TEXTO PABLO RUSSO
La producción Crónicas de un exilio (Micaela Montes Rojas y Pablo Guallar, 2022) se podrá ver este viernes 8 a las 19 en el 1° piso del CPC, en el marco del 5° Festival Internacional de Cine de Entre Ríos, dentro de la sección Cine Nacional en Competencia.
En 1976, luego de un intento de secuestro, el cineasta Octavio Getino (integrante de Cine Liberación) abandona la Argentina. Tanto él en Perú como su familia en Buenos Aires convivieron con la ausencia y los miedos, con el peligro y el desarraigo. Crónicas de un Exilio narra las causas y consecuencias de su exilio, la ruptura y reconstrucción de una familia que fue atravesada por los años más oscuros de nuestra historia.
Con motivo de esta proyección, 170 Escalones conversó con la dupla que tuvo a cargo la dirección de este documental: Pablo Guallar y Micaela Montes Rojas.
¿Cómo nació el interés por el tema y la relación con Getino?
Pablo. En el año 2008, mientras cursaba la carrera de Licenciatura en Artes de la UBA, comencé a estudiar e investigar el cine político de las décadas de los ‘60 y ‘70. Pasaba tardes enteras leyendo todo lo que encontraba relacionado al tema y buscando los films de ese período. En 2011 fui invitado a participar en una serie de entrevistas que tenían como objetivo la realización de una biografía audiovisual. Le hicimos cinco entrevistas largas en las que nos contó todo sobre su vida. Ahí tuve la oportunidad de conocerlo personalmente y confirmé que tenía la humildad de los grandes. Él nace en el contexto de la Guerra Civil española y, en la Segunda Guerra Mundial, vino a Argentina, durante el peronismo. Una historia muy fuerte: vivió el bombardeo del 55´, la resistencia peronista, hizo La Hora de los Hornos, entrevistó a Juan Domingo Perón, y luego, por toda su militancia, fue perseguido y obligado a exiliarse de nuevo. Recuerdo dos momentos de las entrevistas en los cuales noté a Octavio muy emocionado: uno fue cuando hablaba de Perón, personaje que había marcado para siempre su vida. El otro era relativo al exilio que tuvo que vivir en 1976, cuando debió abandonar a su familia y amigos para comenzar un viaje plagado de peligros a Perú. De esa emoción profunda surgió la idea de investigar cómo había sido su exilio y qué transformaciones había sufrido en ese período.
¿Cómo trabajaron y por dónde indagaron el material de archivo?
Micaela. El material de archivo nos acompaña durante toda la película. Está en todo momento, es por eso que hemos tenido que consultar los diferentes archivos tanto del país como afuera.
Conseguimos materiales históricos y periodísticos en el Archivo General de la Nación, Biblioteca Nacional, el Museo de Cine Pablo Ducrós Hicken, lugares que hemos visitado todo el equipo. Y luego está todo lo que es el material familiar, que hemos conseguido gracias a amigos, familias, rollos que nos encontramos gracias al destino y gracias también a las recorridas por ferias de antigüedades.
El material se trabajó en todo el proceso de edición y postproducción. Donde decidimos que no se tenía que ver ninguna de las entrevistas que habíamos realizado previamente. Destacamos el gran laburazo del editor, compositor musical y uno de los guionistas, Carlos Cambariere.
La voz de Octavio nos va guiando a través del documental, mediante cartas o entrevistas, para luego dejarle todo el protagonismo a las hijas e hijos, que son quienes complementan la historia con una visión del relato, que creemos, no suele tener tanta voz.
¿Hay material inédito respecto al contexto de época?
Pablo. En el desarrollo del guion, propusimos en ciertas escenas incluir un found footage de la dictadura militar, porque no queríamos volver a usar las típicas imágenes que ya tanto conocemos de los documentales sobre esa época. Una noche llevando a un amigo a su casa en Haedo, me encontré tirados unos rollos de 35 mm en la calle. Una escena muy irreal, con el rollo flameando en el asfalto. Estacioné, miré los rollos y mágicamente tenían un papel que decía “Desfile militar. Avión Pampa. Videla”. Me cargué todo en el coche y a partir de eso empecé a contactarme con gente para ver cómo digitalizarlo, hasta llegar al Archivo RTA. Nos terminamos enterando que el rollo que había encontrado tenía imágenes inéditas de la dictadura cívico-militar. Fue un proceso muy loco de trabajo con la materialidad del archivo, viendo fotograma por fotograma hasta encontrar la escalofriante imagen de Videla. Fue un proceso muy intenso e interesante hasta llegar al transfer de las imágenes. Finalmente, muchas de estas imágenes quedaron en el documental. El hecho de haber escrito algo que al final apareció de casualidad tuvo un toque mágico.
Otro tema interesante es el trabajo con el archivo familiar. Como de la familia Getino se había conservado únicamente un rollo de super 8, para contar su historia no sólo usamos materiales de su archivo, sino también de nuestras familias y conocidos. Hay un material recuperado de mi familia de 1973 en Ezeiza, en el que aparecen mi abuela, mi viejo, mi abuelo, a quien yo no había visto nunca. Fue una decisión estética arriesgada. Lo que buscamos fue contar parte de la historia argentina y de su familia a través de otros archivos y abrir así un despliegue de sentidos metafóricos para universalizar su historia.
¿Qué piensan que aporta esta producción a la construcción de la memoria colectiva?
Micaela. Esta producción aporta una arista más a la historia de nuestro país, a los 40 años de democracia. Con la historia de Octavio Getino lo que hacemos es contar la historia de una familia en particular, que pudo ser la historia de tantas otras. El desarraigo, los que se van, los que se quedan, los que no están. El golpe de estado y la dictadura cívico militar desmembró miles de familias que tuvieron que reinventarse con cada suceso y decisión. Es por eso que creemos que nuestra película aporta un granito de arena a nuestra historia que tiene que estar en constante reflexión para no olvidar nunca la importancia de la memoria, verdad y justicia.
Pablo. La película gira en torno al drama de una familia inmersa en el huracán de los acontecimientos políticos culturales más importantes de nuestra historia. Creemos que el principal aporte de nuestro trabajo reside en la inclusión de la dimensión intima de un suceso tan desgarrador como el exilio. El hecho que la voz de sus hijas e hijo sean las articuladoras del relato trae consigo una deconstrucción e humanización de una figura tan emblemática como la de Getino. Consideramos que sus reflexiones son vitales para los tiempos que corren, para ayudar a repensarnos, a valorar los pequeños actos de cuidado y amor, de redención.
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