TEXTO Y FOTOGRAFÍAS PABLO RUSSO
El artista multidisciplinario Pájaro Carreira inauguró su muestra retrospectiva Aquí y ahora, que se puede visitar hasta el 22 de este mes en la Casa de la Cultura de Entre Ríos (9 de Julio y Carbó).
Desde el jueves pasado, la ochava de la Casa quedó habilitada al público con la exposición de unas cien obras que recorren 37 años de trabajo «utilizando el arte como medio y no como un fin: un medio de comunicación, de encuentro, de planteo, de ida y vuelta con el otro, dado que si la obra no se comparte está muerta», expresó el Pájaro a 170 Escalones.
El recorrido propone obras plásticas íntimas, pequeñas, y otras más grandes, en diferentes soportes y con diversas técnicas, que refieren a momentos de la vida del autor, a los sentidos, a las experiencias, al amor, la muerte, el maltrato, el abuso cotidiano, a su infancia y la de otros, utilizando como metáforas y poesía. «Son pequeñas grandes ventanas en las que uno puede viajar a través. Si eso sucede, yo más que contento», formuló Carreria.
Además de dibujos y pinturas, hay fotografías en pequeño formato, una instalación de visuales y otra formada por objetos que se combinan con una puesta sonora. «Esta muestra fue armada para esa sala de la ochava», aclaró respecto a la cantidad de obras y la distribución espacial.
El artista es uno de los impulsores del grupo muralista Paraná Pinta. Adrián, según su documento, hijo de Ricardo Carreira -uno de los conceptualistas destacados de los años setenta- se mudó a Paraná hace cuatro años. Esta es su primera muestra individual en la capital provincial luego de participar de otras en forma colectiva, entre las que incluye los aproximadamente diez murales producidos y situados en el espacio público.
«Un concepto importante de esta exposición es que se puede observar la deshabituación del soporte y método de la obra, que está dado en la decisión de pintar sobre sábanas o tablas. La fotografía, a su vez, está hecha con baja tecnología, algo que vengo experimentando desde hace 30 años: poder generar obra con tecnología cotidiana, con lo que uno tiene», compartió. Los videos que se proyectan en la pared del fondo también fueron realizados con celular y editados con aplicaciones de descarga gratuita, pensando en la democratización de la herramienta y en poder mostrar que para producir no hay que limitarse por no contar con los mejores materiales.
Finalmente, se destaca en la muestra la instalación de un ensamble de objetos que refiere a la memoria familiar: una antigua valija de madera cargada de botones grises apoyada sobre una mesa de luz de la que sale el sonido de un murmullo constante. La valija era del abuelo del Pájaro y la mesa de luz de los abuelos de Fernando Solanas, un músico interesado en el arte sonoro que colaboró en la propuesta con la generación de la pista de audio que se escucha, tanto desde dentro de la mesa de luz como en la zona de la proyección de visuales. Los botones, contó el Pájaro, eran de la sastrería de su abuelo y desde hace 70 años daban vueltas en su familia. Lo que suena -y se aprecia mejor cuando aminora el tránsito sobre 9 de Julio- son murmullos en un segundo plano. «Da cuenta del evento social, de la crítica de arte. Tiene una cuestión minimalista de haber sido generado con la tecnología al alcance y un pequeño parlante bluetooth dentro de la mesa de luz», explicó Solanas.
«Quienes vengan se van a encontrar con un poco lo que sucede en mi cerebro. Cómo cuento algunas cosas que he visto y vivido», invitó Carrerira.
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