TEXTO Y FOTOGRAFÍAS PABLO RUSSO
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A simple vista no se nota diferencia, por lo menos para un ojo inexperto. Y, en definitiva, el resultado es el mismo: la gracia que provocan Inodoro Pereyra, Mendieta y sus acciones y reacciones ante el mundo que los rodea. La genial creación del Negro Roberto Fontanarrosa tuvo una última etapa que fue guionada por él, pero dibujada por su colega Oscar Salas.
Se trata de catorce tiras del año 2007, cuando Fontanarrosa tenía avanzada su enfermedad física, aunque mantenía su lucidez habitual. «Finalmente, la mano derecha claudicó. Ya no responde, como antaño, a lo que dicta la mente», publicó en una carta de lectores en la revista Viva, con la que se retiraba como dibujante. Del chiste unitario quincenal se ocupó entonces su amigo Crist, y para la página de Inodoro Pereyra lo convocaron al humorista gráfico cordobés. Entre el Negro y Salas se estableció una mecánica de trabajo por la cual el primero enviaba los guiones y comentarios por email, y el segundo los ilustraba.
Hace poco, Oscar Salas pasó por Rosario para dar un taller y, de paso, dejó colgada una muestra sobre este trabajo en conjunto: Una mano para Inodoro permanecerá expuesta en el Centro Cultural Roberto Fontanarrosa hasta el 31 de agosto. Las catorce tiras colaborativas están colgadas dentro del sitio dependiente de la Municipalidad de Rosario, custodiado por gigantografías sobre ruedas de un Mendieta, un chancho y un Boogie, el aceitoso.
El centro cultural es un edificio construido durante la dictadura cívico-militar (1976-1983) para oficiar de centro de prensa del Mundial de Fútbol de 1978. Con el tiempo, se transformó en un espacio dedicado a la cultura y, en 2012, pasó a su denominación actual en homenaje a uno de los artistas más entrañables de esa ciudad. Ubicado en San Martín 1080, comparte situación geográfica con el límite más popular de una de las peatonales de Rosario, en la que abundan vendedores callejeros durante el día y personas en situación de calle buscando un techo para guarecerse por las noches. Una estatua de Fontanarrosa (creada por Carmita Batlle, en 2017) acompaña, sentado en una mesa, a quienes se toman un café en la plaza Montenegro.
Las tiras enmarcadas en el hall del entrepiso remiten entonces al momento en que la mano de Salas debió reemplazar a la de Fontanarrosa, que mantenía su mente intacta. Debajo de cada historia, alguna acotación del creador del mundo Inodoro, siempre de modo amable, alentando a su dibujante. «Bueno, vamos a largar. Lo antes posible te mando otro texto. Acordate de meterle más líneas de movimiento, en tanto no rompan las pelotas. Los dientes de Inodoro son cuadrados, no terminan en punta. La idea mía es firmar “fontanarrosa/salas”. Pero te consulto ¿Querés ponerlo de otra forma? ¿Querés poner Oscar Salas? ¿o un seudónimo?», preguntaba el negro.
«Muy bueno el chancho adolescente. Y la tira cada vez mejor», se lee como parte de esa correspondencia virtual. «Un detalle: si no es por una urgencia, Inodoro no corre. Es medio vago y habitualmente camina sin apuro. Te digo porque en esta última tira se lo ve corriendo y no hay un motivo para que lo haga», le sugería a Salas, y continuaba: «No es importante, la tira es válida igual. Pero apuntalo para otra ocasión. Digamos, salvo excepciones, Inodoro y Mendieta son pachorrientos». También, entre esos envíos, se filtraba su situación personal: «Te mando otro texto. No hay demasiado apuro porque luego de la tira con la gallina pelada van a repetir uno viejo. Esto se debe a que yo me voy mañana a Buenos Aires y el domingo a Israel, por un tratamiento», le contaba Fontanarrosa.
«El cacique Lloriqueo no tiene una cara definida, lo hago siempre distinto, no por surrealista sino porque no me acuerdo», le confesaba en otro escrito. «El Inodoro está cada vez mejor. Advierto que te estás soltando más y le estás perdiendo, saludablemente, el respeto a la línea», alentaba. La correspondencia terminaba siempre con el saludo afectuoso: «Un gran abrazo. el negro». Una mano para Inodoro repasa la trastienda de los últimos guiones de Fontanarrosa y las postreras andanzas del gaucho más famoso de la historieta argentina, que se publicaron hasta una semana antes de la muerte de su autor, en julio de 2007, bajo el trazo de Oscar Salas.
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Hermosa nota!
Muchas gracias Oscar!