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Desde hace siglos, los robots son parte fundamental de la técnica y la reflexión humanas. En el arco que va desde los autómatas hasta la inteligencia artificial se ha cifrado la salvación y la perdición de la humanidad. Las representaciones de estas máquinas son tan variadas como el optimismo o el pesimismo que connotan. Son célebres las leyes de la robótica enunciadas por el escritor humanista Isaac Asimov cuyo objetivo es que esta tecnología se desarrolle en favor de la racionalidad:
- Un robot no hará daño a un ser humano o, por inacción, permitirá que un ser humano sufra daño.
- Un robot debe cumplir las órdenes dadas por los seres humanos, a excepción de aquellas que entrasen en conflicto con la primera ley.
- Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la primera o con la segunda ley.
El esténcil registrado por la cámara de 170 Escalones sobre calle Cervantes casi Santiago del Estero, en Paraná, es la silueta de un simpático ejemplar que, en apariencia, está en condiciones de cumplir con las normas citadas.
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