El devenir de un clásico. Si bien ya parece no rodar por su cuenta por las calles que lo habrán visto reluciente durante el siglo pasado, su reconversión cual transformer de la venta ambulante le deparó un nuevo destino: el de casilla de ventas de torta frita, pasteles y bolas de fraile. También de los promocionados como los «mejores y más ricos churros». Una tentación a la sombra de un gran árbol en la esquina de López Jodán y Almafuerte.