El baúl de Fernando

TEXTO PABLO RUSSO

FOTOGRAFÍAS PABLO RUSSO Y ARCHIVO PIÉROLA

 

 

Con las chicharras del barrio Las Rosas de fondo, Gustavo Piérola recibe a 170 Escalones en el jardín de su casa para hablar de la pronta publicación de Fernando. Historias de familia, vida, militancia y búsqueda de Fernando Gabriel Piérola, el libro que recopila la vida de su hermano fusilado en Margarita Belén y la búsqueda de sus restos aún desaparecidos. «Fernando me llevó años, con viajes, entrevistas, recuerdos, relatos e historias, y por qué no muchas lágrimas y desvelos; es como un baúl donde fui juntando pedacitos de su vida y de todo lo que lo rodeó (antes, durante y después de su muerte), que sin lugar a dudas no alcanzarán nunca para dimensionar la existencia de un hermoso hombre joven, que solo vivió veinticuatro años», explica el autor en el texto que acompaña la difusión de la preventa.

Gustavo Piérola nació en Paraná hace 67 años. En los años setenta militó en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y vivió exiliado seis años durante la última dictadura cívico militar. En la actualidad, participa de organismos de derechos humanos en Paraná y en el Chaco. Es profesor de educación física y trabaja en el Club Echagüe.

 

 

 

¿Qué fue la Masacre de Margarita Belén?

Fue una represalia, una farsa armada por el Ejército y la Policía de Chaco. Fundamentalmente por el Ejército y, en especial, el destacamento 601 que planificó un traslado de presos blanqueados hacia la cárcel de Formosa. Fueron concentrados en la Unidad 7 de Resistencia, muy torturados en la noche del 12 de diciembre del 76 y trasladados a la madrugada. Simularon un operativo como que hubo una emboscada guerrillera a la altura de Margarita Belén, en la Ruta 11, y allí fueron fusilados los trece que estaban con nombre y apellidos, presos legales, y una veintena de presos y presas que estaban en campos de concentración, que fueron llevados de otros lados para ser asesinados ahí. Hoy ni siquiera figuran como muertos ahí muchos de ellos, que tal vez están como desaparecidos en otros lados; pero hay testimonios que los vieron detenidos y desparecen el 13 de diciembre en esa masacre.

 

¿Por qué Fernando estaba ahí?

Él se fue de Paraná en el 71 a estudiar arquitectura en Resistencia. Empezó a militar en la Juventud Universitaria Peronista (JUP) y después en Montoneros, que pasó a la clandestinidad en el 74 después de la ruptura con (Juan Domingo) Perón. Ahí se van a Corrientes con María Julia Morresi, su esposa, después a Posadas, Misiones, donde son detenidos el 20 de octubre del 76. Ambos estuvieron en campos de concentración en Posadas y después fueron al Regimiento 9 de Corrientes, otro campo de concentración grande.

En Corrientes son muy torturados ambos. Fernando estuvo varios días colgado de los pies. De todo esto hay testimonios de ex presos y ex presas. De ahí los llevan a Resistencia, donde estaba el Centro de Operaciones, a la Brigada de Investigaciones, un centro clandestino en el centro de Resistencia, que hoy es Casa de la Memoria. María Julia queda ahí y Fernando es llevado a la alcaidía ese 12 de diciembre. En ese lugar es muy torturado, con crueldad y barbarismo, por la Policía de Chaco, fundamentalmente. Algunos ex presos creen que varios murieron ahí mismo.

 

¿Cuándo empieza la búsqueda de Fernando?

Primero, Amanda (Mayor) apenas se sabe de la detención -que anunciaron por radio-, ella y Héctor, mi viejo, se fueron para allá, pero no les dejaron verlo. En seguida pasa lo de Margarita y a mi padre le llega días después un cablegrama del Ejercito donde le informan que Fernando estaba prófugo. En esa farsa de enfrentamiento afirmaban que hubo cuatro prófugos, entre ellos Fernando. Estaba la duda, pero por todas las versiones de los presos sabíamos que no podía haber fuga por la forma en la que los torturaron en la noche del 12. Amanda inicia la ida a Chaco. Yo estaba exiliado. Ella fue esencialmente sola y ahí empezó la búsqueda de Fernando, pero ya prácticamente convencida de que habían sido asesinados. Su lucha entró entonces en la búsqueda de los restos y el juicio y castigo a los responsables. Amanda fue un pilar fundamental en eso. Se fueron sumando gente del Chaco, y así se llegó a los juicios de la verdad. Así comenzó la búsqueda, sin ningún tipo de información; todavía prácticamente no la hay de parte de los militares que mantienen ese pacto de sangre.

