TEXTO PABLO RUSSO
FOTOGRAFÍAS EADPRC
¿Cómo se transitan los cambios y cómo se viven las nuevas necesidades dentro de las estructuras construidas? ¿A qué huele el deseo? ¿Qué se puede hacer con las crisis? Celina Murga estrena El aroma del pasto recién cortado (2024), coproducción internacional con el apoyo de Martín Scorsese y los protagónicos de Joaquín Furriel y la mexicana Marina de Tavira. Ellos interpretan a Pablo y Natalia, dos profesores universitarios, cada uno con su pareja e hijos, que se aventuran en romances secretos con estudiantes. Una narración intercalada y espejada, con sutiles diferencias de género.
Antes de su viaje a Europa -en donde la semana que viene participará de los festivales de Biarritz (Francia) y San Sebastián (País Vasco)-, la realizadora paranaense conversó con 170 Escalones sobre su nueva película, que en Paraná se puede ver desde hoy en el cine Las Tipas.
¿Cómo vivís este volver a la pantalla grande en Paraná, en estos tiempos en los que el cine entrerriano ha tenido una importancia local destacada?
Siempre estrenar en Ente Ríos es una alegría y a la vez unos nervios, porque quieras o no el terruño interpela y una quiera que le vaya bien. Por otro lado, es innegable el espectro que se ha abierto en relación a la aparición del FICER desde la primera edición antes de la pandemia, y lo que se ha ido construyendo en tan poco tiempo, abriendo la cancha a un cine entrerriano que ya claramente existía. Es admirable como Entre Ríos es una de las pocas provincias que, sin tener una pata de formación audiovisual formal institucional, tiene un montón de directores haciendo, con mucha avidez y mucho espacio. La provincia acompañando de una manera u otra, pero tanto el FICER como la ley nueva le dan un marco muy importante. Sin dudas, más allá de la coyuntura del momento, son cosas muy auspiciosas para profundizar y especialmente abrir el juego para que las nuevas generaciones puedan encontrar un camino, que es o que queremos que pase.
En este caso, quienes vayan a ver El aroma… no van a encontrarse con historias locales ni actores o actrices de la zona, como en otras producciones tuyas…
Sí, igual siempre me da gracia porque, por ejemplo, yo creo que nunca filmé la Buenos Aires de gran urbe, sonido, delirante, edificios. Esto sucede en Buenos Aires, pero en el predio de la Facultad de Agronomía (de la UBA) que es un lugar súper verde, agreste, en el que estás ahí adentro y parece que estás en Entre Ríos o en Córdoba, en alguna provincia más conectada con la naturaleza. Desde un lugar u otro yo necesito esos contextos.
¿Por qué elegiste esta locación en particular?
Fue una suma de cosas. La primera y más caprichosa es que unos años antes de empezar a escribir el guion me mudé a Parque Chas, un barrio vecino. Gracias a eso conocí el predio porque va mucho la gente de la zona, tiene callecitas, lugares para hacer picnic, caminar y andar en bicicleta. Me enamoré, y me pasa bastante eso de que a veces las películas pueden empezar por la idea de contar una historia en un espacio que me interesa ver. Ese fue un primer germen. Después, cuando comenzamos a pensar en esto de las dos historias de los profesores que se espejan, se fortaleció la idea de la Agronomía. Nos queríamos correr de la imagen de la facultad con un docente más intelectual, relacionado a las carreras humanísticas. Algo de lo que habla la película también tiene que ver con la naturaleza, en el sentido de que la crisis que están atravesando los personajes es muy típica de la mediana edad. Son conflictos que los que tenemos más de 40 hemos pasado de alguna u otra manera, porque tienen que ver con los ciclos de la vida, con esto de por qué nos resulta tan natural poder observar el paso del tiempo y las estaciones en un árbol, en una planta, en una flor, y nos cuesta tanto conectar con ser parte de la naturaleza como seres humanos. Esa cuestión de que estoy hablando con vos y a la vez no me doy cuenta, pero mis células están muriendo y naciendo todo el tiempo. En ese sentido, si el cambio es parte esencial de todo elemento vivo, ¿por qué no podemos vivir más orgánicamente la idea del cambio de una persona, de una pareja, de un vínculo? Son todos temas que confluyen.
