6 de diciembre de 2024

Hacia una nueva cultura alimentaria

 TEXTO Y FOTOGRAFÍAS PABLO RUSSO

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Se instalaron las verduleras al ingreso del sindicato. Hay cajones de frutas y mucho verde sobre el tablón de la entrada de la  Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos (AGMER) en calle Laprida. Más adentro, por el pasillo, siguen los puestos que proponen una rica diversidad de productos: desde jabones y shampúes caseros hasta intercambios de semillas. Ese sábado 4 de mayo, el patio interno resulta una buena parada para degustar empanadas de pescado con masa de harina integral, sánguche vegano, torta de zanahoria sin TACC, wafles de avena o llevarse una palta. En el salón principal la oferta incluye salame y queso, atrapasueños, yerba, pan casero, bonsáis de cactus y suculentas en corchos de vino y artesanías varias. Se trata de la edición mensual de la Feria de Alimentos Saludables Hacia la Soberanía Alimentaria, organizada desde la secretaría de educación ambiental de AGMER Paraná.

 

 

Son unos cuarenta puestos que funcionan entre las 9 y las 14. Cada quien se lleva su mesa y adorna su espacio. Los feriantes, según informa a 170 Escalones María José López Ortíz, secretaria de educación ambiental de AGMER, son de Paraná y de la zona. La característica común es que todos ofrecen productos frescos, elaborados artesanalmente, sin aditivos ni conservantes, promoviendo una nueva cultura alimentaria. «Es algo que hace un tiempo nos empezamos a preguntar: ¿qué comemos? Además, los tiempos de crisis son tiempos para pensar colectivamente, por esto surge la idea de la feria», explica María José. En 2018 se realizaron dos ediciones y este año llevan tres con la idea de que la gente sepa que puede conseguir productos sanos y a un precio accesible, «con lo que están hoy las cosas en el supermercado y teniendo en cuenta que se acorta acá la cadena de distribución, evitando intermediarios que muchas veces encarecen los productos», aclara la secretaria de AGMER.

 

 

La feria, dicen los que están desde el inicio, ha ido creciendo sobre todo en cantidad de público. Los lugares se distribuyen desde la organización y a los que llegan nuevos los acomodan en algún sitio. Queda poco espacio, por eso se analiza la idea de una pronta edición en la sede de ATE de calle Colón, como ya ocurrió el año pasado. Lo que se pide desde AGMER es que los productos sean con el cuidado adecuado del origen de los ingredientes, del impacto medio ambiental y sin fumigar en el caso de frutas y verduras. Voluntariamente se deja una colaboración a conciencia en función de lo que se ha podido vender o en algunos casos un producto para hacer una rifa y llegar con eso a otra gente. «A algunos feriantes los conocíamos de otros espacios que están funcionando y se fue ampliando la propuesta a partir del boca en boca y de talleres de educación ambiental en los que debatimos acerca de lo que consumimos y sobre la diferencia entre alimentos y comestibles. La obligación de empezar a buscar alternativas nos llevó a esto», cuenta María José.

 

 

El público variado es atraído por la alternativa saludable: «Estoy muy interesado y tratando de informarme sobre agroecología, y estas ferias que se están haciendo periódicamente están muy buenas porque nos permiten justamente alimentarnos bien y apoyar a productores de la zona. Veo mucha gente joven, que es fundamental para avanzar en esto», comparte Guillermo, que lleva una bolsa con verduras y otros productos elaborados en escabeche.

Entre los feriantes hay productores específicos: huerteros, cooperativistas que elaboran miel, un vendedor de salames de cerdo de un frigorífico diamantino o un stand de vinos entrerrianos. Pero, además, hay practicantes de otros oficios que se interesan en este universo saludable: un periodista deportivo con dulces y nueces de pecán, un profesor de tango con alfajores de algarroba, una pareja de abogados exponiendo su nueva colección de plantitas o un docente que trabaja su huerta e intercambia semillas.

 

 

«Formamos parte de la Asamblea Paraná sin Agrotóxicos y vamos a tratar de sostener un puesto permanente de intercambio de semillas en el marco de lo que son los semillazos a nivel nacional, ya que se está intentando imponer una nueva ley que lo que busca es que este tipo de intercambios sean ilegales, para comercializarlas y hacerle el juego a las grandes empresas multinacionales de transgénicos», fundamenta Demetrio Romero, que ese opone al patentamiento de las semillas. Los que atienden el puesto tratan de aconsejar para que los interesados puedan ir sembrando en sus casas. «Compartimos las semillas, si las personas no tienen, se pueden llevar y después nos traen para intercambiar. Asesoramos desde el lugar que podemos», señala delante de una mesa con las simientes de aromáticas de otoño, calabazas, porotos, y variedad de maíz.

La feria en AGMER es un espacio de encuentro donde se puede comprar y vender, además de discutir y enriquecer ideas, conocer propuestas, comer sano y, al mismo tiempo, apoyar a los productores y artesanos regionales. Un acto subversivo en tiempos de crisis y monopolios alimenticios.

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