TEXTO AQUILES DÍAZ
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Ya no es como antes. No se puede concurrir a la sala, ingresar y «listo». Ahora, las entradas se consiguen por anticipado en internet, siempre y cuando no sea tarde y estén agotadas, porque no abundan. Si no, el consuelo es verlo por streaming. Estas medidas son para controlar la capacidad máxima de los espacios, debido a la tristemente célebre palabra que se repite en todas partes: protocolo. Distanciamiento, habilitaciones, trámites, alcohol en gel, temperatura, 50% de aforo, la lista sigue y es conocida. E inmersa en medio de todo, la cultura. La espera fue larga, ya es hora de que prendan las luces y corran el telón.
Si bien la adaptación a estas nuevas modalidades viene macerando desde hace un tiempo, el comienzo de este año, la baja en los casos en las últimas semanas, la necesidad de los espacios artísticos de ponerse en marcha, y las políticas públicas provinciales y municipales, hacen que febrero sea el mes en donde se eleva la cantidad de propuestas y actividades culturales. Una pequeña ilustración de esta situación es la vuelta al funcionamiento de la plataforma El Embudo, que condensa toda la agenda cultural de la ciudad. ¿Cómo se vive este momento desde el Estado y los espacios privados e independientes?
Entre postergaciones y cuidados
La Municipalidad de Paraná presentó, el 21 de diciembre, la segunda edición de la Agenda Activá Verano, pensada para vecinos, vecinas y turistas. Sin embargo, como esta no es época de certezas, el desarrollo de los eventos previstos para enero debió modificarse. «Tuvimos que postergar numerosas actividades que teníamos programadas, porque congregaban muchísima gente y durante el mes pasado hubo varios picos de casos», explica Camila Farías, secretaria de Coordinación Estratégica de la Comuna. Por ejemplo, en el Anfiteatro Héctor Santangelo, que tiene aforo para alrededor de 2000 personas y va a reducir su capacidad a 400 espectadores, aún no pudieron realizarse eventos.
La agenda para febrero cuenta con actividades recreativas, culturales y deportivas. Se ofrecen circuitos gratuitos por la ciudad, que recorren desde la Catedral hasta la Costanera y el Cementerio; un Ciclo de arte emergente en el Skatepark, relacionado con los nuevos consumos culturales; y El puente de la palabra, que se trabaja en conjunto con las editoriales y librerías de la ciudad, en donde la literatura y la poesía son protagonistas.
«En este contexto, el desafío de las actividades es generarlas, en sí mismas. Además, como puede ir menos gente, tenemos mayor número de propuestas y se hace más difícil la organización», afirma la funcionaria. También señala que se prepara un protocolo especial para el Anfiteatro, para que a finales de febrero pueda ser utilizado. El mismo contará con sistema de burbujas familiares, entradas anticipadas, distanciamiento social e incluso transmisión vía streaming.
«Nuestra postura es convivir con esta etapa. Tenemos que ser responsables y comprender el momento, por eso trabajamos de manera conjunta con otras áreas del municipio y con el Ministerio de Salud de la Provincia», añade Farías. Respecto de los espacios independientes, menciona que desde la Municipalidad se asesora y fomenta a estos sectores, y que se ve mucha responsabilidad en los cuidados y protocolos necesarios.
El entramado cultural
Por su parte, el Estado provincial también puso en funcionamiento el Programa Trama, impulsado por la Secretaría de Cultura. Es una plataforma de actividades culturales que aglutina un amplio abanico de disciplinas artísticas y estéticas en toda la provincia. Este programa articula el trabajo de municipios, colectivos independientes o privados, y organismos como museos, bibliotecas o centros culturales. Incluso, hay algunas actividades itinerantes, que recorrerán el territorio provincial.
«Queremos poder brindar una oferta cultural a la gente, con los cuidados correspondientes, ya que estamos en una etapa de transición”, dice Francisca D’Agostino, secretaria de Cultura de Entre Ríos. Y agrega que: «Desde la Provincia aplicamos dos protocolos distintos: el de ambientes cerrados, como cines, teatros y museos, y el de actividades al aire libre, en el que la distancia puede ser menor y se calcula según el espacio disponible. Paraná adhirió a estos protocolos».
Dentro de las múltiples actividades que se ofrecen este mes, en el Centro Cultural La Vieja Usina se realizará teatro al aire libre de obras entrerrianas, además de danza y música en vivo. Por otra parte, el ciclo de música Doble Horizonte, que se desarrollaba vía streaming en la Casa de la Cultura, retomará su actividad con público. También habrá cine, en la mencionada Casa y en el Museo Provincial de Bellas Artes. Además, se prevén otras actividades en museos, en el Archivo Histórico, en editoriales y en bibliotecas. En todas, por supuesto, se deberán retirar entradas previamente.
