11 de diciembre de 2024

Un eco que no deja de resonar

TEXTO FRANCO GIORDA

FOTOGRAFÍAS METAMORFOSIS

 

 

Basada en Antígona de Sófocles, Un eco más (versión libre de algunas vidas) del grupo paranaense Metamorfosis, representa la búsqueda de los cuerpos que permanecen en la espera del rito funerario. La obra es interpretada por María Cristina Witschi, Carolina Rodríguez, Raquel Freijo, Amelia Uzín y Alicia Herman. La dramaturgia es de Oscar Lesa. La dirección es compartida entre Lesa y Nadia Grandón. El vestuario es de Andrea Fontelles y el sonido de Ariel Dutria.

Un Eco más ha sido montada más de 80 veces y lleva 11 años girando por distintos escenarios. Se ha presentado en ciudades de Entre Ríos, Salta, Tucumán, Jujuy, Santiago del Estero y Santa Fe. También fue llevada a Méjico (DF, Yucatán, Mérida, Querétaro, Hidalgo).

 

 

 

En 2015 fue seleccionada para la XXX Fiesta Nacional de Teatro. A su vez, en la Fiesta Provincial del año anterior obtuvo las menciones a la mejor dirección, el mejor vestuario y fue la que obtuvo más cantidad de votos de parte del público.

Este viernes 15 de noviembre a las 21 en Casa Boulevard / Sala Metamorfosis (Ituzaingó 80) se pondrá en escena por última vez en el año. El valor de la entrada es de 6000 pesos. Para estudiantes y jubilados hay dos por uno.

Consultado sobre el proceso creativo de la obra, Oscar Lesa contó a 170 Escalones que «investigamos sobre colectivos femeninos y fuimos viendo qué pasaba en el contexto social. Así fueron apareciendo, lógicamente, Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, pero también otras manifestaciones a lo largo de Latinoamérica. Por ejemplo, un grupo de mujeres a las que se denomina de manera despectiva, Las Locas del Desierto, que están en el norte de Chile, donde buscan restos de cuerpos desaparecidos durante la dictadura de Pinochet, en el medio del desierto de Atacama. También hay colectivos en Colombia o en Cuba. Latinoamérica es un continente marcado por la violencia, las migraciones, las desapariciones de personas, muchas de ellas durante dictaduras, pero no solamente. Entonces, a los colectivos de mujeres se sumó el paisaje latinoamericano» y luego «cuando empezamos a trabajar distintos tipos de escenas, se impuso por sí solo, el texto Antígona de Sófocles que plantea conflictos entre las leyes de un tirano y las leyes de los dioses que hacen que los cuerpos deban ser enterrados para que sus almas no terminen vagando sin destino. A su vez, la tumba permite a los familiares, a los deudos vivos, encontrar un lugar donde poder también realizar su propio proceso funerario».

 

 

El autor también señaló que «en nuestra investigación nos encontramos con una versión de Antígona que realiza el grupo Yuyachkani de Perú. Ellos hablan mucho sobre las huellas que dejaron el gobierno de Fujimori y Sendero Luminoso. También la versión de José Watanabe habla de hermanos enterrados y hermanos sin enterrar. Ahí apareció otra capa y fue la siguiente: qué nos pasaba a nosotros y nosotras, los miembros del grupo, con esta cuestión ya que la mayoría de los que estamos en la obra vivimos durante los años de la dictadura. Entonces, ¿qué recordábamos de historias familiares o de dónde podíamos aprender algo que tuviera un eco que ver con la obra? Así fueron apareciendo relatos en primera persona de las actrices poniendo en palabra algo del miedo o del estupor frente al dolor. Por lo tanto, la obra tiene escenas de mucha investigación sobre colectivos femeninos, tiene escenas que articulan el relato a través de Antígona y también tiene la voz en primera persona de las actrices. Así la obra se devuelve entre una representación y un lugar más performativo».

 

 

Con respecto a la experiencia mejicana, Lesa recordó que «las funciones que hicimos en México fueron muy particulares porque ni bien nos instalamos en Mérida, nos enteramos de la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa. Allí vivimos también los días posteriores, donde la obra creo que maduró y creció en función de lo que veíamos, y de la movilización, y de la indignación que había en Méjico en relación a la violencia narco, y al Estado narco en connivencia con el ejército. Por ejemplo, en el Estado de Hidalgo, en la Universidad de las Artes, después de hacer las funciones, nos quedamos a charlar con los estudiantes, y vivenciábamos cómo la obra se retroalimentaba con la indignación de ese momento en particular».

 

 

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