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A pocos días de la crecida fenomenal del arroyo Las Conchas, producto de una lluvia torrencial de dos días seguidos de duración con un registro de más de 200 milímetros, el caudal de agua ha vuelto a su forma más habitual. Como huella de la inquietante fuerza fluvial han quedado árboles derribados y restos del material vegetal en las copas de los ejemplares que resistieron el embate del agua. Toda la flora ha quedado inclinada en dirección al río. En medio de este paisaje otoñal, en un día aún templado, un kayak remonta el curso del afluente. Sobre un cielo de agua y en medio de una galería vegetal, el navegante va en busca de su destino.
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