21 de noviembre de 2024

Comunidad es poder

TEXTO Y FOTOGRAFÍAS AILÉN AGUILAR

 

 

El sol pegaba fuerte alrededor de las 15 del sábado 12 de octubre. Sobre la esquina de la peatonal San Martín y Carlos Gardel, un grupo de gente colgaba unos banderines de colores que el viento —lo suficientemente fresco como para aliviar el calor de la tarde— movía como si fueran alas de pájaros de colores. Charlaban, tomaban mate y se reían a carcajadas que cada tanto se hacían eco por el espacio público.

Así comenzaban los preparativos para la 23° edición del Contrafestejo. La convocatoria constó de una ceremonia que se realizó junto al monumento a la Madre, la llamada de los tambores, y números artísticos que cerraron la jornada. Además, hubo feriantes y sorteos.

Los tambores fueron ubicados detrás del monumento a la Madre; y los convocados que iban llegando poco a poco se acomodaron en las lagunas de sombra que ofrecían los árboles. Mientras tanto, también se preparaban altares y una fogata. El comienzo de la ceremonia esta vez se demoró un poco esperando que llegara gente no sólo de Paraná, sino también Santa Fe y Rosario.

 

 

«¿Vos te vas de fiesta o vas a tocar un candombe?», comentó bromeando un muchacho de la organización al pasar cuando vio a una compañera llegar con un vestido. Pero el ambiente no era otra cosa que absolutamente festivo: ropas de colores, flores fucsia de Santa Rita y plumas en los cabellos, polleras largas que volaban al caminar, termos y mates que pasaban de mano en mano. Si había una cosa que abundaba eran los abrazos, los besos, las cálidas bienvenidas. Muchos se conocen hace años; para otros, era la primera vez participando.

Hacia finales del 2002, en El Diario de Paraná se anunciaba la primera edición del Contrafestejo bajo el titular «El 12 de octubre se hará una llamada de tambores en el Barrio de los Negros», y añadían que evocarían «a quienes fueron borrados de la historia». En aquellos días esta fecha aún era considerada el “Día de la Raza” – efeméride que desde 2010 es el Día del Respeto a la Diversidad Cultural. El cambio de nombre va de la mano con el compromiso estatal de reconocer las infinitas expresiones culturales que conviven a lo largo y ancho del territorio nacional, y no únicamente asociarlo con la colonización.

Con el pasar de los años se han ido sumando otros motivos para seguir contrafestejando, sin dejar de lado su motivo inicial. «El Contrafestejo intenta propiciar un espacio de reflexión colectiva, y una profunda vocación por revitalizar nuestra identidad sin omisiones ni distorsiones, como resistencia a la globalización neoliberal», se pronuncia la organización autogestiva en su perfil de Facebook. En particular, la edición del 2024 invitaba a «habitar el espacio público y manifestarnos culturalmente en defensa de los derechos logrados y de la diversidad de nuestros pueblos».

La ceremonia comenzó alrededor de las cuatro de la tarde. Algunos de los impulsores de la convocatoria pasaron entre los grupitos que se habían acomodado en las sombras, e invitaron a colocarse alrededor del altar que había armado Ara Mimbi, quien es referente guaraní y afrodescendiente. Con firmeza y seriedad, recorriendo el centro de la ronda, aseguró que el 12 de octubre no es motivo de celebración, sino de conmemoración de la «sangre derramada de nuestros ancestros, de las mentiras, los silencios».

Por otra parte, se remarcó el compromiso que tienen las nuevas generaciones sobre el territorio que habitan, para mantener con vida la memoria de los ancestros que fueron «despojados de sus tierras», para que «los hijos de los hijos sigan naciendo en este territorio». Y eso, sentenció, incluye reconocerse en las encuestas, caminar las calles, cuidar el medio ambiente, acercarse a la naturaleza. «Todos los días contrafestejamos. Caminemos, es la única manera de amucharnos. Hagamos territorio hermano con hermano, barrio por barrio, lugar por lugar. Por la memoria de ellos, caminemos.»

Además, recalcó la importancia del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, ratificado también por Ley Nacional, que reconoce la identidad de los pueblos originarios y la territorialidad de ellos por sobre el Abya Yala. Este es un término que utilizan estas comunidades para referir al continente americano y re-apropiarse políticamente de él. 

