TEXTO ROMÁN MAYORÁ
Con un sonido renovado, en los primeros días de junio se publicó -sólo en formato digital- el segundo disco de Emilia Cersofio y su Conjunto. Haz incluye siete canciones de composición propia en poco menos de 40 minutos, donde Emilia (bajo y voz) vuelve a reunir al mismo grupo que la acompañó en el álbum Un viaje editado en 2018: Berna Aguirre (guitarra y coros) y Gonza Díaz (batería y accesorios). Esta nueva entrega de la compositora paranaense se grabó en los estudios Sonorámica de la provincia de Córdoba, y su presentación en vivo se hizo en La Casa de la Cultura de Entre Ríos el pasado 18 de junio. El estreno continúa en estos días, con un show en la ciudad de Santa Fe el próximo sábado 16 de julio en el Centro Cultural Provincial «Francisco Paco Urondo» (Junin 2457).
Las composiciones de Emilia Cersofio presentadas en este disco, al igual que las incluidas en su álbum anterior, escapan a la lógica de la canción pop de 3 minutos. Cada tema se toma su tiempo para introducir, desarrollar y despedir las propuestas sonoras y rítmicas, lo cual los hace más largos que el promedio de la música que nos rodea habitualmente. La mayoría están por encima de los 5 minutos de duración, y esta apuesta compositiva logra, sin escapar del formato canción, incluir variadas inquietudes en las letras y las armonías.
Esta nueva producción discográfica comienza con «La nueva», donde el conjunto se luce en formato power trío. Destaca rápidamente el sonido del bajo. Mucho más que un acompañamiento, Emilia va dibujando con las cinco cuerdas melodías que embellecen el tema mientras se presentan la guitarra y la batería. «Escenario», segundo track del disco, tiene esos aires sincopados en la música que tan bien le quedan a Cersofio para cantar sus versos, donde los arreglos (realizados por el grupo de forma conjunta) la ubican cómodamente en algún lugar intermedio entre el jazz y el hip hop. Le sigue «Ajena», donde aparece la voz en off de Ecio Bertellotti, vecino de la ciudad de Paraná recordado por su defensa del medioambiente y su oposición a la construcción de la represa Paraná Medio en la década del 90, y que en sus últimos años se volcó a la meditación. Esta intervención le aporta una veta espiritual al disco, y es a su vez un homenaje del grupo a esta figura destacada de nuestra cultura ciudadana.
Un grueso riff distorsionado y en clave rockera nos presenta «Máyica», que sigue con una estrofa melódica y despojada antes de volver con fuerza al sonido inicial, en un vaivén típico de los tríos de rock con giros spinetteanos y guiños al sonido doom metal, una combinación (y un hallazgo) que forma parte de lo más interesante del disco. El cierre del tema con zapada incluida muestra la versatilidad que Emilia logra con su voz, uniéndose al sonido oscuro de la guitarra para cantar los últimos versos. La canción siguiente, «Alta producción», sigue en la línea de la distorsión, pero presenta un cambio significativo respecto al track anterior, al pasar las voces por un filtro digital, volviendo al estilo rapeado de cantar que ya conocemos, e incorporando varios sintetizadores que le sirven de fondo.
«De vos y de mí» es un funk muy bailable con un tono intimista en la letra, donde Emilia empieza declarando «hay que explicar con palabras / pides» y termina resignada con los versos «maldito señuelo / no lo olvides mi amor / cambió tu piel / y mis escamas». El final del segundo disco de Emilia Cersofio llega con «Pozo de montaña», canción que ya había sido registrada en 2018 en el marco del ciclo Compositoras que se desarrolló en la Casa de la Cultura. Ésta es la canción más acústica y la única que presenta algún lejano aire folclórico, sobre todo en sus primeros compases. Luego, el tema abandona el tono melódico, y se despliega el power trío para cerrar un disco con un concepto claro y una apuesta hacia adelante.
En 2019, Cersofio recibió el apoyo de una Beca de Creación del Fondo Nacional de las Artes para realizar un laboratorio sonoro que le permitió trabajar en la propuesta estética de su grupo de cara a esta producción discográfica, lo cual resulta evidente al observar las diferencias respecto a su ópera prima. Si bien ambos funcionan como una sucesión lógica, el nuevo álbum de Emilia utiliza una paleta de recursos creativos más acotada y en la cual profundiza. En Haz no aparecen, por ejemplo, los instrumentos de viento y las percusiones invitadas en su debut. Es además un disco más breve y con menos canciones que Un viaje, y esto lo hace más compacto y conciso. Si bien el álbum logra transmitir al oyente la claridad conceptual propuesta durante los siete temas, algo que se extraña en el segundo registro de Emilia Cersofio y su Conjunto es el juego con ciertas influencias de la música coral y del folclore a nivel melódico y poético, que parecen haber quedado de lado a partir de las decisiones encaradas durante el proceso artístico. Incluso las influencias del hip hop y las guitarras acústicas aparecen aquí mucho menos. Las nuevas canciones muestran que el grupo hace pie actualmente en el rock, y desde allí deriva hacia otros géneros y estéticas.
Por otro lado, es incuestionable el crecimiento profesional y artístico de Emilia y su banda en los cuatro años que pasaron entre su primera aventura discográfica y este segundo volumen. Un viaje fue un excelente punto de partida, y haber mantenido el grupo que la acompaña en Haz es un acierto que sumó mucho en esta dirección, al consolidar ambas búsquedas: la personal y la colectiva. El concepto rockero del disco es contundente y se apoya en la solvencia técnica de quienes participaron en la producción, por lo que quizás no sea necesario explicar con palabras qué es. Con o sin distorsión, queda por verse a futuro la proyección que Emilia Cersofio y su Conjunto tendrán en la escena cultural local.
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