6 de diciembre de 2024

«Necesito un vacío fértil para escribir»

TEXTO FRANCO GIORDA

FOTOGRAFÍAS PAULA KINDSVATER

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Mariana Bolzán es poeta. Durante más de diez años ha publicado sistemáticamente en blogs y redes sociales. Este año ganó el premio Juan L. Ortíz de la Biblioteca Provincial de Entre Ríos. Mariana también es comunicadora. Ha participado de proyectos académicos, programas radiales, puestas en escena y narraciones orales en la que se cruzan los campos de la comunicación y la poesía.

Este jueves presentará su primer poemario en formato de libro impreso. Para ella, esta obra es el ritual de cierre de un período. El título elegido es Un rayo en el mundo y fue concretado a través de Editorial Ana. Pedro Mairal, reconocido autor de novelas como Una noche con Sabrina Love y La uruguaya y de poesía como Pornosonetos y El gran surubí, está a cargo del prólogo. La ilustración de tapa es de la artista Victoria Ruíz Díaz. En diálogo con 170 escalones, la autora habla del carácter de su poesía, de las formas que asume, de los temas en los que se detiene, de sus interlocutores, de su forma de escribir. A continuación, el juego de las preguntas y las respuestas.

 

 

¿De dónde creés que te viene el impulso por la escritura?

Empecé a escribir y a leer desde muy chiquita. Habré tenido cuatro años. No tengo recuerdos de mí por fuera de la escritura. Me regalaban diarios íntimos y era muy natural volcar en un papel mi devenir. Lo que me estaba pasando en ese momento con la escuela, con mis padres, si me peleaba con alguien, si me gustaba alguien. Me resultaba muy fácil poder trasladar eso a palabras. Visto ahora, en esos diarios había una construcción de algo. Desde ahí reivindico mucho el diario íntimo como ejercicio. Al menos mi primera experiencia con la escritura fue esa. En paralelo, mi papá trabajaba en El Diario y, entonces, yo convivía con alguien que escribía todo el tiempo. Ahora que me lo preguntás hago un esfuerzo por reconstruirlo. Esa era mi cosmovisión de gurisa. Leía mucho también. Por otro lado, mi mamá es maestra jardinera. Se recibió, pero nunca ejerció, aunque despuntaba el vicio con nosotras y tiene cierta predilección por los cuentos. Tengo la voz de mi mamá leyéndome con mucha compenetración. Crecí así, con el diario íntimo, con el registro oral de la voz de mi madre y viéndolo a mi papá escribir. Por lo tanto, era algo usual. Estoy reconstruyendo. En realidad, es una hipótesis que tengo.

 

¿Cuándo se convierte esa experiencia en un ejercicio regular de escribir poesía?

En la adolescencia. Creo que pasé del diario íntimo, que es un relato más bien crudo de la anécdota, a querer decir las cosas de otra manera y la adolescencia me vino con ese mundo de la metáfora. No es que haya sido una niña prodigio ni nada. Leo lo que escribía en esa época y me quiero matar. También la Facultad (de Ciencias de la Educación de la UNER) le dio cierta forma a la poesía propiamente dicha. En particular, un proyecto de extensión que se llamó Poesía en la calle que hicimos con Arturo Firpo. Parte de ese proyecto era hacer un programa de poesía en Radio Cualquiera que se llamaba Abra palabra. Era una manera de llevar la poesía a las conversaciones de la vida cotidiana. Había mucha investigación y producción. Éramos varios. Lo recuerdo como años súper fructíferos. El objetivo de ese proyecto también era llevar la poesía a otros terrenos, así que la vinculábamos con la música. A veces, cantábamos, llevábamos músicos y hacíamos ensambles. También adaptamos textos de Oliverio Girondo a un formato teatral que presentamos en el auditorio de la Facultad para el curso introductorio. Después nos llamaron de otros lugares. Con Camila Fernández hicimos una partecita en La Hendija. Fue como asomarse a un universo de distintos lenguajes. Te cuento esto porque fue lo que fogoneó mi escritura. Para mí, fue un despertar y empecé a pensar en publicar. Ahí abrí mi blog.

 

¿Cómo se dio ese pasaje de escribir para vos a pensar en publicaciones?

En ese momento, 2007 o 2008, abrí el blog En coche la mar. Ahí fue cuando empecé a publicar. Las redes sociales no existían. Entonces, se había armado un cierto mundillo de los blogs. Era un barrio en el que todos más o menos nos conocíamos. Muchos de mis compañeros y gente de Paraná tenían su blog. Muchos experimentaban con la literatura. Era una especie de diario íntimo publicado. Entonces, ahí fue el pasaje. Lo recuerdo de esa manera. Las devoluciones del blog me ayudaron a construir mi voz.

 

¿Qué recibías en esas devoluciones?

Cuando empezás a escribir y los demás dicen: «esto me hace acordar a tal cosa, a tal autor», o «esto que estás nombrando es lo que me pasa y no lo he podido poner en palabras» es muy significativo porque pasás de escribir para vos misma a publicarlo y que tenga esas devoluciones. Incluso, dentro de las respuestas del blog se generaba un nuevo texto que era maravilloso.

 

¿Cuánto tiempo estuviste con ese blog?

Como 10 años. Después, cuando sentí que aquellos textos no hablaban tanto de mí, pasé a otro que se llamaba La mar en movimiento. Después empezaron las redes sociales.

 

¿Qué terrenos o cuestiones visitás con tu poesía?

