Para saber por dónde se camina

TEXTO Y FOTOGRAFÍAS FRANCO GIORDA

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Entre los circuitos recreativos que tiene Paraná, el Paseo Jardín Marcelino Román tal vez no sea el más concurrido. Las razones de esto son materia de discusión. Más allá de cuántos sean los que lo elijan, se trata de un sitio representativo de la geografía y el ambiente de Paraná. Está diseñado a partir de un brazo del arroyo La Santiagueña que cae desde un salto hacia una pequeña «olla», sigue su curso entre altos árboles, para luego pasar por debajo de la calle Güemes. La profundidad del terreno es notable: las copas vegetales se pueden observar desde arriba si la perspectiva se proyecta desde las barandas ubicadas sobre Moreno y De la Torre y Vera.

Es cierto que el agua no llega limpia: emana olor y su color es sospechoso. No obstante, este rincón urbano y natural es propicio para conocer las características del territorio donde se habita. Adentrarse en esa hondura permite conocer el corazón de la barranca.

En general, los arroyos y los desniveles son vistos como obstáculos a sortear según el criterio cuadricular de la ciudad. Sin embargo, hay allí un ejemplo de diseño a partir de una cuenca que permite que construcciones, personas y ambiente mantengan una relación más o menos equilibrada.

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No es casualidad, pues, que el sábado pasado haya tenido lugar allí la segunda edición del Encuentro por los arroyos vivos, organizado por la Fundación Puente a la Vida y acompañado por el Colegio de Corredores Públicos Inmobiliarios y la Municipalidad de la capital entrerriana a través de las secretarías de Ambiente y Turismo. En ese marco, hubo feria de productos orgánicos, música en vivo, pintura de mural, juegos y sorteos.

Juan Manuel Paoletti, de La Tribu del Salto, le dijo a 170 Escalones que el lugar se eligió porque  «es un parque que está integrando a la ciudad. Si bien en su uso cotidiano los paranaenses lo hemos abandonado o lo tenemos olvidado quizás porque está escondido, es un modelo de intervención donde se ha respetado el cauce del agua en el diseño. Nosotros queremos eso: que se empiecen a integrar los cauces de agua a la planificación urbana» y agregó «al Paseo Jardín hay que habitarlo y cuidarlo más (sacarle las cloacas, la basura, como a todos los demás cursos de agua) porque tiene una parte verde disfrutable. Entonces, decidimos organizar el encuentro acá precisamente para disfrutar lo que tenemos y desde ahí recuperar lo que hemos perdido».

Efectivamente, el espacio fue ocupado de un modo diferente al habitual y, por un rato, resignificado. Los feriantes ofrecían productos agroecológicos, orgánicos, biodinámicos y elaboraciones caseras que siguen los parámetros de la alimentación consciente (paradigma que apuesta a la comida saludable). Los concurrentes caminaban a paso lento entre los puestos, preguntaban y compraban. En las mesas dispuestas debajo de una pérgola se comía, se descansaba, se escuchaba música y se tomaba mate o jugo exprimido. Los grandes conversaban y los gurises andaban entre los juegos.

Mientras tanto, Paoletti siguió explicando que «el curso de agua pertenece a la cuenca La Santiagueña. Es un brazo del mismo arroyo donde se encuentra La Tribu del Salto en calle Nogoyá. Nace a la altura del Cristo y forma su primera laguna donde está la plaza de la terminal de ómnibus. Debido a que la laguna fue tapada se generan las roturas en Cura Álvarez y 25 de Mayo. Los límites de la cuenca son, por un lado, avenida Ramírez y, por el otro, calle San Martín y Buenos Aires».

Los conocimientos que trasmite este activista tienen que ver con «saber dónde caminamos, dónde estamos viviendo y la geografía de nuestra ciudad que es muy particular: de arroyos, cuencas y barrancas».

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Actores

Además de las características del lugar, en las charlas, cualquier curioso se podía enterar de las historias de los puesteros. Por ejemplo, en uno de las mesas se ofrecían ricos bocados elaborados con zanahorias, berenjenas, rúcula, salsa criolla y panqueques de masa madre. Estas elaboraciones eran preparadas por un grupo de padres de la comunidad educativa La Caracola, entidad que impulsa un aprendizaje alternativo al tradicional.

En otro stand, Cina Citera, ingeniera agrónoma que trabaja con agricultura alternativa, biodinamia y agroecología contaba que en su casa de Sauce Montrull lleva adelante el emprendimiento La vaca rumbera y que tiene un almacén ambulante que se llama Verde que te quiero. «Yo soy feriante. Participo de la Tribuferia desde el primer momento. Me siento identificada con los chicos y comparto los principios de cuidar los arroyos, de mirar nuestra ciudad de modo diferente, de trabajar una comida consciente» indicó. «El trabajo que yo hago no es solo vender el producto, yo vengo con los libros y explico que tenemos la posibilidad de producir de modo diferente al modelo convencional que nos obligan a consumir. Para eso, los agrónomos y productores tenemos que prepararnos. Estudiar esos diferentes modos porque no los enseñan en la universidad ni en las escuelas agrotécnicas», añadió.

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Entre arroyos

Paula Armándola, integrante del Centro de Estudios Inmobiliarios e impulsora del proyecto de ley Entre Ríos, entre arroyos dijo a este medio que «lo importante es tejer redes territoriales y trabajar en conjunto y de modo colaborativo porque el territorio es de todos y es entre todos que debemos protegerlo y defenderlo. El primer gran paso es reconocerlo». Más adelante, agregó «Entre Ríos tiene más de siete mil setecientos arroyos y hay más de dos mil que no tienen nombre. Entonces, tenemos un gran problema de reconocimiento del territorio. Ningún municipio de la provincia ha planificado con los territorios. Esto se debe a que hemos copiado la manera de urbanizar ibérica con la ley de indias. Esto ha fraccionado sin tener en cuenta nuestra geografía. Esa pérdida de territorialidad que tenemos en nuestras reglas de juego es la que nos lleva a la conflictividad de hoy en día. Creemos que la solución para disminuir esa conflictividad que afecta de modo económico, social y ambiental a las personas es reconociendo el territorio en los usos de suelo que es la herramienta que tiene el Estado para plasmar la planificación».

En cuanto a la mencionada iniciativa legislativa sostuvo que «fue aprobada por unanimidad en diputados y ahora se encuentra en la comisión de Salud de Senadores. Tiene que ser incluida en la agenda para su tratamiento. Estamos esperando que eso suceda y apelamos a través de los medios a que se pueda tratar el proyecto de ley que solamente tiene tres ejes: la recolección de información para la toma estratégica de decisiones; la articulación con educación porque no podemos cuidar, proteger y bien gestionar lo que no conocemos; y que también las microcuencas sean consideradas como unidades operativas de planificación territorial».

La apuesta de las organizaciones reunidas es que la actividad humana se lleve adelante a partir de esas unidades territoriales que son consideradas indivisibles. Un soleado sábado de invierno fue propicio para divulgar la idea y que la sociedad civil rehabite un sitio que por poco transitado no deja de ser un modelo de parque urbano. Servirá de testimonio el mural que plasmaron los artistas sobre una de sus paredes.

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