Después nos fuimos sumando nosotros con mis hermanos, a partir del 83. La situación estaba más tranquila a nivel nacional, pero en Chaco seguía complicada porque es un lugar más chico y muchos de los policías estaban ahí dando vueltas. Empezamos a turnarnos para acompañar a Amanda. Héctor fue pocas veces porque le hacía muy mal. En cambio, Amanda era mucho más fuerte en ese sentido. Esa búsqueda aún continúa. Amanda fallece en 2005 y empezamos a ir nosotros, los hijos, los cuatro hermanos que nos vamos turnando.

 

 

¿Cómo es la metodología?

Vamos averiguando rumores, datos, etc. Amanda escribió una carta a la sociedad chaqueña y obtuvo respuestas de varias personas que contaron lo que pasó esa noche. Se trabajó en el cementerio varios años con el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). Después surge un testimonio de un hombre que trabajaba en Vialidad Nacional y estaba en la casilla de la ruta cuando fue el fusilamiento y lo escuchó. Al otro día salió a cazar en un arroyo cercano y había una zanja con sangre. Después de mucho tiempo lo conectamos, nos marcó un lugar, se hizo un trabajo muy grande pero no tuvimos suerte. Fundamentalmente por la vegetación que fue avanzando. Se limpió, se abrió, pero no tuvimos suerte.

En ese interín de la búsqueda, a Juan Carlos Boya, un ex preso de allá, le comenta una vecina cuyo marido era de Prefectura, que después de matarlo lo habían tirado al río. Al principio no seguimos esa versión porque pensamos en pescado podrido, pero después, en 2006 se llega al cementerio de Empedrado (Corrientes) a través de un médico de la policía forense que testimonia sobre una fosa común con chicos que había llevado el río. Eran jóvenes muertos por la dictadura. A uno de ellos, recién en 2012 se los identifica como uno de los “prófugos”. Eso nos enfocó hacia el río.

Otro que nos aseguró más esa metodología fue (Norberto) Toso, uno de los involucrados que lo persiguió a Fernando. En un momento se escapó, estuvo prófugo y en 2008 lo detiene Interpol en Río de Janeiro (Brasil). Lo extraditan, pero con las leyes brasileras, por los que los crímenes habían prescripto, aunque se mantenían en el caso de las desapariciones. Él quedaba libre si nos decía donde estaban los cuatro cuerpos que faltaban. Entonces ubicamos a un hijo suyo, Manuel Toso, que tenía campos en Viale, fuimos y le contamos quienes éramos y que queríamos hablar con el padre. A través suyo nos entrevistamos en una reunión de cuatro personas, donde me presento y le digo: “no tenemos ningún interés de venganza, sé en lo que estuviste vos, pero queremos terminar esta etapa y cerrar el duelo”. Me contestó: “yo sé dónde, cuando, todo. Me estoy preparando para mi defensa, lo único que te voy a decir es que no lo busques más, lo tiraron al río”. Eso nos confirmó más la pista. Esperamos el juicio, porque si él decía dónde estaban los cuatro cuerpos quedaba libre, pero no dijo nada, lo cual nos dio más la seguridad de que era verdad. Ahí enfocamos toda la búsqueda hacia el río.

