TEXTO Y FOTOGRAFÍAS JOHANNA PELTZER
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La fundación Cauce Ecológico organizó un «abrazo al río» y llevó adelante la segunda edición de Alma Delta, un festival de cultura ambiental con el fin de concientizar sobre nuestro ecosistema a través del arte. Documentales, recitales y disertaciones presenciales y virtuales tuvieron su final este jueves por la tarde con una charla sobre la contaminación en el Paraná.
La jornada parecía propicia para la ocasión y así fue: el sol ya había caído, pero su juego de luces y sombras sobre las nubes hizo dibujar un atardecer precioso. Un crepúsculo que, frente al protagonista del día, fue razón de fotografías por parte de las personas que estaban en el lugar.
Una charla sobre el río frente al río fue la propuesta de la organización no gubernamental. La ubicación del local gastronómico Parientes del Bar, elegido como sede de la actividad, ubicado en el costero barrio de Puerto Sánchez, hizo que cada característica que el biólogo Martín Bletter detallaba sea graficada y entendida a la perfección.
Sopa de plásticos y otros condimentos en el Paraná se denominó la disertación del investigador del Conicet, quien explicó el porqué de ese nombre: «El kayak es la mejor forma de recorrer nuestro río: silenciosa y no invasiva. Cuando navegás con estas embarcaciones por nuestros arroyos urbanos sentís los plásticos que chocan con los laterales, como golpes. Es una sensación espantosa porque sabés que no es arena, son plásticos».
Los datos brindados por Bletter lo sorprendían hasta a él mismo: «En la zona frente al Thompson hay 35.000 microplásticos por metro cuadrado. Es una contaminación completamente descontrolada», contó. Se trata de plásticos grandes que terminan siendo fraccionados con el tiempo, invisibles para el ojo humano, de entre unos treinta y cuarenta años de antigüedad. «Eso significa que hace dos, tres, cuatro décadas que están acá», indicó el investigador.
Entre arena, cervezas y papas fritas, la gente lo escuchaba atentamente. «No lo puedo creer», dijo una de las mujeres que estaba entre el público mientras comía una empanada de pescado. Hablando de peces, Bletter añadió: «A ese plástico lo consumen los peces y las aves lo utilizan para hacer sus nidos. Investigamos el tracto digestivo de los sábalos y en el 100% encontramos restos de microplásticos», dijo.
«Hay cosas que no se van a poder cambiar por lo que significa en costos de tiempo y dinero: el microplástico que está, está y va a seguir estando, no lo podés sacar de la arena o del agua, pero los macroplásticos sí, podés hacer campañas y algo hacés», cerró el científico, dejando la esperanza de que todavía se puede frenar (un poco) la contaminación.
El Paraná es el noveno río más grande del mundo en cuanto a su caudal y hay cientos de especies que dependen de él (como los propios humanos que consumimos su agua dulce) pero también es territorio de identidad y cultura. Así lo reflejaron los escritores de Toda persona es poeta, quienes se encargaron del cierre de la jornada ya cuando se acercaba la media noche. Una performance que jugaba con los sentidos fue la propuesta.
Luces apagadas, la música que ambientaba, una pantalla improvisada y una bailarina que dejaba fluir su cuerpo graficaban el recitado de algunas de las obras de Siempre fue el río un color, el libro del grupo, que nuclea los versos más sentidos sobre el caudal que rodea nuestra ciudad.
No crecer de espaldas al río fue la moraleja: preocuparse y ocuparse de él, disfrutarlo sin hacer daño y defenderlo de ahora en más es una obligación. No, no es agua sucia nomás: es vida, hogar, belleza y cultura. Para querer algo hay que conocerlo y si el Paraná abraza nuestra ciudad por algo será. Conozcámoslo, disfrutémoslo, cuidémoslo: es de todos.
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