TEXTO Y FOTOGRAFÍAS FRANCO GIORDA
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En una de terrazas parquizadas de Paraná apareció un objeto con las características de una gran reposera. El punto urbano elegido por los autores de la instalación se encuentra en Etchevehere y Velez Sarsfield. Desde allí, el río y las islas se pueden apreciar desde una cómoda perspectiva que permite el disfrute de la belleza natural en su esplendor. La pieza, hecha con madera, posee dos señales: un logotipo que incluye, en su composición, un foco, una mano y una mecha; y un par de calcos con un código QR. Este último enlaza con un perfil de Instagram denominado Colectivo Bomba.
Según la información brindada en ese sitio, los intervencionistas son un «grupo de arquitectos con más dudas que certezas». La cuenta posee una foto del artefacto y la denominación del mismo: Contemplatario. A su vez, un texto explica que «creemos que en estos tiempos, donde prima el individualismo, el miedo al distinto y una violencia desmedida, el espacio público es el único lugar donde la reconciliación social es posible, donde la empatía puede nacer libre de los prejuicios e intereses que inundan el mundo virtual». El objetivo del artefacto, según expresan, es «construir y fomentar conocimiento a través de un “objeto” que nos permita analizar y reflexionar de lo que acontece en el espacio público y acerca de cómo los usuarios, o sea la gente, se apropia del espacio o de los elementos que éste brinda». El manifiesto cierra con «simplemente queremos comunicar, mediante una construcción mancomunada, materiales reutilizados y de bajo costo, nuestro interés por el espacio público y de su construcción colectiva».
El lugar elegido está al pie de un gran jacarandá que otorga sombra a quienes se sientan a pasar el rato y mirar el transcurrir del agua y el tiempo. También, a pocos metros, se encuentra la baldosa QR instalada por el Proyecto Trama en homenaje a Juan L. Ortíz, quien vivió buena parte de su vida en esa zona de la ciudad.
En el Instagram mencionado, a su vez, se publicó un time lapse en el que se muestra, en el patio de una casa, el proceso de construcción de la silla de grandes dimensiones.
170 Escalones se puso en contacto con uno de los artífices del proyecto para conocer más sobre la iniciativa. En este sentido, se indicó que «el Colectivo Bomba se formó a partir de observar la necesidad de reflexionar sobre la ciudad mediante la acción. Para nuestra primera intervención decidimos hacer un objeto que invite a observar con atención, interés y detenimiento una realidad, es decir, a contemplar. Entendemos que habitamos un mundo donde la realidad, cada vez más, está construida tanto por fragmentos reales como virtuales. De esta manera, pensamos el Contemplatario como un objeto que se nutre de estos dos mundos, por lo que en una primera instancia fue instalado en Tierra Bomba para el Festival de Invierno, frente a proyecciones de arte digital. Con la llegada de la primavera fue trasladado a su ubicación actual, frente a nuestro río Paraná».
Precisamente fue en Tierra Bomba donde este grupo de tres arquitectos, compañeros de estudio en la universidad, comenzó a reunirse y a debatir en torno al espacio público. «En ese marco, siempre salía la charla de hacer algo artístico-arquitectónico que invite a la reflexión sobre cómo habitamos la ciudad». El Contemplatario fue la respuesta que encontraron a sus inquietudes. En este sentido, «buscamos la forma que mejor se adapte a la contemplación o a la de estar tumbados en una situación cómoda para contemplar. Estudiamos las medidas ergonométricas para darle la inclinación justa».
Sobre el lugar de implantación, los arquitectos sostienen que «reconoce el valor de discusiones que se dieron hacia los años 60 en el urbanismo y que, lamentablemente, en la actualidad de nuestras ciudades parecen olvidadas. En este sentido, un tema tan vigente como el de la seguridad fue ampliamente trabajado por la urbanista Jane Jacobs. En su libro Muerte y vida de las grandes ciudades expone, con una gran cantidad de ejemplos, que el problema de la inseguridad en las calles no se resuelve desde una mirada represiva. De esta manera, el tema de la seguridad urbana se relaciona directamente con la calidad del espacio público y seguidamente con la cantidad de “vida” que éste promueva y albergue a lo largo del día».
La pieza se materializó de la noche a la mañana del 14 de septiembre pasado. Si bien todavía no está definido el momento, el objeto será removido del lugar en un tiempo perentorio. Mientras tanto, sigue vigente la oportunidad para darse una vuelta por el lugar, sentarse, observar y pensar.
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