El río vivo

TEXTO Y FOTOGRAFÍA PABLO RUSSO

 

 

«Está vivo», dice Martha Arriola al asomarse a la carpa en la que aún duerme Luis «Cosita» Romero. Los demás ríen o hacen bromas sobre cómo y a qué hora terminaron el fogón de la noche anterior.

Son las ocho de la mañana del sábado 15 de marzo y el campamento de Remar Contracorriente empieza a desarmarse en la ribera de Pueblo Brugo. Pasaron las rondas de mates debajo del gazebo, las facturas y las galletitas de agua con mermelada. El equipo de apoyo logístico está en plena acción. Todo ocurre a veinte metros de donde quedaron amarradas las embarcaciones emblema de la travesía: La Yaguarona y La del Zurdo. Está nublado; quienes van a remar lo agradecen.

Cosita se levanta y pregunta si hay café, pero se conforma con el mate que le convidan. Una vendedora de pan casero camina por el lugar con el aroma de su mercadería aún caliente. Un potrillo corre entre los árboles. Las primeras embarcaciones -dos kayaks dobles, tres kayaks simples y una piragua- salen al río a las 9.30. Un par vienen desde el principio, otro se sumó en corrientes, luego Hernandarias el día anterior, y está quienes acompañan desde Brugo. Después arrancarán los dos botes en los que viajan Cosita con Martha y Mariano Martínez con Frank Paredes, y la lancha de «Salvemos al Paraná», en la que anda Luciano Arellano, autor de Argentina sangra por las barrancas del río Paraná.

 

 

Remar Contracorriente por el Agua y la Vida es una acción colectiva que implica a unas 180 organizaciones en defensa de la soberanía del río Paraná. Desde el 1 de marzo buscan unir la provincia de Formosa con Rosario en la travesía acuática que comenzó en la Isla del Cerrito (Chaco).

El objetivo es promover la discusión entre las comunidades costeras y visibilizar el conflicto actual ante el llamado a licitación por un dragado profundo del río. Es decir, defender las aguas del modelo extractivista que destruye la biodiversidad y precariza a los habitantes.

La acción está inspirada en epopeya de 1996 en la que dos pescadores -Cosita y Raúl Rocco- se convirtieron en símbolo de la resistencia ciudadana que logró frenar una mega represa en Entre Ríos. Además, está protagonizada por el mismo Cosita Romero, ahora de 64 años.

Elías Sigura, cuidador en el islote Curupí, y Matías Postai, ingeniero hídrico santafecino, son los kayakistas que hacen de guía. En uno de los doble van Ana Contreras y Sergio Granetto. Ana ensaya canciones del río, que se contagian al resto que intenta aprenderse la letra. El viaje alterna música a capela y silencios. La flota pasa Curtiembre a las 11 de la mañana y realiza su primera parada pocos minutos después, para estirar piernas y compartir mates y frutas.

El paisaje es de inmensidad y soledad, con alguna que otra gran construcción que asoma esporádicamente a la izquierda. Matías y Elías llaman la atención sobre las barrancas cubiertas con vegetación nativa desde su cima hasta el borde costero, algo poco frecuente que contrasta con las paredes raleadas más comunes, de tonalidades ocres. Elías es todo un baqueano de la nueva generación que se encarga de detallar los nombres de los flora circundante y sus múltiles usos.

De a ratos asoma el sol entre las nubes y brillan las puntas de las olas en el agua marrón. A la derecha transcurren las islas santafecinas, del otro lado del canal, con la marca del río bajo. «Son como un plato hondo», ilustra Elías, «tienen el albardón que rodea la laguna interna». De a ratos, bandadas de pájaros surcan el cielo con su formación característica en «v».

 

 

Transmisor de memorias

Pasando el remanso del Cerrito, cerca de las islas del Chapetón, se arma un camalote de embarcaciones alrededor de Cosita, incansable transmisor de conocimientos y anécdotas cotidianas en relación al humedal. En ese momento, Ana comparte un mensaje para Cosita, que Jorge Méndez le mandó por WhatsApp desde Oro Verde, agradeciendo la gesta. La voz del cantautor resuena en el Paraná: «me encantó lo que estás haciendo, me contagiás el amor al río». Luego cita a Marcelino Román.: «El río crece y decrece, pero nunca se termina; aquello que más camina es lo que más permanece», y agrega: «ustedes, como hombres de río, son lo que permanece».

