TEXTO FRANCO GIORDA
FOTOGRAFÍAS MAURO BEDENDO
¤ Especial FICER ¤
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Mauro Bedendo es director y realizador audiovisual. Su película Sombras se proyectará en el Festival Internacional de Cine de Entre Ríos este sábado a las 16. En diálogo con 170 Escalones habló de la aventura de producir un film sin financiamiento, de su amor a la ciencia ficción, de su temprana relación con el cine y de la serie para televisión que está proyectando para el futuro cercano.
¿Cómo fue el proceso de realización de Sombras?
El proyecto arrancó en septiembre de 2005. Ahí empezamos el rodaje que lo íbamos armando en tres jornadas por semana porque es una película totalmente hecha a pulmón. Entonces, nos organizamos como para que la gente pudiera tener sus actividades. En principio, se montó un estudio en La Hendija con los distintos decorados de la película. También hubo otras locaciones. Después llegó el verano e hicimos una segunda etapa. En marzo de 2006 rodamos las secuencias finales y algunos sueños en Punta del Diablo, Uruguay. Ahí fuimos con un equipo más reducido de 12 personas. Fue casi una premiación. Fue la manera de terminar la película. A partir de abril empecé a trabajar en la edición que me llevó todo el año. Finalmente, decidimos estrenarla en abril de 2007. No fue un estreno oficial sino que fue una presentación en Paraná. Después, a mediados de años, fue la presentación en Buenos Aires. Ahí nos encontramos con las dificultades para poder meter la película en un carril comercial. Había que tener algo así como un libre deuda de algunos convenios con actores, autores, Sadaic. Para darte una idea, poner en regla la película en ese momento costaba 100 mil dólares.
¿Ustedes no recibieron ningún subsidio?
No. Prácticamente, la financié yo. En el sentido de que lo mínimo que hacía es que terminábamos de filmar y los llevaba a todos a comer a un restorán. Por lo menos, la gente se iba a dormir habiendo cenado. Lo demás eran aportes de gente que me ayudaba con la escenografía o con otras cosas. Para redondear la idea. Lo que te decían era: se la tenés que entregar a un productor, el tipo te va a conseguir un subsidio Incaa, vas a poder pagar todo y dentro de dos años vas a cuatro festivales y la pasan en el Gaumont a las 9 y media de la mañana. Entonces, frente a eso decidí seguir siendo el cine independiente entrerriano. En algún momento, habrá una verdadera ley de cine que facilite hacer películas para que después cobres una entrada como se hace en cualquier país del mundo.
En relación a eso, ¿qué opinás del proyecto de ley provincial?
En su momento leí el proyecto que había presentado Sergio Cristani, ex director del Instituto Audiovisual de Entre Ríos, que estaba basado en estructuras de otras provincias y era una manera de que ciertos subsidios sirvan para gestionar la cuestión industrial y audiovisual. Me parecía interesante. Los montos no eran demasiado importantes. No había una autarquía como es con el Incaa. En ese momento, si hubiese salido hubiera estado bueno. No sé qué pasó. Creo que nunca se terminó de tratar. Ahora escuché que se va a hablar del tema en el Festival. En la situación que está este país es irrisorio pensar que nos van a decir “tomen muchachos” porque están recortando todo. Lo que se tendría que hacer es ver en qué situación estamos realmente y ver qué se puede hacer.
¿Cómo llegaste al cine?
Empecé desde muy chico porque mi padre, que es italiano, en su juventud filmaba en 16 milímetros con su grupo de estudiantes. Un día, yo habré tenido 7 u 8 años, mi viejo compró un proyector a manivela y nos sorprendió a todos con las películas que él había hecho. Cosas muy bien filmadas. Muy prolijas. Ahí descubrí otra faceta de mi padre: nunca había podido concretar su carrera como realizador. Él vivía en Rovigo que queda muy cerca de Venecia. Eso le daba la posibilidad de participar de los festivales. El vio el estreno del Hombre de Arán cuando ganó el festival. Estamos hablando de hace 80 años. Él a su vez escribía para un diario local y hacía la crítica de las películas. Lo llegó a conocer a (Michelangelo) Antonioni. Además, a mi me gustaba ir mucho a las matiné y cuando volvía, mi Papá me preguntaba qué había visto, qué me había llamado la atención y qué me había parecido la fotografía. Después me regaló una cámara de fotos chiquita. Entonces, me convertí en el fotógrafo de la familia. Después logré tener una cámara de Súper 8 que me prestaban.
¿Dónde y en qué año estudiaste cine?
