TEXTO FRANCO GIORDA
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«Frente al río se dice la verdad» afirma Elián Del Mestre en un verso de la serie de poemas que componen Antes el río su reciente producción poética. La obra toda fluye a partir de la correntada del Paraná y se detiene en referencias de la naturaleza y de la historia humana que están presentes en el gran torrente. Las piezas tienen una arquitectura singular en la que las líneas de texto se cortan para continuar en la siguiente a distintas alturas del renglón; tal vez, en busca de una cadencia fluvial. En su devenir, las palabras de Elián van tirando el ancla para detenerse a observar árboles, aves, peces o el barro y la humedad o a algunas figuras de la política y la poesía. Hay también melancolía y una herencia cultural que van quedando como camalotes en la orilla.
Si bien Elián Del Mestre vive hace cuatro años en Neuquén, y antes vivió tres en la ciudad de Santa Fe y también otros tres en San Cristóbal, al norte de la provincia con forma de bota, nació y creció en Paraná. Según puede leerse en el libro el apego por su origen mantiene actualidad.
Por los avatares de la pandemia, Antes el río fue gestado en la pariente del mar: «Cuando se dispuso el aislamiento me encontraba de paso por Paraná. De repente se decretó la cuarentena obligatoria y no había vuelos ni colectivos, no pude volverme. Así fue que estuve en Paraná casi seis meses, habitando la ciudad y los vínculos de una forma extraordinaria. Al principio no se podía ir al río, pero después se flexibilizaron las restricciones y el río, la costanera, eran lugares obvios. Lo viví como un paranaense más, como alguien que habita una ciudad con río. Hubo una pulsión por salir a lugares abiertos y el lugar más abierto en Paraná es la costanera, el parque Urquiza, el acceso a esa gran masa de agua marrón. Salí a remar algunas veces con un amigo» contó a 170 Escalones.
Aunque no mencione explícitamente el contexto, la experiencia transmutó en poesía. Al respecto, sostuvo: «(el río) se volvió un santuario, alejado de los ruidos, de la vorágine diaria, de los virus. Escribí en ese esquema de quietud, de ritmo diferente que propone el agua. Porque cerca del agua las cosas pasan más lento, lo importante aparece. Lo escribí yendo a la orilla, a veces desde las barrancas. Lo escribí conectando con la esencia más primigenia y obvia, la que está enfrente: la del lugar. Cosa que capaz no había pasado antes, o por lo menos no de esta forma. Se dieron ciertas condiciones, supongo».
¿Qué relación tiene el contenido del libro con el hecho de que vivas en Neuquén?
Aparece el símbolo del origen, la valoración de los paisajes habitados en el sur, los viajados, y el contraste. Neuquén queda a 1354 km de Paraná. ¿Si no me iba de Paraná hubiese escrito este libro? Creo que no, hubiese escrito otras cosas. Volver es tan importante como el origen mismo. Hizo falta un exilio, a nivel de símbolo, para poder conectar con eso. Y una vuelta imprevista, una estadía prolongada. No estaba dentro de ningún plan volver durante tanto tiempo ni en aquellas condiciones. Fue una sorpresa todo lo que trajo. El primer río que observé quién sabe a qué edad fue el mismo que estaba viendo.
¿Cómo surgió la forma de los poemas?
El libro aparece en una época de exploración surrealista que vengo teniendo. Así se explica ese toque de agramaticalidad que parecieran tener algunos versos o la estructura propia del libro. Los poemas fueron apareciendo, y a medida que iban alcanzando cierta estabilidad, comenzaba el oficio de acomodar, mover: la búsqueda. Experimenté mucho, con todas y cada una de las palabras. Buscaba desentrañar el litoral de mis propios registros. Hay una propuesta de juego acuático detrás, porque cada verso se vincula con un núcleo que se vincula así mismo con cualquier otro poema del libro: sumergir la cabeza en una misma masa de agua marrón. No tiene principio ni final, ni los poemas, ni los capítulos, ni el libro. Si bien la estructura física propia es un condicionamiento, hay poemas ubicados primero que otros, en realidad puede leerse desde cualquier lado a cualquier lado. Alguien podría leer un puñado de poemas y acceder a esa obra detrás, eso que también son los otros. Tiene un ritmo como de bajada: los poemas tienen algo de la matriz del movimiento del río, un ritmo con cierta regularidad pero no tan absoluta: se explican así las barritas que aparecen como una incorporación rítmica que acompaña esa forma de decir. Los poemas tienen encriptado el río, como paisaje, sí, pero también como santuario, como forma de decir, como mecanismo de escritura, de ser y estar. Río como símbolo. Un poco de mi historia, la propia, la que atraviesa esos poemas. Se perfiló así un libro que tiene un código particular.
¿Qué lugar ocupa Antes el río en relación a tus trabajos poéticos anteriores?
Parecería tratarse de un manifiesto de una forma de habitar la vida, una forma de vida que es litoral y que presupone el río. Construido a partir de una exploración surrealista. Este libro fue el resultado de un trabajo de casi dos años, bastante más que mis procesos anteriores. Antes el río inaugura una trilogía litoral, que próximamente continuará con El porqué de las playas y un tercero sin nombre definido.
En los créditos de la publicación se menciona a María Belén Jerez como Directora, a Erika Von Fürth como la responsable del arte de tapa y a Gonzalo Vega como el encargado del diseño interior y la maquetación. Como varios de otras producciones de Del Mestre, se trata de una edición de autor. Su catálogo completo puede consultarse en Los libros de Elián. «Es un emprendimiento editorial autogestivo desde el que gestiono la mayoría de mis publicaciones. Mi militancia histórica es la de la autopublicación como mecanismo de libertad creativa. Creo que quien escriba puede publicar, que no es tan difícil como parece», finalizó.
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