.
Edgar Allan Poe mira al río Paraná desde una casillita de chapa en la barranca, allí donde el Parque Urquiza pega su última curva antes de caer hasta el arroyo La Santiagueña. En negro, con su rostro inconmovible, pañuelo al cuello y la mirada entre melancólica y misteriosa, este Poe chorreó un par de lágrimas al ser estampado. El esténcil se basó, probablemente, en el daguerrotipo de 1848, autoría de Marcus Aurelius Root.
«¿Ese es Chaplín?», pregunta a 170 Escalones una señora parada en la esquina de Manuel Alberti y De la Torre y Vera, al ver la insistencia por registrar la imagen que segundos antes, como la carta robada del cuento, había pasado inadvertida para ella. «No, este es un escritor. Se llamaba Poe», explica el fotógrafo. Fin del diálogo.
.
.