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En la isla Puente, entre Paraná y Santa Fe, dos caballos caminaban tranquilos comiendo la vegetación costera. ¿Cómo los habrán cruzado?, ¿con qué propósito lo hicieron?, ¿cuánto tiempo llevan viviendo en ese entorno?, son algunas de las preguntas que surgieron al verlos en ese contexto.
La foto corresponde a un sábado de mediados de enero en el que algunas personas se arrimaron en piraguas y lanchas a pasar la jornada en uno de los últimos bancos de arena que quedaban antes de que el río recuperara parte de su caudal y cubriera esa superficie.
Muchos de los presentes se acercaron a los animales con la intención de tocarlos o darles de comer directamente en la boca. Ante semejante conducta, ambos equinos avanzaron sobre el terreno en el que se extendían sillones, sombrillas y carpas en busca de alimento. Les resultaba más apetitoso lo que podían olfatear en los bolsos que la hierba natural. Así fue que, a fuerza de imponer su porte, lograron robar alguna bolsa de facturas e inquietar a los paseantes urbanos devenidos isleros por un par de horas. Los corceles no hacían caso a los espantos y a los movimientos con los que buscaban ahuyentarlos. Fue una discusión larga y culminó cuando los animales decidieron seguir su camino al comprobar que no había posibilidad de entendimiento con los humanos.
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