TEXTO Y FOTOGRAFÍAS PABLO RUSSO
La marcha antifascista con la que inició el mes de febrero en Paraná, en consonancia con la multitudinaria manifestación que tuvo su epicentro en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, tuvo un colorido tan intenso como el calor de 32 grados de la tarde del sábado. La manifestación popular implicó a miles de personas en varias cuadras céntricas, que unieron la plaza 1° de Mayo con la plaza Mansilla frente a la Casa de Gobierno, en la denominada Marcha Federal del Orgullo Antifascista Antirracista y Anticapacitista.
Quienes integraron la concentración -que transcurrió entre las 18.30 y las 19 por Corrientes hasta La Paz y de allí su continuidad por Laprida hasta plaza Mansilla- fueron más o menos las mismas personas que suelen expresarse en el espacio público en Paraná en actos similares. La punta de lanza sí fue distinta, con el colectivo LGTBIQNB+ a la cabeza, con sus banderas, pinturas y pancartas. «Orgullo, memoria y organización arrasa con toda opresión», decía el pasacalle al frente del acto. Otros carteles, muchos a mano alzada e imaginación a flor de piel, rezaban: «Al closet y al silencio nunca más»; «La única minoría son los ricos»; o «El odio no es una opinión es violencia».
Fue notable la ausencia del peronsimo organizado o embanderado, excepto por un pequeño grupo de La Cámpora y Patria Grande. La izquieda con su presencia habitual (MST, Comunistas, PCR) contrastó con el faltazo sindical, a excepción de la pequeña delegación de AGMER encabezada por Claudio Puntel. Si estuvieron la senadora Stefanía Cora, la diputada Blanca Osuna y los legisladores Sergio Elizar, Máximo Miguez y Luisina Minni.
Hace casi un año, a fines de febrero ocurría el primer paro general de la CGT, que hoy duerme la siesta y que, al igual que la CTA, los partidos políticos y organizaciones tradicionales, quedaron a la cola de una convocatoria que los desbordó. ¿Esto significa que nace un nuevo sujeto político? De un 2024 signado por las primeras reacciones al gobierno de Javier Milei encabezadas por sectores culturales y a las masivas marchas en defensa de la educación pública se pasa ahora a otra instancia: una declarada antinomia fascismo/antifascismo.
La violencia discursiva del presidente (que ya tuvo su correlato concreto con la quema de una casa de dos mujeres en Cañuelas) no es original, sino más bien una copia de los que deciden las cosas a nivel internacional: Donald Trump, Elion Musk, Benjamín Netanyahu y siguen las firmas. Estos dirigentes de la ultraderecha contemporánea parecen manejarse con una macabra planificación y puesta en escena por momentos desbocada. «Estamos viviendo todas las distopías que veíamos en las series», reflexionó un manifestante en relación al panorama global.
El documento leído a varias voces, indicó: «Expresamos nuestro rechazo al ataque directo del presidente Javier Milei hacia nuestro colectivo feminista y disidente, ataque que se monta en la política reaccionaria de la ultraderecha que a nivel internacional encabeza Trump y cuyos títeres como Elon Musk no hacen más que propiciar violencia y odio desde sus posiciones negacionistas, antiderechos y fascistas», y continuó denunciando la agenda del Gobierno Nacional como «racista, homoodiante, antiderechos y negacionista, que incita a la violencia, a la discriminación, a la persecución política y al odio hacia la diversidad sexual y feminismo, imponiendo el odio como política de Estado que habilita el mayor ajuste en la historia de Argentina». El texto involucraba desde la lucha contra los agrotóxicos al plan económico general y la lucha del pueblo palestino.
Luego de la lectura y con gran parte de la multitud en desconcentración, el encuentro político terminó en el goce de una fiesta al caer la tarde: con la gente rodeando la cebra peatonal que se transformó en pasarela frente a la puerta de Casa de Gobierno, donde se armó un espectáculo con música y conducción en vivo por el que les integrantes del colectivo organizador desfilaron frente al aplauso y griterío de les presentes.
¿Qué pueden los cuerpos en la calle en un mundo que se retrotrae un siglo, pero perfeccionado tecnológicamente en sus formas de opresión y control? Ante el crecimiento de la incredulidad, ocurrirá probablemente un nuevo desborde de la representación tradicional. Y si a toda acción corresponde una reacción: ¿Qué sigue ahora? ¿Cuál es el siguiente paso? Está por verse las posibilidades y límites de este proceso popular que inicia en la calle la agenda de un año electoral.
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