Butaca 170: La noche de Tilda y Elda

TEXTO PABLO RUSSO

FOTOS FICER y PABLO RUSSO

 

 

Un espectro recorre el FICER en su sexta edición: la figura de Tilda Thamar, una actriz rescatada del olvido del tiempo que renace en este nuevo siglo de la mano del Festival. En las calcomanías oficiales, en un altar pagano en la zona de las muestras e instalaciones, en un premio a la trayectoria que se entrega a partir de 2024 y, sobre todo, en la pantalla al aire libre en la que en la trasnoche inaugural se proyectó material recuperado que la tiene como protagonista.

El clima en el patio, ese espacio intermedio entre el Instituto Autárquico Audiovisual de Entre Ríos y La Vieja Usina en la que se despliega la oferta gastronómica que acompaña al FICER, era de charlas y encuentros prolongados luego de la gala de apertura y la proyección de Elda y los monstruos (Nicolás Herzog) y Monólogo colectivo (Jessica Rinland). Cerca de la medianoche, el director artístico, Eduardo Crespo, tomó el micrófono para invitar a la gente a arrimarse con sus sillas a la luz del proyector. En rápido movimiento el público se reacomodó en derredor a la plataforma de cemento alisado en la que se ubicaba la pantalla inflable.

 

 

Crespo introdujo en Tilda Thamar, cuyo nombre completo es Matilde Abrecht Niehörster, actriz, cineasta y pintora nacida en Urdinarrain el 7 de diciembre de 1917. En París la conocieron como «la bomba rubia argentina», aunque antes de su carrera en el viejo continente había trabajado en la empresa Lumiton en los años treinta. Filmó con Eva Duarte y Mirta Legrand, entre otras personalidades de su época. Falleció en Francia el 12 de abril de 1989.

Dentro de la sección Cinemateca Presenta se proyectaron los cortometrajes Tigre (1939) y Nahuel Huapi (1941), dirigidos por Carlos Alberto Pessano y rescatados recientemente por el Museo del Cine Pablo Ducrós Hicken.

 

 

Pero esto no fue todo, ya que se había anunciado una sorpresa que llegó durante una recomposición técnica de la función: Elda, la estrella glam alter ego de Diego Detona, compartió guitarra en mano un puñado de canciones litoraleñas y un bolero de Chabuca Granda. Elda, protagonista de la película de apertura, había terminado un rato antes con la charla posterior a la proyección en el CPC. El mini recital quedó como banda de sonido del segundo cortometraje: Tilda en la pantalla, Elda en el patio del FICER en simultáneo.

 

 

El final del último tema coincidió, sin ningún tipo de ensayo, con el del cortometraje. «Qué cierre para esta noche maravillosa, la magia existe», se despidió Elda entre aplausos.

En la sala grande de La Vieja Usina quedan, para quién quiera acercarse, algunos objetos personales, fotos autografiadas y pinturas que celebran el legado cultural de Tilda Thamar, estrella del firmamento cinematográfico entrerriano presente en el FICER.

 

Si te interesa lo que hacemos, podés suscribirte a la revista o convidarnos un matecito

Comparte:

te puede interesar

Scroll al inicio