21 de noviembre de 2024

La Vieja, a propósito de la Masacre de Trelew

TEXTO SEBASTIÁN PITTAVINO

FOTOGRAFÍAS PABLO RUSSO Y DOCUMENTAL LA VIEJA

 

 

 

«A los argentinos nos gusta llamar “la vieja” a aquella mujer que nos dio la vida. Por lo general solemos afirmar que no hay nadie más bueno que la vieja». Con estas palabras en off, Quique Pessoa comienza el relato sobre la vida y militancia de Alfredo Kohon en el documental La Vieja. Historia de un fusilado (Producciones del Sur, 2015). Alfredo Elías Kohon había nacido el 22 de marzo de 1945 en Colonia San Antonio (Departamento de Colón, Entre Ríos) pero vivió su infancia en San Salvador y su juventud en Concordia. Es seguramente esta pertenencia al terruño lo que motivó a Producciones del Sur del Sur a realizar el documental sobre Alfredo, «la Vieja». El móvil: Alfredo Kohon fue uno de lxs asesinadxs en la masacre de Trelew, aquella madrugada del 22 de agosto de 1972. El propósito: la dialéctica y necesaria excusa de reconstruir la vida de un militante de Concordia y de reflejar los hechos de una de las acciones sangrientas más significativas en contra de las clases populares.

 


Alfredo Kohon termina los estudios secundarios en la ciudad de Concordia y parte para Córdoba donde inicia la carrera de Ingeniería Electromecánica. La politizada y activa década de los 60 lo lleva, como a miles de jóvenes de ese contexto, a militar en organizaciones políticas revolucionarias. Fue integrante del comando Santiago Pampillón y uno de los fundadores de las FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias). En palabras de Sara y Luisa, sus hermanas, Alfredo sobresalió siempre por su carácter y manera de relacionarse: humilde, sencillo y un extraordinario sentido de la justicia. Igualmente, de parte de sus compañerxs: «si lo dice La Vieja, tiene que ser así», «La Vieja es muy honesto y cuidadoso». Ese carácter y su formación política fueron las fuentes y basamentos para que le asignen a Alfredo el apodo de «la vieja» y, seguramente, lo que lo impulsó a la militancia revolucionaria (estudiantil, obrera, sindical, armada) de esa década, nada menos que contra una dictadura. El Cordobazo de 1969 lo marca con el fragor de la lucha y sintiendo en carne propia las asperezas por parte de las fuerzas, como unos de los cientos de detenidos de esas jornadas. «Ese fuego que era del espíritu, de los principios, de las grandes aspiraciones populares, ya no se apagará jamás. Allí estaba Alfredo, donde fue detenido por primera vez», destaca Gisela Romero en su libro No son solo memoria (Editorial de Entre Ríos, 2015).


Diciembre del año siguiente, como parte activa de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, lo encuentra nuevamente detenido luego de haber asaltado con un grupo la sucursal del Banco de Córdoba. Es necesario detenernos mínimamente para contextualizar que el robo a un banco, o el asalto a una empresa, no tenían la connotación individualista que tiene este tipo de acciones hoy en día. En aquellos años la recuperación de los recursos (que son extraídos al pueblo por los medios legales que impone el capitalismo) estaba totalmente legitimado por las clases populares. Estas expropiaciones se realizaban en beneficio colectivo: para financiar las organizaciones políticas, para distribuir entre desocupados o cesanteados, para garantizar recursos de las militancias y acciones barriales y comunitarias, y para solventar la lucha armada. Lucha que, cabe destacar también y esquivando todo tipo de juicios anacrónicos, estaba legitimada como un derecho a recuperar la democracia o combatir una dictadura.

 