Lo vincular es una constante en todas tus películas…
Totalmente. Este claramente es un drama más adulto. Siempre elijo las películas desde un lugar muy concreto de lo que me está pasando en ese momento, los temas que me interpelan, que me preocupan, los que siento que está bueno poner sobre la mesa para que la sociedad los mire, los piense, los reflexione. En algún punto fue como un paso natural enfocarme en temas que tuvieran más que ver con mi momento histórico, vital. Con lo generacional, sobre todo: es una película que interpela mucho a una generación, a una forma de ser pareja, de ser familia, y lo que nos pasa en torno a esas construcciones.
¿Cómo fueron cambiando estos temas que te interpelan en el tiempo en el que se desarrolló el guion?
El primer boceto de guion sucedió por 2017, antes de la pandemia. En el 2020 estábamos por filmar y pasaron cosas, se frenó. El germen, además del espacio de la facultad, era algo que tenía que ver con la lucha a favor del aborto en aquel 2017. Gran parte de la sociedad estaba interpelada por la situación, había mucho debate y polarización respecto a lo que es ser hombre y ser mujer. Por preguntas que nos hacíamos entonces también nace la ida de llevar a la ficción algo en la zona de los matices: que pasa con las cuestiones de género al interior de una familia, en una pareja, en el ámbito laboral, y poder construir un conflicto concreto de lo vincular de los personajes, pero también atravesado por esa cuestión de género. No solo por cómo hombres y mujeres vivimos determinadas circunstancias o nos ponemos en tal o cual rol social, sino también como la sociedad mira a hombres y mujeres en determinadas situaciones. El guion se fue escribiendo a lo largo de tanto tiempo que fue ganando mucho en capas. Se fueron agregando capas que permitieron que los personajes tengan una profundidad, complejidad y matices que hacen que los espectadores puedan sentirse muy reflejados. Les pasan cosas a los personajes que más o menos nos pasan a todos.
¿Cómo fue trabajar ese guion a tres cabezas, con Juan Villegas y Lucia Osorio?
Fue bastante orgánico. Ya en mi segunda película empecé a escribir el guion con otras personas y me resulta muy positivo poder dialogar y abrir el juego y ver el punto de vista de otros sobre esas historias y personajes. Me nutre. Lo elijo siempre, prefiero no escribir sola. Nos juntábamos, charlábamos sobre el recorrido de la historia, la cuestión de los espejos, los matrimonios, los profesores, los romances por fuera de la pareja; y después nos íbamos dividiendo escenas, situaciones. Al principio muy intuitivamente, guiados por el impulso de cada uno, y después ya empezando a hilar fino, a pulir, y que todas las escenas pasaran por los otros para opinar y participar agregando cosas.
Tenías un espacio y una historia. ¿En qué momento aparece el casting concreto de quiénes les ponen el cuerpo a los personajes?
2021, 2022, cuando podíamos empezar a proyectar una salida de la pandemia, cuando se podía filmar (de hecho, en 2023, hubo una primera semana con barbijos por un rebrote). Fue ahí cuando ya la estábamos financiando de otra manera, porque en el tiempo de parate la plata del INCAA que teníamos se licuó totalmente y salimos a buscar posibles coproducciones. Ahí su sumaron lo alemanas, después los uruguayos, Axel (Kuschevatzky) con su productora y los mexicanos al final de todo. De hecho, siempre nos preguntan por Marina (de Tavira), si fue una imposición de los productores y en realidad fue al revés: nos gustaba la idea de incluir en el casting a una actriz extranjera, con la posibilidad de abrirle el juego la película para una visibilidad más amplia que la argentina, y se pensó en Marina que se enganchó enseguida con el guion y el personaje. Gracias a eso se terminaron sumando los productores mexicanos.
¿Cómo es tu trabajo con actores y actrices? ¿Les das un guion cerrado, sos de mucho ensayo?
Me gusta mucho ensayar y llegar a los ensayos con un guion bien trabajado, porque justamente creo que desde algo sólido después uno puede flexibilizar las situaciones a partir de una base firme de trabajo y de análisis. Valoro muchísimo la etapa de ensayos, me gusta invitar a los actores y actrices con los que trabajo a sumarse a esa propuesta de guion, también con quienes son ellos, proyectando lo que a ellos les pasa con el material y con los personajes. Ni que hablar en este tipo de historias y de guiones, donde hay una búsqueda de cierto naturalismo de una generación y de conflicto de una coyuntura, de un momento, de una etapa de la vida, de un lugar socio cultural. Es muy importante que los actores y actrices tangan ganas de participar desde un lugar activo y que puedan animarse a poner de sí.
