20 de noviembre de 2024

El lapacho blanco del este

TEXTO Y FOTGRAFÍAS PABLO RUSSO

 

 

La mayor parte del año pasa desapercibido, pero al igual que los eventos que tienen sus rigurosidades de calendario, las flores comienzan a aparecer desde mediados de agosto -como ocurre con el resto de ejemplares de su especie en Paraná-. Para principios de septiembre el lapacho blanco de la esquina de Crespo y Churruarín atrae las miradas en todo su esplendor.

 

 

El lapacho blanco es una rareza dentro de la familia de los lapachos rosados, árbol natural del sur de Bolivia, Brasil meridional, norte de Argentina, este de Paraguay y Uruguay que crece en la cuenca de los ríos Paraná, Paraguay y Uruguay. En la capital entrerriana abundan los rosados, pero un par de ejemplares casi albinos llaman la atención. Su crecimiento es lento, sus flores aparecen antes que el follaje, prefiere climas húmedos y cálidos, es sensible a heladas y se desarrolla en terrenos secos y arcillosos. Lo extraño de los blancos es que se trata de genes recesivos y, según los expertos, de sus semillas no se obtienen otros iguales sino que crecerán rosados. 

Uno de ellos, quizás el más conocido, es el que está en la entrada de una farmacia en avenida Ejército, hacia el sur del centro de la ciudad. Suele ser noticia cada año al florecer y muchas personas lo creen único, pero al este de la ciudad existe este otro en una zona que hasta hace unos años era aún suburbana. También hay de estos árboles en el Parque Urquiza.

 

 

La vereda es de tierra en Crespo al 2200, donde crece el lapacho en la entrada de una casa tipo chalet, frente a un almacén de barrio, una vinería, una empresa de internet y otros comercios. A igual distancia -un par de cuadras- del Lomas del Mirador y del Paraná XIV, el árbol de unos ocho metros de alto embellece el paisaje en un cruce de semáforos que dan tiempo suficiente para apreciarlo.

Cualquier turista urbano que se precie podría pasar a visitarlo encarando una caminata que inicie en las cinco esquinas y que, en la senda de lomadas por Churruarín, recorra el Presbítero Grella y las vertientes del arroyo Colorado hasta remontar parte del último plano elevado y descansar a su sombra, antes que su floración caduque como una nevada del litoral.

 

 

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