TEXTO Y FOTOGRAFÍAS FRANCO GIORDA Y PABLO RUSSO
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Son cientos; al rato, miles. Concentran, como cada año, en la esquina de Enrique Carbó y Arturo Illia de la Plaza Sáenz Peña de Paraná y van llenando toda la cuadra de asfalto de Carbó, las veredas y sectores del espacio público. Al frente, la bandera de la Asociación de Familiares y Amigos de Desaparecidos Entrerrianos (AFADER) sostenida por casi las mismas manos de siempre. En la retaguardia queda el Monumento a la Memoria. Las pancartas con las fotografías en blanco y negro con los rostros y los nombres de los detenidos desaparecidos están dispuestas en el suelo cerca de un semáforo, y la gente las va tomando a medida que llega y encuentra su lugar en la manifestación. Minutos después de las 19 comienzan a moverse. Detrás de AFADER marcha La Solapa (ex presos políticos), los sigue la bandera negra de HIJOS y a esta una rejunte de cuerdas que imprime un ritmo contagioso y movedizo durante todo el recorrido. Luego vienen sindicatos, organizaciones sociales y partidos políticos. Grupos peronistas y afines al kirchnerismo ocupan un lugar central, mientras que los partidos de izquierda se ubican en la parte posterior. El acto de la Multisectorial de Derechos Humanos de Entre Ríos finalizó en Plaza Alvear; el Movimiento Socialista de los Trabajadores, por su parte, hizo cierre propio frente a Casa de Gobierno. De todas formas, una marcha alternativa exclusiva de la Unión Cívica Radical –y, por lo tanto, con muchísimo menos participantes- partió de la misma esquina formando la columna sobre Illia y terminó en la sede municipal. El intendente Sergio Varisco, fuertemente criticado por la multitudinaria convocatoria de los organismos de derechos humanos, formaba parte de la partida.
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Luego de varios años, en Santa Fe se realizó una única marcha en la que confluyeron todas las organizaciones que participan de las manifestaciones por Memoria, Verdad y Justicia cada 24 de marzo. No obstante, la división se dio en la plaza 25 de mayo. En ese punto, agrupaciones peronistas, el Partido Comunista, centros de estudiantes, sindicatos, centrales obreras, el Partido Comunista Revolucionario, el Frente feminista de artistas y trabajadores de la cultura, entre otras, se concentraron frente a la Casa de Gobierno. Por el otro lado, organizaciones de izquierda como el Partido Obrero y el Movimientos Socialista de los Trabajadores, además de coordinadoras estudiantiles, entre otros, hicieron un acto frente a la Legislatura sobre la avenida General López. Ambas convocatorias estaban muy cerca.
Antes de dividirse, las columnas habían concentrado en la plaza del Soldado. El recorrido se desarrolló por la calle San Jerónimo hasta llegar a destino. Los manifestantes ocuparon varias cuadras con los estandartes arriba y las clásicas canciones en contra de los represores y otras con críticas al gobierno nacional.
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La convocatoria de cada 24 de marzo va modificando levemente sus componentes en relación a la vida política y la agenda de reclamos sociales. En los últimos tiempos se ven, en Paraná, las banderas de nuevas agrupaciones: La Poderosa, Movimiento Popular La Dignidad, Barrios de Pie o La Duarte, por ejemplo; pero también grupalidades cada vez más nutridas, como la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Libre, Seguro y Gratuito o Sexualidades Disidentes. De todas maneras, los pañuelos verdes en mochilas y muñecas se extendían a lo largo de casi toda la concentración.
El corte de tránsito no estuvo bien encarado desde el municipio: faltaban agentes y, en lugar de desviar los automóviles una cuadra antes, dejaban que estos lleguen hasta la misma movilización y tengan que esperar su paso. El recorrido tampoco fue el habitual: de Carbó se tomó a la derecha por Belgrano hasta 25 de Mayo, de allí hasta Su Santidad Francisco y luego Urquiza, pero en lugar de doblar por Buenos Aires la manifestación siguió hasta Santa Fe para girar a la derecha y virar nuevamente en Alameda de la Federación. Como la Plaza Alvear está en remodelación, el escenario fue ubicado este año en la esquina de Buenos Aires y Alameda (en lugar de Laprida frente a la placa con los nombres de los desaparecidos). Por las calles angostas, la caminata ocupaba una media docena de cuadras. El paso por la Plaza 1° de Mayo permite una dimensión de longitud: mientras la cabeza de la marcha pasa la peatonal por Urquiza, la cola aún sigue en 25 de Mayo. A su vez, en esa plaza frente a la Catedral se entonaron los cantos «Ustedes se callaron, cuando se los llevaron» e «Iglesia, basura, vos sos la dictadura», a los que se sumó algún insulto en viva voz al arzobispo de aquellos años, Adolfo Tortolo. Sobre las escalinatas del templo católico, algunas personas de civil miraban de brazos cruzados mientras murmuraban para sí mismos.
