TEXTO FRANCO GIORDA
FOTOGRAFÍAS PABLO RUSSO
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Héctor Gómez y Martín Basualdo, dos jóvenes del barrio La Floresta, fueron desaparecidos hace 25 años por la Policía de Entre Ríos. Desde el 16 de junio de 1994 nada se sabe de ellos y el hecho quedó en la impunidad. Sus retratos se convirtieron en símbolos de las denuncias contra la violencia institucional perpetrada durante la democracia en Paraná. Isabel Vergara, madre de Martín, encabezó los reclamos de justicia y se convirtió en una referente de la lucha por el respeto a los derechos humanos. Su causa no pierde vigencia.
El jueves por la tarde, en la vereda de la Asociación Civil Barriletes (Courreges 418), ella conversaba con Alejandro Imperiali, quien llegó a esta ciudad para realizar, entre otras actividades, una intervención callejera que retrata, en gran tamaño, ambas víctimas del terrorismo estatal. Isabel habló de su hijo y de las condiciones en que fue secuestrado. Él le contó en qué consiste la práctica que promueve el ejercicio de la memoria. De la conversación participaron también integrantes de la agrupación HIJOS Paraná y de Barriletes, ambas gestoras del encuentro en el marco de otros actos que se llevan adelante para conmemorar el aniversario.
Alejandro trabaja en el Espacio Memoria y Derechos Humanos que funciona en la ex Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Allí existió, durante la última dictadura cívico militar, un centro clandestino de detención donde estuvieron secuestradas unas cinco mil personas y donde también hubo una maternidad ilegal vinculada al robo de bebés por parte de las fuerzas represivas. En ese ámbito, desde hace algunos años, se llevan adelante actividades que buscan mantener vivo el recuerdo de los crímenes de lesa humanidad.
Uno de esos trabajos consiste en conformar retratos a gran escala a partir de la pegatina de hojas impresas que componen el rostro de las víctimas. Justamente, eso es lo que se llevó a cabo con las figuras de Gómez y Basualdo. Así fue que, de manera colectiva, se adhirieron al portón de chapa que da a la calle cada una de las 49 hojas impresas que configuran sus estampas.
En diálogo con 170 Escalones, Isabel contó que las imágenes originales les fueron entregadas por una mujer poco tiempo después de que Martín y Héctor fueran desaparecidos. «Yo digo que son fotos con historia porque fueron encontradas en un cesto de basura de la Casa de Gobierno. ¿Qué pasó? No sé, pero una señora que trabajaba ahí me dijo que había encontrado las fotos de mi hijo y del otro chico». Se trata de fotografías tomadas por la policía en alguna de sus detenciones. «Mi hijo había estado detenido en tres oportunidades y había hecho denuncias por apremios ilegales. En ese tiempo, él era menor y las denuncias las hacía yo. No sé si fue por eso que lo desaparecieron, eso nunca lo supe. Tampoco quién fue el comisario que estaba en ese momento. En la foto, se ve la remera desgarrada, con manchas de sangre, la cara hinchada; seguramente lo han golpeado mucho» expresó.
En relación a la pegatina, Alejandro indicó que «se realiza con el programa Rasterbator a través del cual una imagen es fraccionada en varias hojas de acuerdo al tamaño que se le quiere dar. Es una impresión de punto que tiene la lógica de los píxeles. A partir de eso se genera la imagen del tamaño que uno quiere». También dijo que «el papel que con el tiempo se irá desgastando. Es una intervención efímera. Se sostendrá en la medida en que se lo mantenga». Sus palabras no solo explican la perdurabilidad del material elegido, sino que también se entienden en relación a la memoria colectiva.
«Estas imágenes van a irrumpir en el espacio público y este va a cambiar a partir de las imágenes de los chicos. El que transita, el que no sepa qué pasó, va a ver estas caras y se va a preguntar quiénes son. Entonces, se van a contar sus historias y la gente va a poder conocerlos. Ese es un poco la función de memoria que hacemos nosotros desde el Espacio de Memoria y Derechos Humanos en la ex ESMA», sostuvo Alejandro, que también es parte de la Comisión por la Memoria del barrio porteño de La Paternal.
