TEXTO PABLO RUSSO
Se acerca una mujer a una estación de servicios y dos empleados que la consideran «infumable» la secuestran en una bolsa de residuos y la cargan a una camioneta con destino lejano. Todo ocurre en la Shell de Erich Wagner y Cía S.R.L., en Crespo, localidad del Departamento Paraná, en Entre Rios. Los hechos están narrados en breves imágenes de cuarenta segundos de duración que si bien no sucedieron realmente, sí fueron representados en pantalla y puestos a consideración pública -por un breve tiempo- en redes sociales. No se trata de la sinópsis de una historia de terror, de un thriller o una reconstrucción histórica de los años setenta. Tampoco es un chiste de mal gusto. Pretendió, sí, ser un reel de marketing oficial de esa estación de servicios.
La situación fue escenificada, actuada, espectacularizada. Intervienen al menos cuatro personas y, aparentemente, a ninguna le pareció que estaban haciendo algún tipo de apología de la violencia de género. La naturalización de lo que se muestra es absoluta. Alguien lo pensó, escribió un guion, convocó a los demás y lo llevó a la práctica. Luego, con el resultado de la filmación de diez planos generales, armó una edición que construye un discurso audiovisual con diálogos claros y una acción concreta que termina con una música extradiegética sobre el final para reforzar la idea de tranquilidad de los playeros que comparten el mate. Los diálogos y lo que se ve no dan lugar a ninguna ambivalencia de interpretacion: «Otra vez la piba esta, loco, ¿Cuándo va a ser el día en que la metamos en algo y la mandemos por ahí?», expresa uno; «Estoy cada día más cerca», le contesta el otro; «En serio, impresionante lo que molesta», sigue la charla; «No, es infumable». Corte. Uno de ellos le pregunta a un hombre cuál es su destino: Formosa. Corte. En dos segundos, promediando el corto, los empleados atacan a la mujer por atrás metiéndola en una gran bolsa negra de residuos. Corte. Tiran la bolsa atrás de la camioneta. Corte. Saludan al de la camioneta que se va. Corte. La camioneta se aleja por la calle, suena la música de fondo. Corte. Los dos tomando mate: «Qué paz, por fin», dice uno; «Esta piba no va a joder más. Era hora, loco», cierra el otro.
Una vez en las redes, alguna vena tocó en ese espacio público virtual en la que los haters y trolls suelen llevar la delantera. Esta vez, la indignación traducida en críticas desbordó las prácticas habituales y transcendió incluso a nivel nacional. La empresa y la productora del video, Aixa Contenido Digital, asumieron la responsabilidad. Aixa, en sus redes (en las que borró todo su contenido), expresó que la idea era transmitir un contenido positivo pero tuvo interpretaciones erróneas. «Lamento sinceramente si el mensaje causó incomodidad en algunas personas. Como mujer, comprendo la sensibilidad que ciertos mensajes pueden generar», comentó la creadora. «Asumimos nuestra responsabilidad», expresaron en un comunicado desde Shell Crespo: «Reconocemos que el material compartido fue totalmente inapropiado y puede interpretarse como una apología de la violencia de género. De ninguna manera esa fue nuestra intención. Somos concientes de la gravedad de esta problemática en nuestra sociedad y lamentamos profundamente haber generado dolor, enojo o malestar en la comunidad, especialmente en mujeres y diversidades», sostuvieron desde Erich Wagner y Cía S.R.L. La jueza de Paz de Crespo, Vanesa Visconti, tomó intervención de oficio habilitada por la Ley 10.956, sancionada en 2022, que promueve la protección integral de las mujeres en Entre Ríos y prevé el abordaje de la violencia de género en todos los sectores de la sociedad.
Es llamativo que una producción similar -que utiliza la violencia para la eliminación de mujeres en una bolsa de consorcio- haya sido publicado por la YPF de Marcos Juárez, en Córdoba. La red de Periodistas Feministas de Entre Ríos emitió a su vez un comunicado que considera que el material «hace apología de un delito y es claramente un hecho de violencia mediática y simbólica de género». Y agrega: «Lamentamos profundamente que una empresa como ésta, para tratar de lograr de atraer la atención de consumidores, utilice un recurso en el cual se fortalece el mensaje de la violencia de género, en un país donde se comete un femicidio cada 27 horas».
Estas imágenes, en un mundo ultra saturado de tales, confirman, en cierto modo, algo de lo que es capaz el ser humano bajo el sistema -patriarcal- imperante cuando actúa sin filtros: una estética del horror y la apología de la violencia de género que, en este caso, activó alarmas y actuó como boomerang por las interpretaciones críticas de las lógicas arraigadas que las hicieron posible.