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Sobre la plaza 25 de Mayo, en Santa Fe, se había armado un escenario con iluminación y una pantalla led donde se mostraban los rostros de los desaparecidos. Militantes de los Derechos Humanos leyeron las adhesiones, el documento consensuado y los nombres de los secuestrados y asesinados por la última dictadura cívico militar. Además, había un cartel que pedía «Libertad por los presos políticos». También hubo reclamos por Santiago Maldonado y un apoyo al juez Alejo Ramos Padilla que entiende en la causa por extorsión y supuesto espionaje que tiene como protagonista al falso agente de la DEA, Marcelo D’Alessio.
En el acto de la izquierda, en vez de la lectura de un documento hubo micrófono abierto. De este modo, militantes de los diferentes espacios hicieron uso de la palabra para recordar el terrorismo de Estado, reivindicar las luchas de las organizaciones políticas, diagnosticar el presente y delinear los pasos a seguir.
Entre otras coincidencias, en ambos actos se criticó al macrismo y se respaldó al pueblo venezolano ante la intromisión del gobierno estadounidense. La principal diferencia entre las mencionadas expresiones está dada en la evaluación que hacen del kirchnerismo. Mientras en la plaza hubo apoyos, sobre la General López se escucharon las críticas.
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La lectura del documento en Paraná, cerca de las nueve de la noche, tocó varios temas actuales, reforzando la idea de que esta fecha no simboliza únicamente una lucha por asuntos del pasado, sino que hay una continuidad histórica de causas y consecuencias que transforman el reclamo en urgencias del presente. El texto afirma que el proyecto de país del gobierno actual de Cambiemos es, al igual que el de 1976, el de la miseria planificada. Las críticas incluyeron al modelo agro industrial promovido por Monsanto y se reclamó «la transición urgente y necesaria hacia un modelo de producción agro ecológico en el que prime la vida por sobre la ganancia». En ese sentido, se le exigió al gobierno provincial dar marcha atrás con el decreto que autoriza las fumigaciones a los establecimientos rurales a una distancia de 100 metros, así como frenar los desmontes en la provincia. Entre otras cosas, se hizo referencia crítica a los medios hegemónicos de comunicación y a un sector del Poder Judicial aliado del gobierno nacional. También se cuestionó el intervencionismo imperialista en Venezuela, y se demandó Justicia por Santiago Maldonado y Rafael Nahuel; por Héctor Gómez y Martín Basualdo; y por Gabriel Guzmán, asesinado por la espalda por la Policía de Entre Ríos hace seis meses y cuya familia estaba presente en el acto. El documento también hizo referencia a reconstruir la memoria desde una perspectiva feminista, retomando diversos reclamos: «Las mujeres, lesbianas, travestis y trans, somos protagonistas de una revolución que viene a romper con los mandatos políticos y culturales establecidos», dijeron desde el escenario. «Una Patria para todes», se deseó antes de gritar el «Presentes» para los 30.000 desaparecidos. El acto siguió y cerró con los grupos musicales Tierra Nativa y Samba na Esquina.
Frente a la Casa Gris, en el acto del MST, Luis Meiners, megáfono en mano, destacó que «es importante decir que la dictadura no actuó sola. Tuvo la participación de empresarios y también del PJ y la UCR que aportaron funcionarios. Y por supuesto la Iglesia Católica que bendijo el genocidio». Hubo críticas al gobernador Gustavo Bordet -a quien se calificó de «cómplice del FMI»- por aportar votos para la reforma jubilatoria y firmar el pacto fiscal.
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En la principal explanada del centro cívico se concentró la mayor cantidad de gente. Allí se cantó el himno, estuvieron las Madres de Santa Fe Celina Queca Zeigner de Kofman y Otilia Acuña de Elías. Esta última tomó el micrófono para decir que «las luchas que se pierden son las que se abandonan. No abandonemos y sigamos luchando. Estoy muy contenta y agradecida de todos. No de unos ni de otros sino de todos». Hubo pañuelo blancos en estructuras de alambre y colocados en la cabeza de los patos de bronce de la fuente; fotos de los desaparecidos por el terrorismo de Estado; pañuelos verdes y (bastante menos) celestes; y banderas con los colores del arco iris, entre una variopinta gama de expresiones políticas.
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A 43 años del golpe de Estado, los actos que buscan mantener el recuerdo de lo ocurrido y, al mismo tiempo, tomar postura sobre la coyuntura han demostrado que la verdad y la justicia siguen siendo cuestiones vitales para buena parte de la sociedad.
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