21 de noviembre de 2024

Fanzines a la vuelta de correo

TEXTO Y FOTOGRAFÍAS MAXI SANGUINETTI

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En la época Antes de Intenet (AI), cierta información de tufillo contestatario ligada a la contracultura o especializada (por ejemplo, en relación a la historieta) circulaba sólo a través de los fanzines. A raíz de la movida local actual en ferias, proyectos colectivos, cierta nostalgia y charlas con amigues, me puse a recordar la época en que estas publicaciones llegaban a vuelta de correo…

 


En los 80s

Al regreso de la democracia, los fanzines (sin hablar de la tradición de la prensa clandestina a puro miméografo de décadas anteriores, o la enorme escuela de la prensa anarquista de fines del siglo XIX y primeras décadas del XX) representaban cierta prensa alternativa. Esto está muy bien registrado en el Libro de Fanzines de la editorial Tren en Movimiento, que recomiendo.

En mi caso, el primer contacto con los fanzines, fue a través de la historieta. La revista Fierro (que en los 80s llegaba a todos los kioscos de Paraná) tenía una sección en donde reseñaban algunos de los fanzines más importantes que iban apareciendo, por ejemplo, HGO (Héctor Germán Oesterheld) donde publicó historietas el artista local Mario Milocco o la Comiqueando, Carloncho, etc. Algunos pudimos conseguirlos años después en viajes relámpagos a Buenos Aires con los compañeros de nuestro fanzine La Teta Psicodélica. Traíamos, nos pasábamos o fotocopiábamos.
Años después supe que en Paraná, si mal no recuerdo en el año 85, surgió el primer fanzine cultural llamado Subte y que comandaba el escritor y dramaturgo Guillermo Meresman, tiro la punta para ver si alguien pica para seguir ampliando la info…

 

 

 

 

En los 90s… Recitales, ferias y ¡correo!.

Recién en los 90s iba a meterme de lleno con los fanzines, principalmente relacionados con el punk, el hardcore, el anarquismo, el veganismo, el feminismo y cuestiones de género (muchas publicaciones incluían todas las temáticas en una misma publicación ya que han sido tópicos libertarios históricos).

Seguro que el primero de todos fue alguno de Nekro (hoy Boom Boom Kid) que me traje de la mesita que armaba en cada recital de Fun People. Además de los suyos había otros, como el clásico Bs. As. Desorden de Max Vadalá o Resistencia de la genia de Patricia Pietrafiesa; libros de Editorial Madre Tierra de España con textos clásicos del anarquismo, entre otros materiales como discos y casetes de bandas y sellos ignotos (para mí)…

 

 

Eran los 90s AI, plena crisis de representación política, y uno cual flaneur noventoso vagaba en la querida Chicago argentina por las Ferias del Trueque que se hacían en la biblioteca anarquista Alberto Ghiraldo y siempre volvía con alguna publicación y con ejemplares para distribuir en Paraná.
Pero, el grueso de los fanzines llegaba a vuelta de correo. Y los conocías a través de otros fanzines que los reseñaban (más horizontal, imposible. Se podría transpolar la máxima del punk adaptándola como «¿Te gustó el fanzine que leíste? Ahora andá, y armá el tuyo»).

 

 

El modus operandi era el siguiente: camuflaba $1 (¡1 peso!) o $2 (plena convertibilidad) dentro de un sobre que enviaba a la dirección del fanzine que me interesaba en un sobre simple. Y una semana o dos después, llegaba el ansiado sobre marrón conteniendo el ejemplar solicitado y quizás otros que editaba algún amigo o colectivo. Y con el fanzine, hojas sueltas, calcos y volantes de escraches a genocidas, al Mc Donald o pro legalización del aborto con una receta casera para practicarlo, o una proclama denunciando la presencia skinhead en el hardcore, y la contestación del «Hardcore gay antifacista» que activó Nekro y Fun People, alejándose del llamado «Bs. As. Hardcore». O alguna otra medida de acción directa que había pasado o estaba por pasar… todo un universo contestatario que entraba en un sobre caliente que traficábamos por ¡el correo de los Macri!

A algunos de ellos los reseñé en los fanzines locales Resaca Comix (1997), Terminal (1998) y Ollie (1998-1999), todos autogestionados (la ética fanzinera dictaba la máxima de no pedir subsidios –«suicidios» les decían algunes – para editarlos). Supe distribuir acá en Paraná el fanzine Pinhead que editaba el tocayo Maxi Bueno en Rosario; era una verdadera red informativa de la movida hardcore-punk, además de sello discográfico, por el cual conocíamos un montón de música y fanzines del género.

Nunca se dejaba sin contestar un sobre con pedido de publicación y plata adjunta, como así tampoco nunca me quedaba sin recibir a vuelta de correo, lo que había solicitado mediante sobre envío simple (el más barato).

 



Después de Internet y demás…

La historia de los fanzines y la circulación Después de Internet (DI) es más cercana y rastreable. A muchos de ellos (principalmente locales y regionales) los está recopilando Leo Ramone en la página Primer Repositorio Independiente de Fanzines de Entre Ríos, de consulta obligatoria para les amantes de las hojitas fotocopiadas, plegadas y mal abrochadas.

El boom de los blogs (antes de las redes sociales) significó un pase a la virtualidad de muchos de ellos o la complementariedad entre ambos soportes y el intercambio por correo fue mermando en relación a la década anterior, siendo reemplazado por los «links amigos» en las bitácoras virtuales. Hasta ahora que hay un nuevo revival en la ciudad, por ejemplo, la caja colectiva de fanzines de poesía del colectivo Toda Persona y la movida que están armando Rosa Chana y el Fanzine Batería al 20% para este domingo 12 de diciembre con la fanzinera Nadia Presti de Santa Fe. Este encuentro será en Casa Raíz (Rosario del Tala 259) entre las 17 y las 22 y contempla una entrada a colaboración para los artistas de 100 pesos.

Las nuevas generaciones están activando y reflejando ese espíritu que tan bien expresaron los Eterna Inocencia en su canción Arte es disfrutar:


¿Te acordás cuando en tu corazón

la utopía era menos que imposible?

Nos quedábamos dormidos

sobre nuestros fanzines.

 

Creando un mundo

en el que entraran

muchos mundos más.

¡Larga vida al fanzine! ¡Uno, dos, tres, miles de fanzines!

 

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