Le creció la cabeza a la gansa

TEXTO Y FOTOGRAFÍA PABLO RUSSO

 

 

Al bajar por la Cuesta de Izaguirre el bucólico paisaje del río e islas se veía interrumpido, hasta hace algunos días, por la trágica presencia de la escultura de una gansa sin cabeza. Como una referencia involuntaria del cuento de terror de Horacio Quiroga (La gallina degollada) así permaneció el plumífero durante años, hasta que en un acto de compasión alguien le restituyó su parte superior.

 

 

Lo extraño es que no se trata de una iniciativa oficial y, hasta el momento, las autoridades municipales desconocen quién fue el autor o autora de esta intervención pública que resulta una suerte de acto vandálico invertido, ya que en lugar de destruirlo anonimamente, lo reconstruyeron.

El ave forma parte de una serie de esculturas que están en ese sector del Parque Urquiza desde fines de la década del ochenta y principios de la del noventa, cuando Celia Schneider estaba al frente del programa municipal «Todas las manos». En algún impreciso momento de los últimos años esta obra fue dañada. Durante un tiempo le colgó la cabeza original que terminó perdiendo, y así quedó hasta inicios de agosto, cuando fue objeto de la misteriosa restauración. Además, en lugar de un solo huevo, el animal ahora tiene tres a su cuidado.

La gansa de los huevos de oro, la pieza original en cuestión, fue producida por Manuel Gerike, instalada en 1991. ¿La nueva versión de la cabeza guardará algún tipo de relación con la original o se trata acaso de una interpretación libre? Gerike es el autor del Monumento al Pescador ubicado en la entrada a Puerto Sánchez, y del Monumento al Estibador situado en el muelle de Villa Urquiza.

Un poco más allá del Paseo de las Escultura, el viejo Yacaré sueña con que le vuelvan a injertar la parte de su cola cortada.

 

 

 

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