TEXTO Y FOTOGRAFÍAS PABLO RUSSO
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Unas ciento cincuenta personas de diversos sectores, espacios autogestivos y trabajadores y trabajadoras de la cultura autoconvocados se manifestaron este miércoles 5 de agosto en el centro político de Paraná, exigiendo a los estados municipal y provincial la declaración de la emergencia cultural.
La convocatoria había circulado principalmente por redes y pedía respetar el distanciamiento social y llevar tapabocas. Vestidos de negro (en señal de luto), la concentración matinal tuvo lugar en la esquina de la Plaza 1° de Mayo frente al Palacio Municipal. Desde allí marcharon hasta la casa de gobierno provincial al ritmo de un bombo, aplausos, un megáfono y el voceo periódico de «¡Emergencia cultural!» que brotaba tanto en el frente como en la retaguardia. Los carteles a mano alzada iban desde la afirmación de que «La cultura es un derecho», pasando por el pedido de «música para niños» y «más cultura en los barrios», hasta la denuncia de que «la secretaría de cultura precariza a sus trabajadores» y la consigna «menos yuta, más espacios culturales».
La primera parada, de un par de minutos, fue a la entrada de la Municipalidad sobre calle Corrientes, a pocos metros de haber iniciado el recorrido. La segunda, en la puerta del Teatro Municipal 3 de Febrero, sobre calle 25 de junio. La tercera y última, en Plaza Mansilla frente a la Casa Gris. Allí, un hombre que se identificó como del equipo de custodia del gobernador se ofreció a intermediar en la transmisión de algún documento o escrito, pero no había nada consensuado para entregar. En cambio, se leyó un petitorio dirigido a Gustavo Bordet y luego se compartió el megáfono para quienes quisieran hacer uso de la palabra, mientras dos chicas desplegaban su arte con telas y clavas ante la mirada de los policías de guardia y la indiferencia de los perros del lugar.
«Quienes suscriben en nuestro carácter de representantes de los hacedores culturales de la ciudad de Paraná, tenemos el agrado de dirigirnos a Usted a los efectos de manifestarle nuestra preocupación y solicitar se declare en forma urgente el Estado de Emergencia Cultural. Exigimos también la regularización de los/as trabajadores/as de la cultura que aún no han podido percibir los honorarios que se le adeudan por trabajos realizados en distintas esferas de la cultura provincial», leyó Anto Fernández Pavón el escrito surgido del núcleo de la marcha, conformada principalmente por integrantes de la Asamblea por el Derecho a la Cultura y Teatristas Autoconvodxs. «Solicitamos que, más allá de la emergencia sanitaria y económica en la que nos vemos hoy inmersos, se nos haga partícipes del plan de políticas culturales que se están llevando adelante. Queremos conocer cuáles son las medidas que se están tomando para paliar esta situación de extrema gravedad por la que atravesamos y también tomar conocimiento de las políticas culturales a largo plazo que se van a ejecutar», concluyó la lectura entre aplausos.
Entre quienes hicieron uso de la palabra, Jesús Fercher, de Espacio Arandú, se refirió a la relación de amistad que varios y varias manifestantes tienen con quienes son hoy funcionarios y funcionarias (a propósito, algunos y algunas de estos funcionarios, tanto de primera como de segunda línea, formaban parte de la manifestación de febrero de 2017 denominada «Cultura despierta», convocada por la entonces naciente Asamblea por el Derecho a la Cultura). Fercher relacionó el estado de la cuestión en la cultura provincial con esta situación: «no les exigimos, somos todos amigos. No digo que dejemos de serlo, pero exijamos, tenemos que crear un punto de tensión. No hay tensión, por lo tanto la gestión es floja, por lo tanto estamos así», dijo. «Percibamos como estamos ahora: estamos unidos, organizados. ¿Qué pasó en estas últimas semanas? Empezaron a activar, tarde, algo. La organización genera presión, la presión genera que se activen las neuronas aunque no quieran o no tengan la voluntad, aparecen las ideas», argumentó. «Háganse cargo, nadie los obligó para que estén ahí», remató. A su turno, el actor Pablo Vallejo pidió «mantener esta unidad. Que no nos dividan ni los apuros ni las emergencias. Tenemos que estar mucho más calmo porque somos los que estamos perdiendo» y convocó a armar una gran asamblea y un colectivo organizado para discutir un pliego común de reivindicaciones. La semana que viene se concretaría esa asamblea para definir los puntos centrales.
Sobre el final, Cecilia Solís, de Capibara, expresó que «los gobernantes, tanto del municipio como de casa de gobierno, se adjudican no tener presupuesto. Les quiero dar un consejo: ¡Que alguna vez pisen el barrio para que vean lo que es no tener presupuesto! ¡Ahí van a ver lo que es laburar sin presupuesto!». Además de militantes y trabajadores y trabajadoras culturales de la zona de Capibá, también participaron de la marcha integrantes de La casita de mi barrio, del barrio Mosconi, y quienes hacen trabajo territorial en zonas marginadas del sur de la ciudad. A las 12:30 se dio por concluida la manifestación.
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