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Hitler (se) dispara, como supuestamente lo hizo en su bunker de Berlín el 30 de abril de 1945 cuando ya tenía al ejército rojo a pocos kilómetros de su guarida. Pero esta vez lo hace en una esquina de Paraná. Hitler se suicida a cada instante en Feliciano y Monte Caseros, al lado de los cajones de frutas de una verdulería en la que, en algún momento de la mañana, una señora se le acerca con la bolsa de compras colgando del antebrazo derecho y lo mira fijo a los ojos, aún abiertos a pesar del tiro reciente.
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