TEXTO Y FOTOGRAFÍAS NATALIA MATURANA
El sol abrazó cálidamente a los niños, jóvenes, adultos y ancianos reunidos en la tarde del 20 de junio en la plazoleta «Pocho» Vírgala, ubicada en la intersección de la calle Salta y el boulevard Moreno. Las hojas caídas de los árboles cubrían de tonos marrones, anaranjados y amarillos el suelo. El reloj marcaba las 15:00. Ese grupo heterogéneo de personas se había congregado allí, expectante e impaciente, para dar comienzo al recorrido literario Paraná lee.
En la espera, se escuchaban conversaciones indistintas, las personas iban y venían y las miradas divagaban o reposaban en alguien; otras no se dejaban ver, cubiertas por lentes de sol. Varios mates circulaban de mano en mano. El frío había dado un respiro, pero, aún así, los abrigos y las bufandas hicieron su aparición. De repente, se oyó un: «¡Hola, hola!, ¿se escucha?»
A pesar de algunos problemas técnicos con los micrófonos vincha (amplificador de volumen portátil), alrededor de las 15:30 se dio inicio a la actividad. En el marco del aniversario de la Ciudad, la propuesta fue convocada por la Editorial Municipal de Paraná junto con la Editorial de la Universidad Nacional de Entre Ríos (EDUNER).
Los recorridos literarios se vienen realizando desde 2021 con el objetivo de redescubrir la ciudad, a través de la literatura local. Se busca compartir lecturas en voz alta, poner en circulación la palabra y los cuerpos en un entorno común, en este caso: el Paseo Jardín «Poeta y escritor Marcelino Román» y sus alrededores; como la mencionada plazoleta.
«La intención es recorrer la ciudad, el espacio o el territorio urbano conociendo sus memorias, sus historias, sus calles. Por qué los monumentos son lo que son, quiénes los hicieron, qué hay detrás de las paredes y los materiales de la ciudad. Poder mirar a través de la mirada de los autores y las autoras. Que los textos nos inviten a mirar la ciudad de otra manera y que la ciudad nos invite a la lectura», dice Alexis Chausovsky, integrante del equipo de la EDUNER.
En la plazoleta, también tomaron la palabra otros narradores y narradoras que convidaron a la comunidad varios poemas sobre «Pocho» Vírgala y sobre otros autores locales como Miguel Martínez, Reynaldo Ros, Luis Sadi Grosso, Juan Antonio Vilar, Amaro Villanueva, entre otros.
Pese a los ruidos de los autos y las motos que circulaban en la calle, dificultando la escucha, las personas se acercaban para oír o incluso interrumpían la lectura pidiendo que alcen más la voz. Al finalizar cada poema se aplaudía. Algunos sonreían, otros susurraban comentarios. Parecía que los allí reunidos compartían una afición por la literatura o por aquellos lugares de la ciudad repletos de historia. Un sentimiento de pertenencia, los unía.
El guía dio indicaciones: «Vamos a cruzar hacia la plazoleta». Pisada tras pisada, la gente caminó por la vereda de la calle Güemes, cruzó y se congregó alrededor del busto del General Martín Miguel Juan de Mata Güemes Montero de Goyechea y la Corte, iluminado por el sol resplandeciente. Allí una de las oradoras comentó que es una obra hecha por el escultor bonaerense, Antonio Sibellino, y fue una donación de familias salteñas en 1925. Esta plazoleta es un espacio público emblemático que cuenta con 100 años de historia, fue una arteria que conectó el centro con el puerto de la ciudad. Luego de este repaso histórico, otros narradores compartieron una serie de poemas sobre la historia y las batallas de Güemes.
«Ahora sí, crucemos nuevamente hacia el último lugar del recorrido, el Paseo Jardín», dijo el mediador. En la vereda de enfrente un cartel con la inscripción del nombre del espacio público y una reja gris abierta señalaba el ingreso. La gente siguió un camino trazado en el suelo, adentrándose en el paisaje verdoso. En el lugar había pequeños carteles que contenían descripciones de los diversos árboles allí plantados. Con el canto de los pájaros de fondo, el clima se volvió calmo y sereno.
Entre el verde estaba ubicado el stand de la EDUNER con varios libros a la venta. Caía la tarde ya, los últimos rayos de sol en aquel lugar fueron el escenario perfecto para disfrutar de los últimos poemas en torno a Marcelino Román. Algunas personas se sentaron en el suelo, otras permanecieron paradas dispuestas a escuchar. Mientras tanto, los niños reían, corrían y jugaban en la plazoleta.
Dando cierre a este encuentro en comunidad, vecinos y vecinas de la zona también participaron leyendo otros textos de autores y autoras regionales. Alrededor de las 17:15, la actividad cerró con un sorteo de libros de la EDUNER para que la lectura siga circulando.
Este tipo de propuestas «sirven para multiplicar voces y mundos», dijo Chausovsky y culminó con un «gracias» sincero. Un fuerte aplauso indicó el fin. Las lecturas que se compartieron aquella tarde posibilitaron el encuentro en un espacio común, habitándolo y recuperando historias que perdurarán en el tiempo.
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