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«Pasame el rodillo que le dejo bien blanquito el cachete izquierdo», parece decirle un municipal al otro. Y así, trepados a su cabeza, le van haciendo una lavada de cara al robot del Patito Sirirí una mañana de agosto. Mientras el resto de la cuadrilla trabaja restaurando el común de los juegos, a estos dos varones les tocó el alto honor de la puesta a punto de uno de los iconos más representativos de la ciudad y personaje destacado del imaginario infantil paranaense. Posiblemente, cuando llega el momento de la limpieza del Cristo de Río de Janeiro o de la Estatua de la Libertad de Nueva York estas sean transmitidas en vivo desde todos los ángulos. Al Mazinger local —que se lo reproduce en estampas, gorros e ilustraciones de diversos artistas— lo registra la cámara de 170 Escalones.
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