TEXTO FRANCO GIORDA
FOTOGRAFÍAS MUSEO HISTÓRICO MARTINIANO LEGUIZAMÓN
.
.
Uno de los antecedentes más conocidos en relación a la construcción del túnel subfluvial es el acuerdo alcanzado durante un mediodía de diciembre de 1959 entre los mandatarios Raúl Uranga (Entre Ríos) y Carlos Sylvestre Begnis (Santa Fe). El propósito de ambos era poder unir ambas provincias sin depender de la tutoría del gobierno nacional. De este modo, los gobernadores dieron fortaleza al proyecto de realizar el enlace a través del subsuelo, jurisdicción de las provincias, y no a través de un puente que ocupase el espacio fluvial, cuyo dominio pertenece al Estado central. La idea venía madurando desde hacía años, pero en aquel almuerzo en el restaurant Luisito de Paraná se selló de palabra el pacto que, al año siguiente, el 15 de junio de 1960, se rubricaría formalmente.
Luego de aquella histórica reunión se puso en marcha un proceso que concluyó, una década más tarde, con la inauguración del viaducto, el 13 de diciembre de 1969. En esa sucesión, hubo numerosos mojones de mayor o menor trascendencia que llevaron a alcanzar el objetivo principal. En ese derrotero, uno de los hechos más singulares fue el acto de colocación de la piedra fundamental, el 3 de febrero de 1962, caracterizado por un convulsionado contexto político.
Aquel episodio fue presidido por el presidente de la Nación, Arturo Frondizi, quien estuvo acompañado del primer mandatario uruguayo, Eduardo Víctor Haedo, y de los gobernadores de Entre Ríos, Santa Fe, Buenos Aires y Misiones. También participaron embajadores, militares y eclesiásticos.
Las palabras del presidente radical no tuvieron el tono de la formalidad de ocasión. Lo más llamativo es que no se detuvo en la obra ni en sus potencialidades sino a una cuestión urticante vinculada a las relaciones internacionales. En una crónica publicada por El Diario, el 5 de febrero de 1962, se señala que «Frondizi se refirió exclusivamente en su discurso a la posición argentina en la Conferencia de Punta del Este». Ésta había tenido lugar pocos días antes, el 22 de enero, y es recordada por la expulsión de Cuba de la Organización de los Estados Americanos (OEA). El motivo era que Fidel Castro había declarado al gobierno de la isla como «marxista-leninista».
Frondizi leyó en Paraná la carta que le entregó al canciller Miguel Ángel Cárcano donde le señalaba el posicionamiento político que debía seguir en las negociaciones que se dieron en aquel marco. Un extracto de la misma dice: «A pesar de la guerra fría y los intereses egoístas que se esconden detrás de ella, a pesar de las reiteradas tentativas de penetración que realiza el comunismo internacional, nos cabe a nosotros, los argentinos, dejar claramente establecido que lo que se está discutiendo en América, no es la suerte de un caudillo extremista que se expresa a favor de un orden político que nada tiene que ver con la realidad de nuestro pueblo, sino el futuro de un grupo de naciones subdesarrolladas que han decidido libremente acceder a niveles más altos de desenvolvimiento económico y social».
Días previos, Argentina junto con Brasil, Chile, México, Ecuador y Bolivia se habían abstenido de votar por la exclusión de Cuba de la OEA. Sin embargo, Estados Unidos logró su objetivo con el voto de otras naciones.
Además de la crónica del suceso, el matutino local publicó algunas respuestas críticas que obtuvo Frondizi por su discurso en la capital entrerriana. Así, por ejemplo, se reseñan las palabras de Lucas Ayarragaray de la Democracia Cristiana, de Emilio Hardoy del Partido Unión Conservadora y de Carlos Adrogué de la UCR del Pueblo. Asimismo, se anunciaba la reunión entre el Ejecutivo y la Marina, en la que se trataría la posición argentina en el conflicto internacional.
Evidentemente, el clima político del país era tormentoso. El hecho de que poco tiempo después, el 29 de marzo de 1962, las Fuerzas Armadas perpetraran otro golpe de Estado que interrumpiera el mandato constitucional da cuenta de la actitud del mandatario, más preocupado por justificar el posicionamiento de su gobierno en el concierto internacional que por destacar el proyecto del túnel, único en su tipo en Latinoamérica.
Al mismo tiempo, puede suponerse el celo generado en las esferas nacionales ante una iniciativa estrictamente provincial en el que se había eludido expresamente la jerarquía y la supervisión central.
PERSPECTIVA
El día anterior a la ceremonia, El Diario había publicado una columna de opinión titulada La Unión Cívica Radical del Pueblo y el túnel firmada por Fermín Garay y Eduardo Solari en la que, a pesar de manifestar acuerdo con la ejecución de la obra, los autores no dejaron de realizar varias críticas. El texto comenzaba así: «El régimen gobernante se apresta a iniciar la campaña electoral en nuestra provincia con una ceremonia oficial que en otras circunstancias hubiera contado con el auspicio de la totalidad del pueblo entrerriano» y en otro párrafo se agregó: «Lo que no podemos celebrar, y sí condenar severamente, es que se pretenda usar la posibilidad de ejecutar esta importante obra pública como una grosera artimaña para extraer ventajas electorales». Más adelante, reprochan la falta de información pública en cuanto a los costos de la obra, a las características del contrato y a los recursos financieros disponibles para hacer frente a la erogación.
La indiscutible necesidad de una comunicación vial de Entre Ríos con Santa Fe, o mejor aún, de la Mesopotamia con las otras provincias, no fue obstáculo para las observaciones críticas. La dialéctica es parte constitutiva de la democracia, incluso en momentos en los que hay consensos logrados en relación a proyectos que, por lo menos a la distancia, parecen irrecusables.
Recuperar los debates que enmarcan procesos como la construcción del túnel permiten poner en perspectiva los hechos y, de este modo, abonar la conciencia histórica. En este sentido, las efemérides necesitan desarrollos que las comprendan para superar la anécdota y contar con elementos críticos al momento de comprender y evaluar. En este caso, se observa la álgida situación en la que se dio inicio a una obra fundamental que permitió romper con el aislamiento.
.