Crecer en pandemia
«Si bien tenemos limitaciones propias de los protocolos, ya estamos en marcha”, anuncian Paula Righelato y Exequiel Caridad, para quienes el contexto potenció la posibilidad de abrir la Salita de Perón a fines de noviembre, porque les permitió «trabajar para mejorar las condiciones del lugar». Sin embargo, como es la primera vez que administran un espacio cultural, sostienen que «todo es un desafío y un aprendizaje, porque no hay una receta. La gente llega y no se quiere ir, la energía es contagiosa».
En febrero, continúan las clases de yoga, de Entrenar con Danza, ensayos de grupos locales y se retoma el ciclo de ensayos y acústicos desenchufados. Para marzo, planifican talleres de clown, entrenamiento y juegos teatrales, ludoteca para niñes y canto. La búsqueda de Paula y Exequiel es seguir construyendo el espacio: «Estamos armando una biblioteca y un vestuario teatral, queremos que sea para la comunidad artística local». Para esto, advierten que aún no recurrieron a ninguna institución, se sostienen de forma autogestiva, y a pesar de que confían en el apoyo y sostén colectivo, avisan que «los trabajadores culturales y la cultura son el último orejón del tarro, es el derecho vital menos considerado para la comunidad”.
Más propuestas
María Teresa Szrajber construyó el Centro Artístico y Cultural Jai («vida», en hebreo) en donde era el depósito del negocio de sus padres. Allí pasó su infancia jugando, mientras su abuelo armaba lámparas y veladores. Como en otros espacios culturales, en Jai realizan algunos talleres y clases desde octubre de 2020, pero este año el panorama es más alentador. Para el 11 de febrero, tienen programada una jornada con performance teatral, danzas, muestras de pintura y lectura de poesías. Además, habrá un ciclo de proyección de películas. «Estábamos muy angustiados por no haber podido trabajar», comenta María Teresa.
«Las entradas se abonan por transferencia bancaria», advierte Jesús Fercher de Arandú Espacio de Arte. Es que esta medida forma parte de los recaudos para no tener contacto con el dinero, además del alcohol, el barbijo y la distancia social. Desde este espacio, ponen en marcha el workshop de Entrenamiento físico y vocal, basado en Antropología Teatral, que funcionó durante el año pasado de forma online. Este curso, que comienza en marzo y se extiende hasta diciembre, tiene doble modalidad: por Zoom o presencial. Durante febrero, se presenta una obra llamada Manada. Además, para atravesar este duro momento y garantizar el funcionamiento del espacio, buscan fondos mediante un sistema de socios, que otorga beneficios exclusivos a los miembros de esa comunidad.
Un paso más
Algunos grupos, como Teatro del Bardo, ya estaban realizando espectáculos desde hace bastante tiempo. Por eso, a la sensación de «volver» la tuvieron el año pasado. Aunque hubo momentos en los que debieron retraerse, desde julio están dando clases, y a partir de octubre hicieron un ciclo por streaming, pero con diez personas en la sala. «Fue una sensación muy fuerte. Corroboramos que el teatro es un arte del cuerpo a cuerpo, se trabajan las energías de las personas en un espacio concreto, es necesaria la co-presencia», expresa la presidenta del grupo teatral, Valeria Folini.
Sin embargo, la actriz y directora admite que este mes tiene algo distinto, y que las expectativas son grandes: «Arrancamos febrero con todo, así que nos estamos tomando estos días para pintar, arreglar y poner en condiciones la sala. Queremos la mayor comodidad posible para recibir a los espectadores». Entre otras obras, este mes lanzarán el espectáculo Guachos, dos funciones de El hombre acecha, y también despiden el mes con El corazón del actor, que luego saldrá de gira por Gualeguaychú, Concepción del Uruguay, Urdinarrain e, incluso, la ciudad de Santa Fe.
Folini también cuenta que estuvieron en diálogo con las autoridades para la elaboración de los protocolos. Además, destaca que las habilitaciones les sirven para gestionar subsidios de adecuación sanitaria y de mantenimiento de la sala.
El lugar que se merece
El panorama que se pinta aquí no es total ni definitivo. En la ciudad son muchos los espacios culturales de diversa índole: autogestivos, privados, independientes e incluso comunitarios, en los que retornan el grueso de las actividades. Después de casi un año de incertidumbre, soledad y angustia, se respira un ambiente de optimismo y jovialidad.
La pandemia está lejos de terminarse, pero, poco a poco, se mueven los engranajes culturales que parecían detenidos en la ciudad, la provincia y el país. Valeria Folini manifiesta que: «Lo que esperamos desde toda la comunidad teatral y artística es no ser considerados un sector prescindible. No somos esenciales, pero después de lo que hemos sufrido este año sin poder trabajar, queremos que la sociedad vea que aportamos capital simbólico y cultural, además del productivo». Y quizás esta sea la única certeza.
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