TEXTO JUAN MANUEL KUNZI
FOTOGRAFÍAS @pnalongdh
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Luqui, Nickyto, Rodo, el Chino, Hernán, Leandro, Dylan, Eze suelen subir y bajar por las calles del Parque Urquiza, sobre todo los domingos y algún que otro día de la semana. Se deslizan arriba de sus tablas y superan los 50 kilómetros por hora en los tramos más veloces para completar la faena en menos de un minuto.
Explican que «setean» la patineta con precisión quirúrgica porque un error se paga con el cuerpo pegando en el asfalto. Usan cascos y protecciones, pero se queman la piel cuando pierden el control. Utilizan intercomunicadores para coordinar las bajadas con el amigo o la amiga que se cope a cortar el tránsito vehicular que siempre es intenso sin importar el día. En Paraná hay muchos vehículos motorizados, que van rápido y a la mayoría les molesta frenar; sobre todo si lo que viene de frente es un grupo de patinadores veloces.
ddCon la construcción del carril para bicicletas en avenida Laurencena, cambiaron las manos de las principales calles en la zona media del paseo público y ellos se beneficiaron. Se la juegan contramano, durante unos doscientos metros por José María Torres (el nombre de calle Buenos Aires pasando Mitre) y por la avenida Luis Etchevehere que es una gran curva a la derecha. Lo ideal es que no venga nadie de frente y si ese primer objetivo está cumplido llega la hora de la verdad: doblar la cerrada hacia la izquierda para descender por Gregoria Matorras de San Martín que tiene una agradable curva a la derecha en la antesala de la congestionada costanera.
Aclaran que siempre es mejor cuando largan todos juntos, en grupo, porque sube la diversión y, con ella, el miedo. Las bajadas quedan filmadas en cámaras deportivas de altísima resolución y ahí se puede ver cómo la nariz de la tabla va pegada al tail del compañero. Saben que tienen que confiar en el que va adelante, habitualmente es uno de los buenos, porque si él falla caen los demás con rodadas cruentas en donde rodillas y codos pican en lo que encuentren. Pueden ser caras, cabezas, espaldas, brazos o el piso duro.
Las caídas son parte del deporte y las naturalizan. Recuperarse rápido también es un desafío. El mejor calmante es volver a intentarlo y completar el objetivo que básicamente es bajar a las chapas arriba de una tabla.
Ahora bien, más allá de las agallas tienen las tablas personalizadas con las medidas que fueron encontrando entre la experiencia propia y las consultas. En la virtualidad, el mundo del down hill crece por el impulso de la industria que testea y algunas veces impone los equipamientos que luego utilizan los raiders en las calles.
Volviendo a la vida real, en la punta de la tabla calzan el pie en un plástico atornillado que, cuando las piernas tiemblan, entrega seguridad. Atrás también colocan una elevación, muchas veces entre la madera y la lija antideslizante, para ganar firmeza. Los trucks que están utilizando son piezas de precisión que se completan con los bujes ideales para el estilo de cada skater. Calibran los ejes con la sensibilidad que cada uno necesita para doblar. Las ruedas son un mundo en sí mismo y ellos las estudian porque, como a la tabla, necesitan entregarle una buena dosis de confianza.
Además del Parque, con su aire fresco, ese sol tan señorial que llega desde el río, la vista natural desde las barrancas, los árboles y las construcciones multimillonarias, también aprovechan las calles de Bajada Grande, el Seminario y las de la zona sur pasando el Paracao.
Son urbanizaciones nuevas que tienen una zona alta, calles zigzagueantes con una buena inversión en el asfalto virgen del tránsito constante que por decantación finalizan en el bajo. Sin temor a generalizar, todos los que se animan a bajar rápido en esas patinetas, tienen buena energía. Son amables, predispuestos y convencidos de que el secreto está en pasarla bien.
Cada uno con sus trabajos, algunos más rutinarios que otros, cumplen con sus objetivos laborales y parten a los puntos de encuentros en donde por tarde promedian entre ocho y diez descensos que demandan un importante esfuerzo físico y mental.
Como las condiciones de Paraná son ideales, es habitual que lleguen patinadores y patinadoras desde Santa Fe que disfrutan tanto como los locales de los circuitos que fueron encontrando con paciencia.
Las fotos y los videos impactaron en la comunidad argentina del longboard y en el país ya saben que, en la capital de Entre Ríos, bien cerca de todo, está la posibilidad de salir a patinar y vivir sesiones inolvidables.
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