TEXTO Y FOTOGRAFÍAS JOHANNA PELTZER
El tradicional paseo de compras de Paraná cumple ocho décadas este año y lo celebra con la habilitación de esperadas mejoras edilicias. Luego de la inauguración del Tramo I de la remodelación, los feriantes del extremo que da hacia calle Nogoyá comenzaron a instalarse en los nuevos y luminosos puestos.
La Feria de Salta y Nogoyá tuvo diferentes matices a lo largo de su historia, pero nunca cambió la esencia de mercado popular que ofrece productos a precios accesibles para los vecinos. Más de 40 puestos se extienden a lo largo de sus 671,50 m2 cubiertos y 149,08 m2 semicubiertos, y se puede encontrar de todo: desde pastas, fiambres y quesos caseros, hasta cerveza artesanal, ropa y artesanías en cuero.
El movimiento de clientes varía según los días y horarios, incluso fechas específicas, pero la clientela de siempre se mantiene y, sobre todo, la garantía de calidad de origen local. Sin embargo, el paso del tiempo y la falta de obras la habían dejado ediliciamente estancada en el tiempo, con instalaciones obsoletas. Los pisos y paredes estaban deterioradas, al igual que las aberturas, techos y baños. Hoy, el panorama es otro y continúa cambiando.
TBT
La Feria de Salta y Nogoyá fue creada a principios de 1940 y fue la tercera que existía en esa época en la ciudad, junto con el mercado del Sud y el Abasto. En esa época era muy diferente a lo que vemos hoy o incluso hace años atrás: «Mi mamá venía siempre y me contaba que el piso era de tierra y los puestos eran como unos carritos, con techo, que se ponían acá», contó Ana Claudia Báez, feriante hace más de 16 años.
El relato urbano cuenta que en esa época, chicas y muchachos jóvenes salían de bailar a las 5 de la mañana y era cita obligada acercarse a la feria. «Se juntaban a tomar chocolate caliente con churros acá después de los bailes y mi vieja venía siempre.», agregó Claudia. Otros contaban que antes de ir a jugar al fútbol a la cancha de Belgrano (que estaba ubicada enfrente en diagonal), los jóvenes también pasaban a degustar las masas antes de calzarse los botines. ¿Anécdotas? Miles.
Con el transcurso de dos años después, la zona fue cambiando y los carros dejaron de acercarse a la zona por los fuertes olores que emanaban, ya que trabajaban a carbón y leña. En ese entonces, la comercialización mermó, pero finalmente el 20 de agosto de 1982 se llama a licitación para la obra edilicia en el predio adquirido al Independientes Bochas Club.
Esta construcción permitió la instalación de 46 locales fijos y 31 movibles para la venta de diferentes tipos de productos regionales, embutidos, carnes, frutas y verduras, panificación, artesanías y ropa. Además, hasta se previó la instalación de cámaras frigoríficas, revistiendo las paredes de azulejos y el piso de granítico. Ambos detalles que hoy persisten.
En obra
En marzo del año pasado, el intendente Adán Bahl dio a conocer el proyecto de remodelación integral de la feria con el objetivo de ponerla en valor, recuperar el espacio histórico y, sobre todo, generar un ambiente cómodo, seguro y accesible tanto para feriantes como para clientes. En abril se abrieron los sobres y en julio comenzó la obra.
«Era una necesidad poner en condiciones y reafirmar el valor histórico de la feria, por eso se hizo un proyecto a través de la Unidad Ejecutora Municipal (UEM). Se elaboró y, en conjunto con otras áreas, se presentó el año pasado. Es una obra muy importante para la ciudad y está financiada en un 100 por ciento por fondos municipales, lo cual es un orgullo», aseguró el ingeniero Julio Arduino, coordinador ejecutivo de la UEM.
Los trabajos incluyen cambios en la cubierta exterior y pisos; renovación de paredes y equipamientos; en los puestos colocación de cielorraso, mesadas, artefactos, recubrimiento interior y renovación de rejas y cartelería; instalaciones eléctricas, de agua, cloacales y contraincendios; remodelación de baños e incorporación de módulos para personas con discapacidad; recambio de extractores, reparaciones de aireadores, entre otros. La obra está a cargo de la firma LyC Construcciones S.A. La inversión supera los 92 millones de pesos.
