TEXTO PABLO RUSSO
FOTOGRAFÍAS ARIEL BERTELLOTTI Y NICOLÁS RIGAUDI
Pasó la V Peña de Poesía en Chavela Casa Espacio. Fue el viernes a partir de las 20.30, en Misiones al 400. Hubo poesía y música compartida (Alfredo Arce, César Farías y Valentín Cosso) bajo la consigna «Venir a la quinta vale la peña».
En el patio cervecero y gastronómico de Chavela -que por estos días busca nueva locación para seguir sus actividades culturales-, atravesados por una guirnalda área de luces blancas y amarillas desde el escenario hasta el tapial del fondo, sobre mesas con manteles negros y violetas, se instalaron las más de ochenta personas que fueron público y, a su vez, participantes de la noche a medida que se arrimaban al micrófono.
Dos lámparas y un fondo de tela blanco oficiaron de escenografía. Nicolás Rigaudi -impulsor original de la movida desde un festejo de su cumpleaños- estuvo a cargo de la apertura formal y de la administración de la palabra, rigurosamente asentada cual lista de oradores en su «cuaderno rojo de Mao», cuya participación era abierta a toda la concurrencia. Rigaudi dio pie a la primera ronda con la declamación de Emergencia poética, que entre los versos de su autoría, expresa: «La emergencia poética contiene / en sus primeros artículos / el llamado a articular / una lengua forjada en los márgenes / el, ella, elle / ustednosotrosmismos / y una libertad urdida en comunidad / que sea una obra pública / y que sirva para unir / para encontrarse / y conjurar el vacío / el hambre».
Desde la vecindad circundante, amparados en el tapiz vegetal, los grillos aportaron el sonido de base constante a las «lecturas a granel» de diversos textos de autoría propia o ajena, forjados en esta orilla o en Vietnam, mucho tiempo atrás o esa misma tarde en la parada del colectivo. Algunos de esos escritos referían al mundo, a la política, a lo que pasa -incluso hubo dedicatoria al presidente, que en esos momentos hacía distinto uso del lenguaje-, y otros al ombligo propio y al Yo absoluto como centro del universo. Entre las 35 personas que compartieron la palabra, estaban quienes leían de pie y quienes preferían el sillón blanco, quienes siguieron textos impresos en papeles o libros y quienes lo hacían desde las pequeñas pantallas móviles. Entre las ediciones que sacó de su maletín negro cuando fue su turno, Imanol homenajeó al poeta Juan Manuel Alfaro -quien falleció a principios de febrero- con La piedra azul.
Alternando los momentos de lecturas y sonidos musicales con las pausas para la charla y renovación de líquidos, la quinta peña extendió su manto hasta la madrugada como refugio en y del lenguaje, en un ambiente de intimidad que no se empañó por la nutrida concurrencia.
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