Una mañana de sábado, en la bisagra entre el verano y el otoño, unos gurises pescan en la costa de Bajada Grande; algunos desde el muelle y otros en la rampa de las lanchas. En medio de la espera expectante del pique llega una embarcación con dos hombres jóvenes como tripulantes. Se ve que llegan de trabajar pero no son pescadores. Traen monturas y unas botas. Un testigo deduce que vienen de alguna isla donde crían animales. Los chicos y los que arriban se conocen. Charlan. Los mayores advierten a un grupito que se aventuró a hacer equilibrio sobre unas estrechas vigas sobre el riesgo de caerse al agua.
La escena representa un lugar, de la ciudad y del mundo, con sus protagonistas, su idiosincrasia, sus oficios, sus ilusiones y sus peligros.
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