21 de noviembre de 2024

El hombre que contagia alegría

TEXTO PABLO RUSSO

FOTOGRAFÍAS FEDERICO ROJAS

 

 

«Viva tu, Gualeguaychú», cantó Manu Chao sobre el escenario de BKN el lunes 28 por la noche, ante un par de miles de personas que se congregaron en esa ciudad entrerriana para el inicio de la gira mesopotámica del músico, compositor y productor francoespañol.

En viaje inagotable, Manu Chao había anunciado su regreso a la Argentina en formato de show ultra acústico «solito en el escenario», en el que en realidad estuvo acompañado por Matumati (Matías Giliberto, rosarino barcelonés) y por el hiphopero Rayo -alias Big Buda- (Martín Spagnolo, oriundo de Villa Fiorito, como indicaba la remera que lució con orgullo).

 

 

El encuentro en la disco Bikini, frente al río Gualeguaychú, prometía «lo peor de la rumba. Canciones de rompe y rasca, una hora de rolas taberneras», con temas nuevos y los de siempre, en su clásico formato ininterrumpido entre canciones en varios idiomas y que también el cantante mezcló entre sí eligiendo la intro de uno y los remates de otro.

Gente de todas las edades y procedencias geográficas diversas vestidas con camisas floreadas o simples camisetas de equipos de fútbol, se arrimaron a la cita caminando la noche primaveral por la costanera gualeguaychense, después de las previas correspondientes. Ese lunes, a contramano de la semana, José Manuel Tomás Arturo Chao Ortega se presentó desde las 21.30 con sus malavidas, despedidas clandestinas y calles y más calles, para contagiar alegría y combatir la soledad en un mundo al revés. Y vaya si lo logró.

Manu comenzó agradeciendo al final del tercer tema y ante un breve problema de sonido arengó «pase lo que pase, seguimos». Y lo hizo durante toda la noche con su guitarra a cinco cuerdas, con la sexta colgando cual espagueti. El primer anillo cerca del escenario fue el del baile y el pogo. Un poco más alejados estaban quienes se movían rítmicamente y también filmaban con celulares entre botellas, latas y remeras de Mano Negra en alto. Uno incluso alzaba una guitarra criolla y otro, cada tanto, cuando los ritmos tocaban sus fibras más íntimas, desenrollaba un cartel a mano alzada con el nombre de su procedencia: Rosario. Más alejados se situaban quienes observaban a sus anchas. Dos grandes aberturas en el techo habilitaban una ventilación permanente de los humos del cannabis y algunas banderas decoraban el entrepiso: «Fumigar viola ddhh», se leía en una de ellas.

A los 20 minutos llegó el estreno «Viva tu» -nombre del álbum de reciente lanzamiento, única escenografía presente en el tablado en un telón de fondo con una carta de tarot gigante preparado por Guillermo y el Mono Saavedra, integrantes del colectivo rosarino de muralistas Arte por libertad-, al que le siguieron una serie de clásicos como «La vida tómbola», «Me quedo contigo (Si me das a elegir)» y «Me llaman calle». El rapeo de Rayo en el tema maradoniano incluyó un «siempre Pelusa, nunca peluca».

 

 

Antes del clásico de Mano Negra «Señor Matanza», los músicos convidaron una versión de «Huelga de amores» de la aplanadora del rock, que dos días antes había hecho su presentación en La Paternal. El continuum propuso «Próxima estación», «La primavera» y «Mala vida». Rayó consignó: «arriba el hip hop, abajo el DNU». Otro momento explícitamente político fue cuando el cantante extendió sus brazos y ambas manos con los dedos en «V» para pedir, reiteradamente, paz en Palestina.

«¿Seguimos?», preguntaba a cada rato Manu, de gorro y musculosa negra, antes de «Je ne t´aime plus». Hubo dos bises largos, en el primero sonó «Clandestino», tema en el medio del cual subió Federico Peralta, gestor cultural que también hizo posible el encuentro, quien dijo estar «muy agradecido por la generosidad de este artista que se compromete, que tiene mucho para decir y que sigue diciendo y abriendo estos espacios en una ciudad chiquita para regalarnos este show que es increíble». Peralta continuó recordando la importancia de las distintas organizaciones que hacen a la vida en comunidad, desde las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, estudiantes organizados, colectivos que hacen a las luchas ambientales «y toda la fuerza de esto, que somos todos nosotros cuando nos juntamos».

«Cómo que no» (de Gustavo Pena, «el príncipe») y «Qué hora son mi corazón» formaron parte de las últimas rolas, en las que también le habilitaron el micrófono a TRIKO, artista de freestyle local, en «Me gustas tu».

Un amague final de volver al escenario, en el que Matumati incluso se calzó la guitarra, fue solamente un saludo más al público que fue descomprimiendo lentamente después de dos horas y diez de poderosa felicidad musical. La desconcentración pobló la parrilla al paso de la esquina y la baranda de la costanera local. Un grupito quedó en la puerta esperando a Manu Chao para la foto, para el abrazo, para el agradecimiento de corazón.

El derive entre los ríos Uruguay y Paraná sigue para el solista sin fronteras el próximo jueves de octubre en Concepto Yapiré de Corrientes y el primer domingo de noviembre en Unma de Posadas.

 

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