 

 

 

Vuelven a sonar los tambores en el barrio del Tambor

Nora Aracil presidió lo que antecedió a «la llamada». Previamente se había invitado a los presentes a tomar unas semillas, dispuestas en unas bolsitas de tela en el altar, y a través de ellas invocar intenciones que se colocaron en un jarrón de cerámica. Ella invitó a nuevamente a formar una ronda, esta vez un poco más grande y tomados de las manos, alrededor de los tambores. «Nuestros padres africanos fueron arrancados como árboles desde las raíces, antes de venir a América. Somos la matriz que viene a dar señal de que existimos, existimos desde el principio del tiempo. Comunidad es poder», exclamó. Luego, motivó a cerrar los ojos e imaginar un lugar feliz para todos, y culminó con un canto.

Debido a las demoras en el horario de comienzo de la ceremonia, se acordó que el recorrido se acortaría a la mitad. Algunos de los músicos a cargo de los tambores que pronto sonarían por el barrio, comenzaron a correr para avisar a sus compañeros que estaban arreglándose. Otros mandaban audios y escribían en sus grupos dando el mismo mensaje. El punto de largada se ubicó en la esquina de Garay y Buenos Aires.

Luego de que la mayoría tuviese la cara pintada y sus tambores al cuerpo, las agrupaciones a cargo del candombe partieron al lugar acordado. A la par de ellos iban familias completas, desde abuelos hasta bebés en carritos, grupos de amigos, y perros que alegremente caminaban junto a sus dueños. 

Alrededor de las 17:15, los tambores se empezaron a oír y los menos tímidos comenzaron a moverse al ritmo. De a pares, en grupos o solos, improvisando o coreografiados, pronto la mayoría estaba participando del baile que se generó en la calle y las veredas. El primer grupo que partió hacia la esquina de San Martín y Gardel estaba compuesto por alrededor de 10 tambores y algunas bailarinas que alegremente coloreaban la calle como con pinceles, con telas que el viento y la danza parecían darles vida propia.

 

 

El barrio del Tambor es la zona donde se ubicaron los africanos esclavizados que habían sido liberados en el siglo XIX. Éste se emplazaba en los terrenos entre la Escuela Sarmiento y la orilla del Río Paraná. Es allí donde se gestaron manifestaciones culturales que hoy constituyen algunas de las bases de las identidades afroentrerrianas, como el candombe; y es por eso que el Contrafestejo «reclama» estos espacios —que acabaron por ser gentrificados— a través de habitarlos con la utilización de las mismas expresiones. En años anteriores este evento se ubicaba en Pasaje Baucis, pero ha sido trasladado por cuestiones de comodidad con respecto al espacio y el público presente.

Mientras se acercaba cada una de las agrupaciones, esperaban en la esquina de San Martín y Gardel cientos de personas que, expectantes, se ponían de puntas de pie para verlas llegar. En el medio de la peatonal bailaba una niña de unos dos años que se robaba la mirada y los aplausos de muchos. Sobre la plaza se ubicaban feriantes con productos artesanales como dulces, mermeladas, muñecos, empanadas y alfajores.

La última agrupación, Batería NN, llegó a la plaza alrededor de las 19:15, y todo fue fiesta. El sol ya se había empezado a poner, y las luces de la plaza Alvear se encendieron para enseñar la danza efusiva que se había apoderado de la esquina. Algún auto pasó y tocó bocina, animando a los músicos. Muchos vecinos que caminaban por la peatonal y se encontraron con el Contrafestejo, se acabaron por quedar y disfrutar del resto de la velada.

«Vuelven a sonar los tambores, como tantos años atrás, en el barrio del Tambor», expresó con emoción una oradora en el micrófono del escenario que se había armado detrás del mástil de la plaza. A las 19:25 empezó el espectáculo que culminó con el Contrafestejo, que contó con los números artísticos de Cuero Al Viento, Salto Pa Tras, María Guadalupe Abero, Movimiento Lalita y Danza Combate, Palmonte Percusión, La Del Bolsillo, y Bololó Afrosamba.

 

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