Por su parte, Alfredo Hoffman, integrante de HIJOS, contó que «en el marco de los 25 años de la desaparición de Gómez y Basualdo se fueron dando varias iniciativas para homenajear, recordar y seguir reclamando justicia. Una de ellas es la propuesta que viene de parte de la Asociación Civil Barriletes que nos propone trasladar a Paraná y al caso Gómez y Basualdo esta técnica muralística que se viene implementando desde hace muchos años en torno a la ex ESMA. Aquellos que han visitado ese espacio para la memoria habrán visto rostros de desaparecidos, reproducidos en grandes dimensiones pegadas en las paredes mediante esta técnica que es una suerte de mosaiquismo pero hecha con papel y adherida de tal manera a la pared que hace que dure un poco más que un afiche común, aunque no deja de ser una expresión artística que tarde o temprano por la acción del tiempo y el clima se va terminar destruyendo», y agregó «sea por el tiempo que dure nos va a interpelar a todos los paranaenses que pasemos por este lugar. La ubicación es importante porque es muy cerca del centro, pero a la vez está recostado sobre el barrio San Agustín y La Floresta, donde ellos vivían y de donde salieron la última vez, el 16 de junio del 1994, para no ser vistos nunca más después de ser levantados por la policía».
Una vez concluida la pegatina, que incluyó la pintada de algunos esténciles, Isabel describió a la imagen de su hijo. Al respecto, dijo que «tiene una mirada muy triste. Es una mirada de dolor, pienso yo. Todavía recuerdo el color celeste de esa remera. En estos 25 años, yo lo miro a mi hijo y me parece que fue ayer. Esto es lo que me toca vivir y seguiré hasta que pueda. Siempre estando de pie».
Finalmente, Alejandro manifestó que «para nosotros y nosotras que venimos trabajando sobre violencia institucional y memoria en la ex ESMA, poder contar estas historias es muy necesario. La memoria la hacemos entre todos. Ellos son víctimas del terrorismo de Estado porque el aparato represivo nunca se desmanteló. Es la misma práctica que les tocó a los 30 mil, lo que le pasó a Julio López. Acá les pasó a ellos por ser pobres, por ser morochos, por vivir en un barrio humilde. Son nuestros hermanos. Le puede pasar a cualquiera. Vamos de un lado hacia otro tratando de contar estas historias. Nosotros venimos con mucho compromiso a hacer estas cosas. Este barrio no va a volver a ser el mismo a partir de estas dos imágenes».
STÉNCILES. Al día siguiente, Alejandro también coordinó un taller para estudiantes secundarios en el marco de una jornada sobre violencia institucional en la Casa de la Cultura, organiza por la Subsecretaría de Derechos Humanos de Entre Ríos, HIJOS y Barriletes. Allí se elaboraron esténciles con la iconografía de los organismos de derechos humanos, la memoria y otro tipo de imágenes en contra del gatillo fácil.
«La violencia institucional es un tema que desde HIJOS intentamos abordar en los encuentros con los estudiantes secundarios. Sabemos que es un flagelo que sufren los y las habitantes jóvenes de los barrios populares de nuestra ciudad. Sin embargo, cuesta que estén dispuestos a contar lo que ellos mismos sufren en carne propia por los abusos de la policía. No quiere decir que esto nunca sucede. De hecho, ha habido testimonios y trabajos muy reveladores de parte de los estudiantes. Por ejemplo, según nos contaron los compañeros, al verla a Isabel narrar en primera persona lo que le sucedió a ella y a su familia y al verlo plasmado en el formato de historieta (se refiere a Siempre de pie, que realizó Hoffman junto al dibujante Maxi Sanguinetti), hizo que se engancharan mucho más y hablaran sobre lo que ellos mismos sufren en los barrios» explicó Hoffman.
MURAL. En el mismo contexto de conmemoración, este lunes a las 14 se repintará el mural dedicado a Gómez y Basualdo en la medianera exterior del Club Sportivo Urquiza, sobre Florentino Ameghino. El mismo fue tapado en el marco de la última campaña política. Durante la jornada participarán varios artistas de la ciudad y también habrá una radio abierta.
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