TEXTO Y FOTOGRAFÍAS PABLO RUSSO
La placa con el nombre del arquitecto Luis Félix Enría fue colocado en el frente de la Casa de la Cultura, dependiente de la Secretaría de Cultura del Gobierno de Entre Ríos, este martes 23 de noviembre. El acto fue impulsado desde la Asociación de Amigos de la Casa, quienes promocionaron la imposición de ese nombre para denominar el espacio común.
La placa fue descubierta sobre calle Enrique Carbó, al lado de la ochava de ingreso. «Hoy es un día muy especial. Es tanto lo que le debemos que el hecho de ponerle el nombre a esta casa es solo una parte del reconocimiento que se merece, aunque él, con su gran humildad diría “no hace falta”», dijo Graciela Tabares, integrante de la asociación de Amigos. La elección de Enría para designar a la Casa tiene que ver con su lucha incansable para rescatar el edificio de su destrucción, que el Estado provincial la expropie y la destine a la cultura. Tabares repasó la historia, su puesta en valor, los peligros de abandono, la llegada de los artesanos, la exposición que le dio brillo y el nacimiento de la Asociación de Amigos en julio de 1998. «Enría, Amanda Mayor, los vecinos, todos abrazamos la Casa» dijo Graciela respecto al peligroso destino que corría la construcción en 2001. El arquitecto Luis Félix Enría fue el hilo conductor, expresó: «siempre con la idea clara del objetivo a perseguir, el tesón, la constancia, el no bajar nunca los brazos en defensa del patrimonio arquitectónico de la ciudad».
Una de las nietas de Enría, Catalina, leyó unas líneas sobre su abuelo. «Si alguno de ustedes tuvo el gusto de hablar con él en alguna reunión, en la fila del supermercado o simplemente intercambiando un par de mates, sabrá que era un tipo con muchas ideas y proyectos, además de cientos de anécdotas. Y de corazón, espero que haya podido llevar a cabo cada una de ellas», expresó.
Benjamín Chiappino, del Centro de Artesanos del Departamento Paraná, a su turno hizo poner a todos de pie para homenajear al arquitecto. «Él tuvo la mirada fina de ver y de descubrir que esta casa no podía ser escombro ni playa de estacionamiento. Tenía que ser una casa que sea el corazón vivo de esa cultura media dormida, pero viva, y que tenía que proyectarse y multiplicarse. Él pensaba en amplitud que cada rincón de la casa tenía que tener una actividad. Y así lo fue consiguiendo», compartió Chiappino. Don Enría dejó marcada una pisada que nos llama a cada uno de nosotros a profundizar, marcó el camino, nosotros tenemos el compromiso de que jamás muera esta idea de que la casa siempre tenga vida cultural en abundancia, agregó.
Gabriel Terenzio, a cargo del Área de Patrimonio del Gobierno de la Provincia, destacó la figura de Enría como arquitecto patrimonialista y gestor para que la casa no se demoliera, así como el colectivo de gente que vino detrás de él. «Esta Casa de la Cultura es un ejemplo de patrimonio vivo, existe, funciona y su legado es inmenso».
La concurrencia se trasladó a la vereda para descubrir la placa, y la reunión concluyó con unas canciones en la voz de Elisa Sarrot y la guitarra de Sebastián Narváez.