TEXTO Y FOTOGRAFAÍAS NATALIA MATURANA
>>Giros,
fotografías de distintos lugares,
fotográficamente tan distantes.<<
Fito Páez, 1985
La luna ya alumbraba la noche del jueves 3 de julio cuando la gente comenzó a acercarse a la Casa de la Cultura para ingresar a la nueva Sala Expandida, conocida como «la ochava», ubicada en la intersección de las calles 9 de julio y Carbó. Allí se dio inicio a la muestra fotográfica titulada Remitente Sin Respuesta de la artista visual Juliana Faggi. Esta presentación, organizada por la Secretaría de Cultura de Entre Ríos, es la primera de una serie de exposiciones dedicadas a las artes visuales que se llevarán a cabo en este espacio desde julio hasta noviembre, con entrada libre y gratuita.
De un extremo al otro de la sala se podía observar el «diario de fotos» de Faggi, esto es, una imagen capturada por día durante cuatro meses con su cámara Nikon F60 -cuyos rollos fueron posteriormente revelados- junto con sus ilustraciones colgadas en las paredes blancas. Todas fechadas en 2010. El registro íntimo estaba allí. La muestra no tenía principio ni final, cada quien elegía su propio recorrido.
Un cartel blanco indicaba el título de la obra acompañado de un breve resumen del proceso creativo de la artista. Ella intentó registrar, por medio de la fotografía, un lapso de su vida doloroso. Le tocó acompañar a su hermana enferma, quien falleció un año más tarde. Y un día, después de 15 años y varias mudanzas, encontró ese registro y quiso darle entidad con la intención de que sea (re)descubierto. «El sábado 5 de julio, este sábado, se cumplen 14 años de la muerte de mi hermana. Y hoy acá, siento que pude encontrar la manera de sobrellevar la vida, compartiéndola con otres. Construir desde lo colectivo me ha salvado», dijo.
La puerta de ingreso permaneció abierta para la gente que seguía llegando. Mientras tanto, quienes ya estaban dentro andaban sin prisa, como si el tiempo se detuviera un momento en aquella sala. O quizás aquellas fotografías los obligaron a ir más lento. Había quienes observaban con detenimiento la hilera de pequeñas fotos reveladas y enumeradas, una al lado de la otra; quienes escuchaban con atención la ambientación sonora; y quienes fotografiaban las fotografías (algo que suena absurdo y contradictorio, pero muy común en este tiempo).
En medio de los murmullos, se oyó una voz de fondo que provenía de los parlantes: «La sopa de la foto estaba buenísima. La vida es así, cuando me enojo con la vida me acuerdo de mi hermana y en su felicidad. Mañana la voy a acompañar a cortarse el pelo. Eso me pone feliz…». No era cualquier voz, sino la de Juliana que hablaba acompañando el recorrido. Y seguía narrando en detalle lo que vivió cada día, de esos cuatro meses, con su hermana. Un viaje en el tiempo hacia un pasado bien conservado que sumergía a la gente en un clima íntimo y profundo.
En uno de los extremos de la habitación, había una libreta sola, sobre una mesa redonda negra, que contenía varias ilustraciones a lápiz de las fotografías, casi idénticas. Fueron muchas las manos que hojearon sus páginas. Gurises, adultos y ancianos caminaban y visualizaban las producciones, una o varias veces. Algunos fueron solos, otros acompañados. De una u otra forma, ese lugar cálido los encontraba. Hasta se armaban pequeñas rondas de gente conocida que conversaba y reía. Faggi también andaba allí, entre las personas dispersas, sonriente. De un momento a otro, la sala se colmó de gente.
A las 20:30 se realizó la presentación formal. «Estamos felices y orgullosos de inaugurar un nuevo espacio en este edificio histórico de la cultura entrerriana. Sala Expandida es un lugar ganado para las artes visuales de la provincia», dijo Julián Stoppello, el secretario de Cultura de Entre Ríos. También agradeció a la artista por su convite fotográfico. Luego le dio la palabra. Ella sostenía una hoja en sus manos y, apenas agarró el micrófono, pidió disculpas de antemano por leer el texto, pero no quiso correr el riesgo de olvidarse de nada.
«Esta muestra viene del dolor individual que es abrazado desde lo colectivo, es más rico, más profundo, más armonioso. Es la vida que nos alcanza, que nos hace seguir y crear. No sé si esto es arte o qué –no me reten los artistas-, pero haciendo nos encontramos y eso es un montón en estos tiempos», expresó. La devolución del público fue un fuerte aplauso que resonó en la sala. Con una sonrisa en su rostro, Faggi agradeció a todos los allí presentes, los invitó a brindar con ella y a seguir recorriendo la muestra. Entre tanto, una niña se acercó a ella con un ramo de flores. Y uno de los miembros de la Casa de la Cultura, aprovechando la atención del público, mencionó que las obras estaban a la venta por si había interesados. Luego la gente continuó compartiendo.
«Lo que intento transmitir, más allá del dolor que es el motor que me lleva a crear, es que hay otras maneras distintas de transitar la vida. Elegir la vida también implica crear, compartir, construir, aprender de otres», manifestó la artista. Una muestra íntima que invita a (re)pensar el dolor y la memoria. No hay respuestas en este «diario de fotos», solo registros de un ayer latente que anheló salir al encuentro de la gente y no ser olvidado.
La exposición se puede visitar hasta el 24 de julio.
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