En 1970, Alfredo es llevado a la Cárcel de Encausados de Córdoba. Allí es torturado brutalmente. Cuenta Sara; «yo lo vi por aquellos días, tenía las costillas rotas, la pérdida de visión de un ojo…», y en 1971 es trasladado al penal de máxima seguridad de Rawson, cárcel destinada mayoritariamente, por su aislamiento, a presos políticos. Su objetivo allí, al igual que les demás presxs, era la fuga para continuar la lucha política. De esta manera Alfredo conforma un grupo operativo donde se comienza a idear la fuga y que toma el penal de Rawson el 15 de agosto de 1972. El plan continuaba con el escape en vehículos hasta el aeropuerto de Trelew, a unos 15 kilómetros del penal. Pero un error de logística no permite el escape de todxs. El avión sale solo con quienes llegan primero a Trelew. Alfredo y 18 compañerxs más no logran llegar a tiempo y deciden entregarse a las fuerzas en el mismo aeropuerto de Trelew, mediante la garantía de una conferencia de prensa y la presencia de abogados, conocida conferencia que es parte gruesa y cara de la historia del pueblo, de la historia de la clase trabajadora. El engaño y la saña de las fuerzas militares ya se relamía en puerta, las garantías que se habían pactado no se iban a cumplir. Lxs prisionerxs no fueron llevados de nuevo al penal de Rawson como habían prometido, sino que se los encarcela en la base aeronaval de Trelew. Allí comienzan los últimos de sus días, bajo hostigamientos y torturas. Hipotermia, vejámenes, golpes, hacinamiento, y simulacros de fusilamiento son moneda corriente esos días. Hasta la madrugada del 22 de agosto. La versión oficial indicará un nuevo intento de fuga por parte de lxs prisionerxs. Es la versión que justificará el fusilamiento. Aún cuando miembros de las tres organizaciones que participaban de las acciones, porque hay que destacar aquí también que las acciones de esos días de agosto fueron coordinadas conjuntamente entre F.A.R., E.R.P. y Montoneros, declararon en conferencia de prensa de nivel nacional que se entregaban de manera totalmente pacífica. Es el fusilamiento a mansalva de 19 jóvenes que se encontraban presos en sus celdas. Dieciséis de ellxs, entre quienes estaba el entrerriano, murieron acribilladxs por las balas de las fuerzas militares. Tres gravemente heridxs fueron quienes nos legaron el verdadero testimonio. Una masacre recordada con tristeza y bronca a través de litros de tinta y horas de filmaciones y cintas, expresadas por motus de la clase trabajadora, por fuerza de sus compañerxs. La historia oficial la negó, la distorsionó, la intentó sepultar. Pero solo quedaron en el intento. Los compañeros y compañeras masacradas fueron: Alejandro Ulla (PRT-ERP), Alfredo Kohon (FAR), Ana María Villarreal de Santucho (PRT-ERP), Carlos Alberto del Rey (PRT-ERP), Carlos Astudillo (FAR), Clarisa Lea Place (PRT-ERP), Eduardo Capello (PRT-ERP), Humberto Suárez (PRT-ERP), Humberto Toschi (PRT-ERP), José Ricardo Mena (PRT-ERP), María Angélica Sabelli (FAR), Mariano Pujadas (Montoneros), Mario Emilio Delfino (PRT-ERP), Miguel Ángel Polti (PRT-ERP), Rubén Pedro Bonnet (PRT-ERP) y Susana Lesgart (Montoneros).


Quienes alcanzaron a sobrevivir a la masacre y dieron testimonio de los hechos, fueron luego el blanco perfecto y víctimas durante la sangrienta dictadura de 1976-1983. Ellxs fueron: Alberto Miguel Camps (FAR – asesinado en 1977), María Antonia Berger (FAR – desaparecida en 1979) y Ricardo René Haidar (Montoneros – desaparecido en 1982).

 


El cuerpo de Alfredo fue trasladado y sepultado en la ciudad de Concordia. La justicia llegó 40 años después, gracias a la lucha de familiares y amigos de las víctimas: el Tribunal Federal de Comodoro Rivadavia resolvió condenar a prisión perpetua a algunos de los responsables de la masacre y declarar a los crímenes cometidos como de lesa humanidad. Hoy se cumplen 50 años de aquella masacre, y la historia de «la vieja», de Alfredo Kohon y la de todxs sus compañerxs fusilados en Trelew, es también la de las organizaciones políticas, de la lucha de la clase trabajadora en sus distintas dinámicas y dimensiones, de la clase social oprimida y dominada que acciona por una sociedad justa e igualitaria. «La causa de Alfredo y de aquellos miles de jóvenes continúa vigente. La construcción de un mundo mejor sigue siendo el desafío. El pueblo consciente y organizado es el único capaz de hacer realidad el sueño de aquellos jóvenes, de concretar los ideales de ese muchachito entrerriano al que sus compañeros querían entrañablemente por ser más honesto que la vieja.», dice Quique Pessoa en el documental de Producciones al Sur.

 

 

 

 

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Comentarios (1)
  1. Alicia y Alberto dice:

    Aquí halle la lista.
    Respeto a su Memoria.
    Gracias

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