La parada del almuerzo es en la isla frente al Chapetón. Ahí se agrega el pescador Héctor Maldonado, que vive en la desembocadura del arroyo Las conchas y que, junto a su familia, pelea contra el desalojo que pretende el negocio de la inmobiliaria de José María Armándola. Otro baqueano llega a la expedición en su lancha: el «Ruso», con parte de su familia. El almuerzo es a base de sánguches de mortadela y queso, a los que se suman latas de poroto y atún. Algunos aprovechan un rato de siesta en el pasto. Cosita, en cambio, sigue repartiendo conocimientos y relacionando la travesía actual con la de 1996. El recuerdo de Rocco ronda las conversaciones.

Pasadas las 15.30, el ojo reptiliano pintado colectivamente en la proa de La Yaguarona continúa surcando las aguas. Las embarcaciones ya no navegan dispersas, sino que se van reuniendo para los kilómetros que restan.

 

 

Banderas

Cada nave tiene sus insignias. Las banderas argentinas y entrerrianas son las que más abundan. La del Zurdo también lleva una wiphala; La Yaguarona una con las islas Malvinas, la bandera universal por la paz, la de Remar Contracorriente (el mapa de Sudamérica con un puño sosteniendo un remo) y una de la nación charrúa. Ana enarbola una bandera de la Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales (FHAyCS), otra del colectivo Compositoras y una tercera de Proyecto Par (extensión de Ciencias Económicas para generar participación ciudadana). Luego, habrá emblemas de La Porota, El espinal y el ECENAA, entre otros.

 

No se vende

Es la última etapa del día y a las nueve embarcaciones que salieron de Brugo se le van sumando lanchas, kayaks, piraguas y tablas de SUP que remontaron un trecho de río para acompañar la llegada a Villa Urquiza. Tincho Martínez es de los primeros. De pie, con aplausos, recibe a quienes transitan río abajo. Otros se integran con un grito de sapucai o un simple «Viva la Patria», que se replica entre los remeros.

De pronto ya son unas 40 embarcaciones y la cercanía a la Villa acrecienta la emoción. Se canta «No se vende, el río no se vende, el río se defiende» durante el tramo del camping, en el que la gente saluda y levanta carteles a mano alzada contra la hidrovía.

En la playa pasando el histórico muelle esperan unas 200 personas. Flamean grandes banderas argentinas, un locutor arenga al micrófono y las personas reunidas celebran la llegada. Son las seis de la tarde del sábado. Lo que sigue es una ceremonia espiritual a cargo de integrantes del pueblo charrúa y una ronda en la arena que termina con una foto colectiva.

 

 

Los discursos y el mensaje más directo y político tendrán como contexto uno de los quinchos del camping, donde se invita a seguir la charla con los remeros y a un cierre con propuestas artísticas de música y baile.

«¿Cuáles van a ser los beneficios de la entrega del río Paraná? ¿Qué va a quedar en cada comunidad, en cada pueblo?», se pregunta Cosita. «Es una imposición de dominación, un desembarco de marines en nuestro río Paraná, estamos perdiendo nuestra soberanía territorial. Se me pone la piel de gallina de solamente de pensar lo que suceda», agrega. «Tenemos que tener coraje, contagiar, hablar con mucha seriedad con los amigos, con los hijos, no va a haber otra… tenemos que hacer mucho esfuerzo para revertir esta realidad», explica. «Estamos preparados, tenemos conciencia sobre nuestro ambiente, nuestro entorno, somos parte del río y tenemos que incidir en las políticas con mucha valentía. Esto recién comienza. Que se vayan preparando los políticos para escuchar nuestras voces. Hace mucho tiempo que venimos con esto, pero hoy estamos comenzando a repensar en el mundo que queremos vivir», cierra el baqueano.

A su turno, Marta Arriola rescata que «cuando se pone el cuerpo se genera una energía diferente, y nosotros eso se lo tenemos que agradecer a Cosita y a Rocco, que hace 28 años lo hicieron, sembraron, pusieron el cuerpo. Nosotros hoy tomamos aquello, porque tenemos memoria». Marta pidió construir un nosotros como esperanza de futuro. «Lo que estamos aportando a la Argentina es algo de lo que le falta, y ha nacido del corazón de los más humildes», resalta.

La noche en el concurrido camping de Villa Urquiza se prolonga con la música en vivo. La travesía tiene previsto llegar el domingo 16 al balneario municipal de Paraná, donde los organizadores se entusiasman con una pueblada de recibimiento.

 

Si te interesa lo que hacemos, podés suscribirte a la revista o convidarnos un matecito

Comparte:

te puede interesar

Scroll al inicio