TEXTO PABLO RUSSO
FOTOGRAFÍAS TALLER FLOTANTE
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La muestra Imaginarios del río, que reúne diversas experiencias en torno a una expedición de varios días remontando el Paraná, se expone en la Casa de la Cultura de la capital entrerriana, desde el miércoles 26 al sábado 29 de febrero.
La iniciativa, que ahora se expande y comparte en diversos formatos, ocurrió en septiembre de 2018, germinada desde el Taller Flotante de Victoria y con el apoyo de la Secretaría de Turismo y Cultura del Gobierno de la Provincia. En estos días, con entrada libre y gratuita, se puede apreciar y participar de diversas acciones en muestra: desde la presentación de un libro en versión digital (Editorial de Entre Ríos), un taller textil, una asamblea fluvio-cultural, un taller gráfico y sus consecuentes pegatinas, hasta una fiesta de cierre con músicos en vivo, instalaciones, performance y producciones visuales, entre otras cosas. Para entender cómo se llega a esta instancia, hay que indagar en las raíces de la excursión mesopotámica.
Soledad Ferrería es arquitecta, vive en Victoria y forma parte del Taller Flotante, al que define como un dispositivo autogestivo de pensamiento y acción basado en el territorio de costas e islas del sur de la cuenca Paraná-Del Plata. Esto incluye los grandes corredores urbanos que están allí ubicados. Los proyectos que llevan adelante se estructuran en base a la visión política y estética que parte de una mirada sobre nuestra tierra y la forma de habitarla. «Este territorio lo pensamos desde una mirada local y bíoregional, como un territorio mestizo e inestable, porque su definición está dada desde el agua», indica Soledad. «Lo que el agua configura es ese espacio común también como espacio público», agrega. Para el Taller Flotante, el agua está cargada de datos: «no es un H2O incolora, inodora e insípida; eso es una construcción. Es un agua cargada de información que es parte de la historia de estos lugares», asegura. Federico Prieto, actual director general de políticas culturales de la Secretaría de Cultura provincial formó parte de la aventura y coincide en la apreciación: «El río no es solamente un cauce de agua marrón que pasa, sino que es mucha información que no vemos».
El Taller Flotante tiene distintos tipos de proyectos productivos activos, como de cerámica, de turismo comunitario -con los Cuidadores de la Casa Común, red que se extiende a todo el litoral -, textiles o de producción de materiales para niñes sobre flora y fauna. Cada una de estas iniciativas se retroalimentan con otras que son más de investigación y acción. «La característica que tienen es que se llevan adelante circulando en territorio. Eso provoca encuentros reales con otras personas, entre humanos y no humanos, entonces se habilitan negociaciones y entendimientos sobre cómo se ocupan los espacios públicos simbólicos y formales», argumenta Soledad. «La acción, desde esta perspectiva implica siempre salir a buscar y despertar historias», añade.
Imaginarios del río es uno de esos proyectos que trabaja en ese sentido de organizar la narrativa de un territorio a partir de un grupo variado. «Se gesta en 2018, en principio en el marco de varias reuniones en las que estábamos participando del Movimiento Latinoamericano de Cultura Viva Comunitaria durante la organización del quinto encuentro que consistió en una caravana que recorrió Mendoza, Córdoba, Entre Ríos y Buenos Aires. Desde Taller Flotante quisimos preparar una expedición que recorra varias localidades y juntarnos con organizaciones amigas para producir pensando en ese encuentro. Por supuesto, cobró vida por sí mismo y empezó a crecer mucho», relata Soledad. Ese crecimiento los puso en contacto con Cultura de la provincia, que habilitó la posibilidad de manejarse en un minibús y delinear un recorrido posible.
«Fuimos construyendo y deconstruyendo el proyecto para poder llevarlo adelante. Se remontó el Paraná, parando en diversos lugares, teniendo charlas con grupos y personas ligadas al río, para nutrirnos de información. Hubo mucho reconocimiento de campo en el que cada cual tomaba muestras para el proyecto que realizaba en sí», detalla Prieto, que aclara que la remontada fue por tierra en las rutas que van por la margen del cauce. Trece personas que desarrollaban proyectos más tres que cumplían funciones de coordinación general viajaron en la combi durante 2300 kilómetros, visitando localidades de Entre Ríos, Chaco, Corrientes y Misiones. Los expedicionarios pasaron por una convocatoria abierta a partir de la que se armó el grupo extradisciplinario.
La guía del viaje era interrogarse sobre el imaginario de todo este territorio fluvial del litoral. Esas representaciones buscaban poner en crisis las que históricamente se enseñan, relacionadas a la mirada europea, que traen consigo la idea de territorios plausibles de ser saqueados, consumidos. «Cada uno iba con una propuesta que se modificó y enriqueció en mayor o menor medida por el trabajo en conjunto. Fue un grupo que prendió fuego y nos retroalimentamos la pasión y seguimos juntando para trabajar en la publicación que se presenta este miércoles. Después empezaron proyectos nuevos: el año pasado, por ejemplo, hicimos un festival en Victoria que se llamó Horizontes Líquidos», cuenta Soledad.
De la experiencia, la victoriense rescata la fuerte convicción de generar conocimientos desde lo no central y que estos puedan llegar a la academia, al museo, a un vecino o a la isla desde dónde partió. «Este proyecto en particular tiene mucha potencia en el grupo de trabajo que se ha conformado, que a su vez también sigue sumando gente, porque los que participamos sabemos que a otras personas les puede interesar y se arriman. La experimentación de formar parte de proyectos colectivos, la humildad y la confianza de trabajar con el otro, con el material del otro, de ponerlo en común y saber que da resultados enriquecedores, que no tienen techo, que pueden descansar un tiempo pero que son fueguitos que se prenden con mucha potencia», resume. «Creo que esto no tiene fin», sintetiza Federico Prieto sobre su posible continuidad.
Por lo pronto, en estos días el agua llega hasta la Casa de la Cultura y se renuevan los encuentros con estos imaginarios, además de la posibilidad del contacto directo con aquellos y aquellas que formaron parte de este viaje.
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