Volviendo al tema de la historia y a este aspecto socio cultural de los protagonistas: hay algo de clase media, que puede ser porteña o de gran ciudad, en el modo en que les atraviesan los conflictos, incluso el laboral…
Sí, porque en esta cuestión de buscarle capas a los personajes y a las situaciones, y de poder abordar la cuestión de género desde distintos ángulos, lo laboral apareció casi imperiosamente. Si pensás en cuáles son los conflictos de una pareja el tema de lo laboral es clave, en una pareja sostenida en el tiempo, con hijos, una casa, hay algo de esa cuestión de qué pasa cuando es una mujer la que mantiene o un hombre. Son zonas de las relaciones donde se juega mucho la cuestión de los roles de género. No es lo mismo para un hombre estar desocupado en la casa cocinandole a los hijos que para una mujer; nos posicionamos diferente ante las situaciones.
Y esas relaciones se van transformando con el tiempo…
Totalmente. Hay algo de esa necesidad de mantener el carro marchando, que hace que uno se desconecta bastante de sus individualidades, deseos, necesidades, motores. La película justamente aborda un momento de los personajes donde quizás los hijos están empezando a crecer y a necesitar menos este cuerpo a cuerpo tan intenso de los primeros años, y eso hace que aparezca ese espacio donde, en este caso Pablo y Natalia, empiezan a preguntase: “¿Dónde estoy? ¿Dónde quiero estar? ¿Cómo estoy con mi trabajo, con mi pareja? ¿Qué rol de madre, de padre, de esposo, esposa quiero ocupar?”. Son preguntas un poco inevitables de un momento de la vida.
Y dónde quedó aquella juventud…
Tal cual, porque hay algo de estos romances que suceden en la película que para mí tienen mucho más que ver con eso que con cualquier otra cosa.
En esto de las capas de sentido, estás densidades o abordajes, está también el tema tecnológico y la exposición de la intimidad a través de las redes…
Sí, eso fue una recontra idea muy concreta desde el principio. Cuando se planteó que la historia suceda en un marco institucional como la facultad, surgió que a través de las redes se dispare la noticia. Me interesa como hay algo de la vida y de la zona de la intimidad de una persona que está totalmente corrido hoy, algo muy difuso entre lo que se hace en un marco íntimo o de dos, y cómo ahora muy rápidamente se puede salir de ahí y expandirse hacia otros que no tienen nada que ver con la situación. Y qué pasa con las miradas que genera eso cuando empieza a circular. Es algo de una dinámica social que ha cambiado muy rápidamente en los últimos años. Es un tema que influye mucho en las formas de las relaciones hoy por hoy.
Si bien te corrés de las historias que vienen siendo narradas en torno a la universidad pública ¿Puede pensarse una vinculación con El estudiante (Santiago Mitre, 2011) o Puán (María Alché y Benjamín Naishtat, 2023), en la cuestión de filmar a docentes y estudiantes en ese ámbito?
Acordate que yo venía de filmar Escuela Normal, que es una institución educativa pública. Es un mundo que me copa. Ya un ámbito universitario me interesa de por sí, es un lugar central en la vida de las personas, son espacios de formación, de generación de vínculos y de encuentros muy ricos a mi criterio. No había hecho el link concreto respecto a las otras películas porque también siento que la facultad funciona como contexto, pero también podría ser entre médicos en un hospital. No es tan determinante el marco institucional para lo que sucede, aunque obviamente agrega condimento y conflicto, sobre todo respecto de la cuestión de poder entre docentes y alumnos, que también es un eje que se toca.
¿Cómo fue trabajar coproducción con Uruguay y tener que armar otro equipo de filmación?
En los últimos años, en Argentina se volvieron muy necesarias las coproducciones porque se nos iba complicando cada vez más filmar con dinero argentino. Entre varios países hay muchos interlocutores, fue un desafío muy rico. Me propuse tener una actitud de escucha y de abrir el juego, fue un gran ejercicio. En concreto, con Uruguay, la película se filmó en las dos orillas, cuatro semanas y media en Buenos Aires y una semana en Montevideo. Terminó siendo un placer, algo muy orgánico que fluye muy bien en la película.
