Cinefilia cultivada

TEXTO PABLO RUSSO

 

 

Los cineclubes están vivos y multiplican pantallas en Paraná. En momentos de consumos virtuales, hogareños y streamings, parece una movida a contramano pensar estos espacios; sin embargo, la ceremonia pagana de los templos oscuros con una historia narrada desde la luz de un proyector sigue convocando cofradías de cinéfilos y cinéfilas.

Cada experiencia que prolifera en la ciudad forma parte de una corriente que renueva una tradición más que centenaria: la de juntarse con otros y otras a mirar películas en un espacio físico común. Se trata de un acontecimiento cultural y a la vez político. La capital entrerriana tiene hoy unos cuantos sitios con un recorrido constante que supera la primera década y otros recientes que amplían, de forma institucional o autogestiva, la agenda de posibilidades locales. En esta nota pretendemos dar cuenta de algunas de estas propuestas y presentar novedades.

 

 

El Instituto

El Cineclub IAAER, del Instituto Autárquico Audiovisual de Entre Ríos, inicia su ciclo institucionalizando este tipo de actividades con una propuesta destinada al público en general, el martes 27 de agosto en la sala Noble del Instituto en Paraná (Gregoria Matorras 861). Será el momento de Malambo. El hombre bueno, escrita y dirigida por Santiago Loza en 2018, a las 20 con entrada libre y gratuita.

El IAAER, dependiente de la Secretaría de Cultura de la provincia, propone una iniciativa transversal e interdisciplinaria que denominó Ciclo Diálogos, como punto de encuentro del cine, la cultura, la educación y la comunidad. Este primer momento tendrá encuentros quincenales. Para la función inaugural contará con la presencia y los comentarios de Mía Solaro, campeona provincial de Malambo Infantil y actual representante del Campeonato Nacional de Malambo Femenino, y de Nicolás Ellemberger, que defendió la cultura entrerriana en el certamen federal durante siete oportunidades, siendo subcampeón provincial en dos ocasiones. Además, habrá una degustación de vinos entrerrianos.

 

 

«La idea es que haya un lugar dentro de propio Instituto que sea un espacio de encuentro, reflexión y debate entre el cine y otras formas de pensamiento y expresión»; adelantó el director Maximiliano Schonfeld. «También queremos un instituto de puertas abiertas, no solamente para la gente del cine. Que se hable de cine, se vea y discuta, es muy importante para generar identidad y poder pensarnos a nosotros mismos en la provincia», amplió.

Este cineclub oficial planea expandirse a otros puntos de Entre Ríos, trabajando en conjunto con el Festival Internacional de Cine de Entre Ríos (FICER), el cinemóvil y otras políticas como Cine en las Escuelas: «Queremos que haya mucha distribución y exhibición. Estamos pensando para el FICER hacer un encuentro de cineclubes entrerrianos para que charlemos, porque hay un montón de ciclos que están buenísimos, que tienen muchísimo tiempo. Es para encontrarnos y entender lo que hace el otro, desde dónde, colaborar y ayudar para tender lazos», anticipó Schonfeld.

 

La Facultad y su centro

Con una función en la Facultad de Ciencias de la Educación de la UNER a mediados de agosto arrancó el Cineclub FCEDU. A la semana hubo una reunión para la presentación formal y puesta en común de lo que se vio en la película. «Buscamos que la proyección esté acompañada de un espacio de reflexión, intercambio de ideas y también relacionar contenidos que se dan dentro de la facu en las distintas cátedras», le dijo Luchi Saravia a 170 Escalones.

 

 

Este cineclub es una iniciativa de la conducción del Centro de Estudiantes, a cargo de la agrupación REDES, presentada ante Consejo Directivo. Pretende nuclear a quienes tengan interés en el cine y socializar saberes, pensar el rol de lo cinematográfico en las carreras universitarias y también fomentar la producción de piezas audiovisuales. «Estamos tratando de armar algo para presentar a la convocatoria de Acciones Culturales de Extensión de la FCEDU», comentó Saravia. La dinámica, abierta a la comunidad en general, plantea una proyección durante la semana -los días jueves- y a la siguiente la reunión/taller. Este proyecto incipiente busca articular esas actividades con cineastas, realizadores, cinéfilos y docentes, para que los talleres sirvan de formación.

