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Cualquier representación de un grito remite, casi ineludiblemente, a la obra de Edvard Munch. El autor logró una de las imágenes más potentes del terror existencial y con esto sentó parte de las bases de la corriente expresionista. Además de aquel, diferentes tipos de gritos siguen expresando la angustia de la humanidad. En este caso, un esténcil anónimo en la entrada de un edificio de calle Colón, entre San Martín y Corrientes, actualiza, ante la mirada de quien pasa por allí, la desesperación. La estampa parece el negativo de una fotografía, lo que la carga, aún, de mayor dramatismo. Caminar por las veredas con la atención despierta hacia lo que exclaman las paredes puede llevar a indagar en las profundidades del alma humana.