El proyecto está dividido en tres partes: la primera el sector hacia calle Salta, la segunda hacia El Plumerillo y la tercera el centro. El Tramo I fue habilitado en marzo y esta semana, finalmente, nueve emprendedores llevaron adelante la tan esperada mudanza. «El Tramo II ya está en marcha, va despacio porque la mudanza provisoria de los puesteros lleva tiempo, pero se acelerará en los próximos días. Esperamos que en cinco o seis meses esté terminada», cerró.
Economía social
El emprendedurismo, la artesanía o el trabajo informal ha crecido muchísimo a lo largo de los años y, en la pandemia, de forma exponencial. Brindar lugares, condiciones y oportunidades para estas personas es una necesidad y política que los gobernantes deben adoptar, sea la jurisdicción que sea.
Actualmente, Paraná posee cuatro ferias de alimentos fijas (33 Orientales, Perú 38, Mercado Sud y, por supuesto, Salta y Nogoyá), dos itinerantes (El Mercado en tu Barrio, semanalmente, y El Mercado dos veces al mes) y una los domingos (Periurbana en el Parque Botánico). Sin embargo, el movimiento económico que crean es representativo.
«La social es una parte de la economía que está generando un movimiento en escala que es necesario atender y potenciar. En Salta y Nogoyá hay un movimiento muy importante entre semana, pero los domingos se duplica. Prácticamente, el domingo se vende lo mismo que toda la semana junta, lo que evidencia que es un paseo obligado del paranaense», aseguró Vanina Alessi, subsecretaria de Inversión y Empleo de la Municipalidad. «Lo más importante de la obra es la resignificación que le da al lugar. Fueron tus abuelos, fueron tus padres y ahora vas vos. Es un clásico y ahora va a estar más linda que nunca», finalizó.
Primera persona
La Feria de Salta y Nogoyá es lo que es por la gente, porque ediliciamente en 80 años tuvo diferentes mutaciones, pero el sello que dejaron las personas, los feriantes, los clientes, es imborrable. Cuando uno ingresa, el primer puesto con el que se encuentra es el de Carlos Arcati, verdulero, que hace más de 12 años está en ese lugar. «Primero comencé como empleado, pero con el correr de los años mi jefe se puso grande y no quiso trabajar más, entonces de a poquito empecé a pagar la llave. Fue algo muy importante para mí, porque significó mucha confianza. Ahí empecé de a poco y acá sigo», aseguró con una sonrisa.
Hacia la derecha, ya siguiendo la luz blanca de las nuevas farolas, estaba Sergio Díaz en plena mudanza, acomodando la ropa en los estantes del sector recientemente inaugurado. «Nosotros empezamos con una mesa en el año 92. Mi suegra se enteró que acá había una feria y nos vinimos. Con el correr de los años pasamos al puesto 19 del otro lado y más adelante, en el 2000, nos establecimos acá en el puesto 9», contó. En 20 años, claro, hubo momentos buenos y otros más duros, pero las expectativas actuales son superadoras: «Estamos muy contentos y cómodos con la obra, es excelente y realmente lo esperábamos», cerró.
Cerca de la salida de calle Nogoyá se la encuentra a Argelia Gariboglio, también establecida hace 20 años. «En esa época, hice un curso de conserva y empecé a hacer dulces caseros. Como me iba bien, vine a pedir mesa y desde ahí no me fui más«, expresó y, entre risas, agregó: «Y ahora menos. ¡Mirá cómo quedó todo! La verdad no esperábamos tener algo así. Era un pedido hace años, pero nos tomó de sorpresa la obra y estamos felices», finalizó.
En la parte vieja, entre las penumbras resalta el ruido de una máquina de coser y el olor a cuero. Raúl Burgos lleva muchos años siendo talabartero, pero tan sólo cuatro en la feria. «No fue fácil conseguir el lugar, tuve que presentar muchos papeles, pero lo logré. Fue una alegría enorme», expresó. Alegría que se fusiona con las expectativas que pronto llegue su turno para un nuevo puesto: «Estoy trabajando en un lugar muy reducido, mi compañero está haciéndolo afuera. Necesitamos estar más cómodos, pero sobre todo tenemos que darle vida a este espacio que es hermoso. Yo estoy muy contento de estar acá y, encima, hago lo que me gusta. ¿Qué mejor?», confesó.
Sin dudas, las nuevas obras significaron un antes y un después en un lugar con mucha historia y las expectativas están puestas en que pronto puedan finalizarse. La Feria de Salta y Nogoyá funciona de lunes a sábados de 8 a 13 y de 16 a 20 horas, y los domingos de 8 a 13. El paseo es obligado y, sobre todo, un emblema de Paraná.