TEXTO Y FOTOGRAFÍAS PABLO RUSSO
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Una combinación de situaciones derivó en esta nota de ribetes impensados al momento de su gestación. La primera, el Encuentro Nacional de Derechos Humanos y Educación Superior que se desarrolló en la Universidad Autónoma de Entre Ríos, entre el jueves 13 y el viernes 14 de septiembre. La segunda, una intervención artística del Grupo Humano Paraná en el marco de esas jornadas. Por último, la violencia institucional cotidiana ejercida por la Policía de Entre Ríos contra los jóvenes de los barrios populares.
«Políticas, Prácticas y Dispositivos a 100 años de la Reforma Universitaria» fue el subtítulo de la reunión impulsada por la Red Interuniversitaria de Derechos Humanos (RIDDHH) del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), que congregó a más de 400 ponencias en diferentes mesas temáticas, conversatorios, disertaciones y debates, superando las mil inscripciones de todos los rincones del país y del exterior. El encuentro también preveía algunas exposiciones e instalaciones artísticas, la mayoría consistentes en muestras fotográficas. Entre ellas, el Grupo Humano Paraná -Lorena Ledesma, Hernán Guerrero y Liliana Pedrotti- ideó una acción titulada Privilegio, que consistía en una corona de flores acompañada de un fragmento de un texto de Natalia Carrizo.
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Vestidos de negro y con capuchas, los integrantes del grupo recibieron la corona en la ochava de la universidad, en la esquina de Urquiza y Corrientes, el jueves al mediodía. Le pagaron a la florería en ese mismo acto e ingresaron al edificio sorprendiendo a los desprevenidos asistentes. La ofrenda de flores blancas que llevaba una cinta con los colores de la bandera argentina y la inscripción «AL PRIVILEGIO» fue colocada sobre un caballete entre los patios de la planta baja, cerca del busto a Domingo Faustino Sarmiento. Sobre el suelo se expandía, en letras negras, el texto de Carrizo que erróneamente fue otrora atribuido a Paco Urondo:
Resista. Exista.
Encuentre entre sus afectos la ciudad habitable…
Lo quieren quebrado.
Lo quieren asumiendo el imposible.
Lo quieren muerto por dentro y esclavo.
Grite cuando haga falta,
mascullar hace mal al alma y a los dientes.
Renuncie a la resignación.
Anuncie la exasperación. Contagie…
No se acostumbre.
Exista en la identidad.
Resista la autoridad…
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Al concluir el segundo día de la mesa ocho -Arte y Derechos Humanos- que el GHP coordinaba, Pedrotti, Ledesma y Guerrero se sentaron en un banco del primer piso a conversar con este cronista. «Pensamos algo que pudiéramos hacer en relación al congreso, a la situación de la educación pública y a la realidad en general. De ahí surge esta acción que tiene que ver con la muerte de los privilegios», dice Hernán. «Sentimos que nos faltaba poner el cuerpo, más allá del trabajo de coordinar la mesa y las ponencias. Por eso esta acción comenzó en el momento en que llamamos a la florería, luego recibimos la corona y recorrimos la Escuela Normal y la colocamos en el atril», agrega Lorena. «Sabemos que culturalmente la corona es fuerte, pero te tiene que doler más ver a un pibe muerto de hambre en la calle, o al que se quedó sin laburo», completa Liliana. «Fue una experiencia desde lo personal, desde la acción artística», acota Hernán. «También plantear un mensaje conciso: muerte al privilegio, al de clase, al de la salud, al de la educación. Y nos pareció interesante que la obra la complete un formato gráfico para que el que la vea pueda darse cuenta de la totalidad», fundamenta Lorena. Concluida la conversación, los artistas bajaron hacia la planta baja, tomaron la corona y salieron a la calle para dejarla apoyada contra un árbol en el pasto de la Plaza 1° de Mayo y que la intervención siga su curso con los transeúntes al aire libre.
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En el momento en que depositaron la ofrenda floral, a pocos metros en un sector de bancos frente a la Catedral, agentes de civil cacheaba a unos chicos. Allí se realizaba un operativo de toxicología dirigido y protagonizado por policías sin identificación alguna ni orden judicial. Otras personas que se tomaban un descanso del encuentro de derechos humanos se acercaron a protestar por el accionar policial. Ante la situación de los funcionarios públicos que retenían a los gurises cabían dos reacciones: o naturalizar el hecho, o llevar el texto de Carrizo a la práctica. Fueron llegando más participantes desde la universidad para oficiar de observadores de este acto de violencia institucional a plena luz del día en la plaza central de Paraná. Entre quienes se arrimaron sin dudarlo estaban Lucía Tejera, abogada que representa a HIJOS Paraná en las causas de lesa humanidad, y Guillermo Munné, abogado de HIJOS Santa Fe. Ambos se plantaron como defensa inmediata de los menores.
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Discusiones a tono alzado derivaron en golpes y empujones de los agentes sin identificar contra el abogado santafecino y otras personas en el lugar. La llegada de la fiscal, Viviana Ferreira, tardó más que el despliegue de patrulleros y policías (uniformados y no), que comenzó a montarse ante la presencia cada vez más importante de gente que pedía la libertad de los gurises. «Hay que dejar de atacar a los vulnerables y tener el coraje para meterse con los poderosos», argumentaba Munné.
Sin la misma diplomacia, desde el improvisado coro que rodeaba al desencajado operativo se escuchaban diversos reclamos, mixtura de los amigos de los pibes demorados y de los visitantes del congreso: «Si no te vestís con ropa cara no sos nadie»; «vergüenza dan»; «dejen de hacer circo»; «vayan a buscar a Varisco»; «a nosotras nos roban, nos matan, nos violan y la policía no aparece». Así oscureció en la plaza el viernes, con ese acto concreto de violencia institucional que resultó, para varios participantes, el cierre del Encuentro de Derechos Humanos cuyas conclusiones formales se estaban desarrollando en el interior del edificio. «Las fuerzas represivas se ocupan cotidianamente de meterles miedo a los jóvenes y pobres para que no se acerquen al centro», reflexionaba un testigo.
La última postal paranaense que se llevaron en sus retinas y en sus celulares varios de los visitantes que llegaron a la ciudad para reflexionar sobre los derechos humanos fue esta acción policial. Por suerte, aún queda gente dispuesta a renunciar a la resignación y resistir hasta el fin de los privilegios.
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Gracias Pablo por tan clara crónica!