades que se manejan en este espacio son básicamente tres. Una es las de producción propia, como el Territorio de Bandas, un ciclo que convocó a músicos de la provincia y se realizó durante todo el año pasado. Otra es la coproducción, que es el caso de Casa Feria, un colectivo autogestivo de feriantes, productores y emprendedores que utilizan las instalaciones un sábado por mes y otras veces se trasladan a distintos puntos de la ciudad, siempre acompañados por la institución. Finalmente, hay otra línea que tiene que ver con una agenda abierta para que, quienes lo deseen, puedan llevar sus propuestas.
La organización de la Casa está compuesta por áreas que trabajan en distintos equipos, que comprenden la producción, la comunicación, la administración, la coproducción, la asistencia, el mantenimiento, y la técnica; además, cuentan con la presencia y ayuda de AACCER. La vida del histórico edificio se desarrolla durante casi toda la semana, exceptuando los domingos. De lunes a viernes funciona de mañana bajo horario administrativo y se realizan distintas gestiones, mientras que por la tarde toman lugar los talleres y formaciones. También disponen sus instalaciones para capacitaciones, cursos, espectáculos, ferias, muestras y diversas actividades que comprenden al arte, la fotografía, la música, el teatro y cualquier otra expresión cultural. Asimismo, Bergalio mencionó que «los miércoles está Cine Club Musidora, que es un espacio con el que articulamos hace muchos años y está fijo porque es una propuesta excelente».
Durante el 2020, los trabajadores de la cultura se enfrentaron a un nuevo desafío: la no presencialidad en los espacios que antes habitaban en conjunto con la comunidad. En ese sentido, Bergalio relató: «Hicimos una experiencia de radio por streaming que era Casa Radio. Para eso se creó un estudio y se armaron distintos programas con colectivos de toda la provincia. Se transmitían enlatados mayormente porque no se podían juntar acá». Cuando las restricciones disminuyeron, esta actividad no continuó, pero las instalaciones están disponibles para otros proyectos y las han utilizado radios como La Bisagra, que pertenece al Hospital Escuela de Salud Mental de Paraná.
«Así, sin pensarlo mucho, creo que haciendo un balance está gestión deja una casa de puertas abiertas a la comunidad, a los colectivos y al público; y, por otro lado y muy importante, una Casa con una clara impronta Federal en la cual han podido actuar y expresarse muches artistes de toda la provincia», afirmó Bergalio y, por otro lado, agregó: «Ocupar el espacio público para movidas culturales fue muy importante en la gestión así como mover la Casa a otros lugares, (para eso armamos La Casa Viaja) y realizar experiencias en barrios populares y plazas, eso me parece que le saca esa cosa inerte al espacio cultural». Contento, finalizó: «Mi impresión es que la Casa la hacen sus trabajadores y trabajadoras y, más allá de que uno puede impartir ciertas líneas de trabajo, esto sucede por elles. Entiendo que va a seguir todo de la misma forma o mejor».
Por otro lado, Tabares mencionó que una de las habitaciones que aún conserva su estado original y que lleva el nombre de Amanda Mayor, artista plástica y defensora de los Derechos Humanos de la ciudad, será destinada para sala patrimonial. «Estamos trabajando con la Secretaría de Cultura para que allí se refleje en forma de maqueta, de audiovisual, de sonido y luces, la historia de la casa y que pueda ser visitada por la población», aseguró. Asimismo, añadió: «Ahora se van a arreglar los techos, pero se necesita un mantenimiento mayor, así como estamos viendo que a la Casa de Gobierno la están poniendo hermosa, eso necesita la Casa de la Cultura».
En cuanto al mural, que fue propuesto por estudiantes de la carrera de Turismo de la UADER en uno de sus visitas guiadas al edificio, planea continuar en un par de encuentros más. «Va a estar la fachada de la Casa, el abrazo que hicimos, representaciones de las actividades que se hacen, algo que simbolice el teatro, la artesanía que ayudó a que esto se mantenga. Eso lo arma y lo elabora el artista plástico, lo plasma en las paredes a través de proyecciones y ahí es cuando viene el trabajo de todos nosotros», explicó Tabares, que también mencionó que todo esto fue posible gracias a las donaciones de pintura que hizo la Policía de la Provincia, las pinturerías Tucán y Su Color, y Sidecreer; de cartón por parte de Cartocor; y de materiales que facilitó la Secretaría de Cultura.
La Casa de la Cultura de Entre Ríos permanece con sus puertas abiertas para que la comunidad participe tanto de esta actividad como de las otras que se desarrollan allí.