 

Relámpagos por aquí y por allá

Los integrantes de Relámpago Verde bailaron el vals de los quince y repartieron torta con un doble festejo vinculado a sus espacios actuales de encuentros de jueves alternados: la Cantina Ferrero, ubicada en el Club Palma Juniors (Piedrabuena 127), y Casa Boulevard/Sala Metamorfosis (Ituzaingó 80).

 

 

El trío conformado por Jerónimo Ramos, Martín Villalba y Franco Giorda forjó su exhibicionismo cinematográfico de modo ambulante y mediante articulaciones con otras grupalidades e instituciones: desde la cancha de paleta del Club Catamarca, universidades, museos y bares hasta el ex cine Rex. En la Cantina Ferrero, desde principios de 2023, se cocina una de sus facetas fundamentales: la bohemia descontracturada, mediada por una bebida y una picada siempre a mano para la conversación y el encuentro. Quedó gente afuera el último jueves durante la proyección de El Exorcista, generando un fervor que difícilmente se encuentre actualmente en otras ramas del arte.

En Casa Boulevard/Sala Metamorfosis, en cambio, el vínculo se remonta al estreno del lugar en 2021. Aquí, además de las proyecciones quincenales llevan adelante otras propuestas en conjunto con los gestores del lugar. Por ejemplo, organizaron el concurso El Butacazo consistente en intervenir viejas butacas de cine o el ciclo de formación de espectadores destinado a estudiantes del nivel medio.

 

Gato de domingos

En el café cultural Gato Negro (Tucumán 355) hay plan para los domingos a las 18. «Se elige una temática mensual, proyectando una película distinta cada fin de semana en relación a esa temática, que haga dialogar los estilos y búsquedas de cada une de les directores a partir de ese disparador», indicó Leandro Portillo. «Las temáticas pueden ser por géneros, películas históricas o más abstractas, como las que indagan sobre el deseo, sobre el tema del doble, sobre lo existencial, etc.», añadió.

 

 

El objetivo del ciclo es fomentar el interés del público de Paraná y la región hacia el cine en general, y al cine arte de autor en particular. La idea es también que se armen debates post proyección. Las películas tienen una introducción sobre su temática, el director, la época y el contexto en el cual fue producida, así como respecto a las búsquedas conceptuales y estéticas. «Desde el espacio se ofrece una carta de café y pastelería, que puede ser consumida antes, durante, y después de la película», aclaró.

 

Otros espacios de ayer y de hoy

Desde hace varios años, el Circulo Odontológico de Paraná comparte películas quincenalmente en su auditorio de Corrientes 218. Las funciones comienzan 20.45 y son con entrada libre y gratuita, si bien en algunos casos los organizadores agradecen la colaboración con un alimento no perecedero que suele destinarse a comedores y merenderos populares. El perfil de la selección tiene que ver con el cine de autor, principalmente europeo. También el Centro de Jubilados y Pensionados de Caja Prever sostiene funciones de similar tenor, los martes a las 18 en Hipólito Irigoyen 652, con entrada libre y gratuita.

 

 

Por su parte, Cine Club Musidora -del que forma parte este cronista-, encontró refugio para 2024 en la sala Saltimbanquis (Feliciano 546), en la que renueva encuentros cada miércoles a las 20.30, transitando su primera década existencial.

Mientras tanto, en Casa Grande (Andrés Pazos 35) está surgiendo un ciclo de cine debate los sábados, y el Paraná Internacional Film Festival (PIFF) presentó su edición 2024, la séptima, que se llevará a cabo del 3 al 7 de septiembre.

Los espacios de encuentro para cultivar la cinefilia de modo no comercial siguen siendo un faro para pensar el lenguaje audiovisual como parte de algo más: de un encuentro social, de una revisión del pasado, de un disparador de debates y de un sustento cultural indispensable al que difícilmente se tenga acceso por otras vías. Hay cine clubes porque hay gente que los impulsa, público que los apoya incondicionalmente, como mariposas que se arriman a la luz, y espacios que se abren generosamente a estas experiencias.

 

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