Respecto a los coproductores uruguayos, fueron un lujo absoluto, en los últimos años Uruguay ha crecido muchísimo. Un poco producto de la inestabilidad económica financiera de argentina ha pasado que las grandes plataformas se volcaron a filmar allá. Las grandes producciones están viniendo menos a Argentina y eso permitió que los técnicos uruguayos se desarrollen un montón. Obviamente las cabezas de equipo viajamos todas para mantener el criterio de unidad, pero los equipos se fueron conformando con asistentes de las dos orillas. Fue un trabajo muy lindo. Ensamblando, compartiendo, interactuando, viajando antes a ver las locaciones y conocer a la gente.
Además de la coproducción internacional, El aroma… trae el sello de distinción que es el apoyo de Martín Scorsese, con quién tenés una amistad desde hace años…
Él ya había sido productor ejecutivo en La tercera orilla (2013), la película que estaba trabajando cuando fue la filmación de La isla siniestra. Fue el guion que trabajé en ese período y compartimos más a fondo, después de ahí quedó un vínculo muy cercano, unidos por el amor al cine y por un entendimiento muy fuerte respecto de la pasión de hacer algo que te gusta. Es alguien muy generoso conmigo, siempre muy atento a saber en qué estoy, muy curioso, queriendo no perder contacto y buscando la manera de colaborar y seguir apoyándome. Sabe muy bien qué lugar ocupa en la historia del cine y cuanto desde ese lugar puede brindar a otros para que también se desarrollen. Lo admiro un montón no solo por su lugar de director de cine, sino también porque aún siendo quien es no ha perdido de vista lo que implica estar haciendo cine en latitudes que no son las más fáciles. Para mí es realmente admirable como está enfocado en entenderse como parte de una historia y de un continuo, tendiendo puentes y generando lazos que hagan que algo de esto de hacer cine siga vivo. Siempre me emociona hablar de él así, porque es un costado que no es el más evidente, pero para mí es super importante.
¿Qué te gustaría que le pase a la gente que va a ver la película?
Mi intención es básicamente que la gente vaya a conectar con los personajes. Me parece que los actores están increíbles, han hecho un gran trabajo. Se van a encontrar con personajes y situaciones muy cercanas en las que todos hemos más o menos estado. Que el espectador vaya con ese interés de mirar esos personajes como si se estuviera viendo a sí mismo: sin juicio y con una voluntad de encontrar esas emociones, pensamientos y contradicciones que nos van atravesando a lo largo de la vida.
Por último ¿Cómo ves el futuro del cine argentino?
Lo veo incierto, que querés que te diga… Por un lado, en lo personal, me siento muy afortunada de estar estrenando una película en este contexto, en este marco donde sabemos que no van a haber muchos estrenos. El cine argentino en los últimos 20 años ha crecido muchísimo, tiene una presencia en el mundo muy grande. Son pocos los países que tienen esta presencia año tras año en todos los festivales más importantes, y la realidad es que hoy el INCAA está desfinanciando, llevado a un funcionamiento escaso que cierra muchas puertas. El año que viene se va a sentir un montón. Si te ponés a pensar, este año se deben haber filmado cuatro películas como mucho, van a ser unos años muy raros.
A lo largo de mis 20 años en el cine ha habido gestiones mejores y peores, pero siempre hubo diálogo, siempre hubo la voluntad de involucrar y de hacer parte a la industria de los planes de fomento. Lo que inquieta tanto ahora es que ese diálogo no está sucediendo. Veremos que sigue, hasta ahora este año es de mucha inestabilidad e incertidumbre.
El aroma del pasto recién cortado (Argentina, Uruguay, México, USA, Alemania, 2024). Duración: 112 minutos.
Ficha artística
Joaquín Furriel – Pablo
Marina de Tavira – Natalia
Alfonso Tort – Hernán
Romina Peluffo – Carla
Emanuel Parga – Gonzalo
Verónica Gerez – Luciana
Ficha técnica
Directora: Celina Murga.
Guionistas: Celina Murga, Juan Villegas, Lucía Osorio.
Productor ejecutivo: Martin Scorsese.
Productores: Juan Villegas, Celina Murga, Valeria Bistagnino, Tomás Eloy Muñoz,
Axel Kuschevatzky, Cindy Teperman.
Coproductores: Fidela Navarro, Maria García Castrillón, Juan José López, Pedro Barcia,
Jakob Weydemann, Jonas Weydemann.
Director de fotografía: Lucio Bonelli.
Directora de arte: Julieta Wagner.
Vestuario: Paola Delgado.
Montaje: Manuel Ferrari.
Música: Luciano Supervielle / Gabriel Chwojnik.
Sonido: Guido Berenblum / Gerardo Kalmar.
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