En el Incaa, que era el única gratuito, en el año 81. Cuando quise estudiar cine, mi familia me dijo que había una escuela en Santa Fe pero nos enteramos que había sido cerrada por el Proceso. Mi locura era tal que con otros compañeros nos organizamos para ir a Buenos Aires. Yo me presenté y rendí un examen. Éramos 600 y entramos 25. Terminamos la carrera 13 tipos. Lo que a mi me permitió el Instituto fue el acceso a los fierros, tener contacto con el 35 milímetros, ver una cámara y estar con realizadores profesionales como (Adolfo) Aristarain, (José) Martínez Suárez, (Eliseo) Subiella, (Manuel) Antín. En primer año se filmaba en 16, en segundo en 35 y en tercer año se hacía una tesis final. A nosotros nos agarró la guerra de las Malvinas que frenó la carrera. Cuando volvemos a arrancar en lugar de cada uno hacer una tesis, se seleccionaban solo tres. Cuando presentamos los guiones se decidió que los ganadores del guión no la iban a filmar. Yo tuve la desgracia de que eligieron mi guión que lo terminó dirigiendo otro. Me gustaba mucho la cámara, entonces trabajé en dos tesis más como camarógrafo. De alguna manera compensé.
¿De qué trataba aquel guión?
Era de ciencia ficción porque me apasiona. No se si lo hago bien pero me gusta el tema y admiro a tipos como Ridley Scott, Steven Spielberg o (Andrei) Tarkovsky. Estoy más cerca de cómo haría (Jean Luc) Godard una de ciencia ficción. Con pocos elementos. Mi película Sombras, por ejemplo, es un relato de anticipación que transcurre en un futuro donde la gente sigue fumando cigarrillos y tomando cerveza. No comen píldoras que lo transforman en un blade runner.
Entonces, ¿cómo era la historia?
Era el último día en la relación entre un padre y un hijo frente a un desastre nuclear. El padre tiene que tomar una decisión con respecto a si quiere que su hijo viva en un mundo posnuclear o si lo sacrifica y se sacrifica él. Al realizador no le gustó y la cambió (risas). Se terminó filmando en los silos de Puerto Madero, donde 10 años después se filmó Highlander 2. Eligieron las misma locaciones que nosotros. Así que no estábamos tan alejados.
La versión de Sombras que se va a mostrar en el FICER tiene modificaciones en relación a la que se estrenó en 2007
Exacto. Tiene menor duración. La aligeré un poco. Le di un poco más de ritmo. Si bien yo había tenido mucha experiencia de cine, nunca como director total. Entonces uno se enamora del proyecto. Después de más de 10 años veo cosas que había que sacar. Lo bueno es que también logramos que Heber Schaff haga la composición original de la música. Esto jerarquiza a la película y le da su personalidad. Le aportó autenticidad como obra.
¿Qué tenés para el futuro?
Estoy en un proyecto que se llama Luces en el agua y que nació como mi segunda película pero se fue postergando y ahora encontró la forma de miniserie para televisión. No se cierra en una temporada. Ese es el proyecto ambicioso que tenemos. Como ya estoy medio viejo me encantan los desafíos y estoy juntando un elenco importante. En la primera temporada tenemos como 60. Para la primera etapa están pensados ocho capítulos de una hora de televisión.
¿Estás buscando financiamiento?
No. Es prácticamente imposible conseguir financiamiento porque volvemos otra vez a lo que me pasó con Sombras. Yo tengo la experiencia de la publicidad y eso es quizá lo que a mí me da esa valentía o arrojo para hacer casi cualquier cosa porque creo en la posibilidad de lo que es canjeable. Además, con la gente que me sumo le explico cómo es. Yo no te voy a decir que te voy a pagar porque te estoy engañando como hacen algunos directores que dicen eso y después no pagan. Yo empiezo al revés: yo tengo este proyecto y les pregunto si les interesa. Hacemos lo que podemos y vamos a tratar de conseguir los elementos mínimos para que nadie tenga que poner ni una sola moneda para ir a hacer la película. Después la armamos y ahí la vendemos. Quizá no sea para llenarse de plata pero por lo menos tengo la posibilidad de hacer. Sería un primer paso salir de este estancamiento que tiene la televisión local y regional.
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Sombras se proyectará este sábado 20 a las 16 en La Vieja Usina dentro de la sección de películas entrerrianas del primer Festival Internacional de Cine de Entre Ríos.
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Muy linda y rica entrevista a Mauro Bedendo.
Qué bueno que lo hayan distinguido a él y eso nos enriquezca a todas/os.
Un cineasta de nuestro medio, con enorme formación y muy generoso en brindar lo que sabe y su arte, desde el hacer específico y desde la palabra !!. Además…, sus producciones son inconfudibles.
Bravo !!