Te podría decir la vida cotidiana. A mí me influyó mucho el recorrido en la Facultad, donde exploré algunas cuestiones del periodismo narrativo. Entonces, todas esas herramientas que fui encontrando en mi camino, incluso, la experiencia de La chancleta, una revista de crónicas urbanas, se fueron volcando hacia adentro. Puedo advertir ese recorrido. Si te tuviera que resumir sobre qué escribo digo que es sobre los temas de la vida cotidiana pero desde una clave muy íntima. Sobre el amor, el desamor, las experiencias de la vida adulta, la maternidad, la muerte de los padres, la muerte en general, la enfermedad.

 

¿Cómo y cuándo escribís sobre estos temas?

Es una escritura de mucha soledad. Necesito el silencio; o sea, necesito un vacío fértil para escribir. No soy del estilo de Zolo que está en una fiesta y escribe. Yo necesito vacío para poder escucharme. Mi forma de escribir me habla. Es como un soliloquio.

 

¿Escribís a mano o en computadora?

En la compu. Lo manuscrito dejó de ser una opción porque me trabó mucho. La compu me da la sensación de poder verlo de manera global. Lo manuscrito dejó de darme resultado.

 

¿Sentís que formás parte de un movimiento o de una escena de poetas?

Las redes sociales te permiten cierto reconocimiento, cierta visibilidad que antes no existía. Para publicar tenías que formar parte de un grupo selecto de escritores y lectores. Ahora eso está un poco más abierto. Entonces, sí formo parte de ese universo. En cierta manera, nos reconocemos entre nosotros. Son las redes las que permiten esa escena. A su vez, leer poesía en vivo es un fenómeno. La gente se anima cada vez más a ponerle el cuerpo a la poesía.

 

¿A quién le hablás cuando componés?

Siempre hay un interlocutor o interlocultora. Es muy íntimo mi trabajo. Es un poco para mí y otro poco para el otro. Mi poesía está organizada de tal manera que se nota que se le habla a alguien. En general, es un interlocutor el que me habilita a poder pararme y decir determinadas cosas. Aunque sea una poesía para hablarme a mí misma, siempre busco un interlocutor afuera. Así sea el tiempo, la vida, el otro, una persona en particular, mi padre.

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¿Con qué criterio fue armado el libro?

Son textos de hace poco tiempo. Tenían un orden cronológico cuando se los pasé a Rocío Lanfranco, que lo miró y me dijo que advertía tres momentos claves. Esa fue la manera que organicé el libro. Me llevó muy poco tiempo. La verdad es que esos textos estaban recontra re mil listos. Fue darles un último chirlo y decirles: pórtense bien todos ustedes.

 

Contame quién es Rocío Lanfranco y porqué decidiste que ella lea los poemas antes de publicarlos.

Es un poco loco. Yo gané el premio Juan L Ortíz de la Biblioteca Provincial y la anterior ganadora había sido Rocío. Cuando Pablo (Felizia, titular de Ana Ediciones) me propone hacer este libro la editada anterior había sido Rocío. Entonces es como una posta. Me parece una voz muy amable y muy sabia para hablar de poesía. Le confié el libro por eso. Simplemente se lo pasé sin pedirle nada y ella me dijo que había advertido esos tres momentos.

 

¿Cómo llega Pedro Mairal a escribir el prólogo de tu libro?

A Pedro Mairal lo conocí, primero, como lectora. En Abra Palabra había que llevar algo relacionado al sexo y la poesía, creo, y él tiene unos textos muy copados que se llaman Pornosonetos. Era la época de los blogs y lo conocí a través de su blog. Ni hablar de sus novelas. Un día, hace menos de un año, le escribí para mandarle un cuento y le encantó. Lo mandó a la Agenda Buenos Aires. Técnicamente, es el primer cuento que escribo. Lo escribí para ERA de papel de Juli Stopello. Empezó a haber un ida y vuelta de mails y de textos para corregir. Así surgió la propuesta de que haga el prólogo.

 

¿Qué sentido tiene, luego de haber publicado durante tanto tiempo en digital, que tus textos ahora asuman el formato de un libro?

No tengo mucho el fetiche del libro. Otros me decían «¿y el libro para cuándo?» Es como que los demás pujaban para que eso saliera. Era como cuando te dicen «¿y el hijo? ¿cuándo te vas a recibir? ¿cuándo te vas a casar?» A mí me bastaba con publicarlo en las redes. Después entendí que es como la tesis cuando te recibís o cuando rendís la última materia. Son rituales de cierre. La materialidad del objeto libro le da cuerpo a ese ritual. Entonces, me pareció fabuloso cuando Pablo me lo propuso. Ni lo dudé.

 

¿Cómo fue el vínculo con la Editorial Ana?

A Pablo lo conozco por la Facultad. Un día, de la nada, me escribió y me dijo que me querían publicar. Esa fue la primera conversación y yo ya tenía el «si» desde antes. A partir de ahí fue un ida y vuelta. Fue muy hermosa la experiencia con Pablo como editor.

 

¿Qué tenés pensado para la presentación?

Quiero que la presentación tenga que ver conmigo. No quiero que sea acartonado ni académico. No me interesa. Eso no habla de mí. La música va a estar presente porque fue un disparador para escribir. Convoqué a la gente que me conmueve que es Tarde agua, Ángela Herrera, mi prima Celeste Yosviak. También a las personas más cercanas a mí y al libro. Por ejemplo, va a leer mi compañero, que fue un interlocutor permanente durante el proceso de escritura y durante la organización del libro. Él viene de publicar su primera obra y entonces lo consulté todo el tiempo. En la presentación habrá un diálogo entre la música y la danza, la poesía y el cuerpo.

 

 

La presentación de Un rayo en el mundo será este jueves 4 de julio a las 20:30 en la Casa de la Cultura de Entre Ríos (Carbó y 9 de julio). Artistas de diferentes disciplinas participarán de la propuesta.

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