Nos presentamos como querellantes en la Fiscalía en el Juzgado de Corrientes, que lleva adelante la búsqueda en Empedrado. Tuvimos la suerte que un hijo mío, Alvariño, que nació en Brasil, se fue a vivir ahí con su compañera que era de esa localidad. Empezó todo un proceso de búsqueda entre los pescadores, en el río, en las islas. Eso nos llevó a hacer excavaciones en la costa, a tener muchos testimonios de pescadores respecto a los cuerpos que venían del norte en esa época. Algunos los entregaban a Prefectura, que fueron enterrados en Empedrado, pero después los castigaban si hacían eso así que los tenían que dejar pasar. Ellos, como buenos cristianos y seres humanos -digo cristianos por que los correntinos son muy creyentes-, enterraban a muchos en las costas, en las islas; no los dejaban pasar. Pero sabemos lo que es el río: cambia constantemente y es muy difícil de localizar. Hemos hecho excavaciones en el paraje Soto, frente a Derqui, y seguimos trabajando en eso, viendo en cementerios de ciudades como Bella Vista, Lavalle, porque los cuerpos pueden haber seguido río abajo. Esta es una metodología que viene de Paraguay, es muy común en (el dictador Alfredo) Stroessner, por ejemplo, de persecución, muerte y tirar cuerpos al río. Como en Colombia, que hay un río famoso por los cadáveres. Bueno, el Paraná también ha sido eso.

 

¿Qué es Fernando, el libro?

Fernando es como un baúl donde fui juntando todo lo que fuimos recopilando durante muchos años, desde sus raíces, su familia, su infancia, juventud, hermanos, el Club Echague, hasta que él se va a estudiar al Chaco. Del Chaco está todo el tema de la Facultad, sus vivencias, la historia de la Embajada de Entre Ríos -una casita frente a la plaza España en Resistencia, que alquilaron con otros entrerrianos-. La militancia política y estudiantil, su relación con María Julia, su matrimonio, su vida personal, su viaje a Centroamérica siguiendo un poquito los pasos del Che. Hay testimonios de compañeros que militaron con él, hay entrevistas, hice algunos viajes por Corrientes, Posadas, Puerto Iguazú, Formosa, Resistencia, Santa Fe, entrevistando a compañeros que estuvieron con él. El libro es eso, un baúl donde voy juntando muchas vivencias, relatos; hay cuentos, pequeñas historias. Está el tema de los juicios en Corrientes y Resistencia, están los testimonios, las sentencias, el juicio de Margarita Belén. Y están los culpables, con nombre y apellido. Inclusive hay listados de policías, oficiales y suboficiales de aquella época para que se sepa quienes estuvieron ahí. Hay un testimonio de un soldado, Alfredo Maidana, que quiso hacer un libro que se llamaba Los del medio, pero en el camino hubo presiones, aprietes, y se echó atrás. Después están los compañeros, quienes son cada uno de los fusilados, los que sabemos al menos. Y la búsqueda: hay todo un capítulo sobre la búsqueda que es en el camino que estamos, tanto de Resistencia como de Corrientes, en las islas y en la costa. Búsqueda que continúa: ahora el 7 de marzo tenemos una entrevista en la Fiscalía de Corrientes, donde somos querellantes, para ver cómo avanzamos en los pueblos ribereños.

 

¿Cuándo pensaste que todas estas investigaciones podían tener formato de libro?

Sabía que iba a terminar en libro y hay muchas cosas que quedaron a un costado porque era muy largo. No es un libro literario, es un poco un documento histórico, apunta más a eso, a pesar de que hay relatos, cuentos y anécdotas que pueden llamarse literarias. En el momento en que empecé a hacer las entrevistas, hace unos 14 años, ya pensaba en hacer algo para que quede registrado. Como un homenaje a Fernando.

 

¿En qué momento del proceso está?

Estuvo Paola Calabretta colaborando en la corrección y ahora estamos viendo el financiamiento. Es un libro que el 80% es Chaco, tenemos una promesa de apoyo de la legislatura de allá. Pero la idea de la preventa es como hicimos La risa no se rinde, militancia pura en la que todos colaboraron. Así empezamos ahora, con los costos mucho mayores, porque es un libro grande, de 600 y pico de páginas. En este momento está terminando Cristela (Piérola) con el tema fotografía y estamos averiguando presupuestos para impresión. Lo importante es que esta es una herramienta de militancia para que la gente se acerque y colabore, creo que es así.

 

¿Qué te gustaría que pase con el libro?

Que llegue a las bibliotecas populares, porque es un documento histórico con mucha información. Tanto allá como acá, por eso queremos que la cantidad de impresión sea importante. Que sea un elemento de consulta, hoy, mañana, dentro de unos años, si alguien quiere saber qué fue Margarita Belén.

 

 

Para apoyar la edición del libro, contactarse con Cristela Piérola al 3435008297 o Álvaro Piérola al 3434531733

 

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